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sábado, 7 de septiembre de 2013
DIEZ PROPOSICIONES SOBRE LOS RAYOS
SOBRE LOS RAYOS: DIEZ PROPOSICIONES FUNDAMENTALES
F. Redondo
Uno: Existe una Vida que
se expresa a Sí Misma, primero, mediante siete cualidades o aspectos básicos y,
segundo, por medio de una infinita diversidad de formas.
Dos: Estas siete
cualidades radiantes son los siete Rayos, las siete Vidas, que dan Su vida a
las formas, y al mundo de las formas le dan su significado, sus leyes y su
anhelo de evolucionar.
Tres: Vida, cualidad y
apariencia, o espíritu, alma y cuerpo, constituyen todo lo que existe. Son la existencia misma,
con su capacidad de crecer, actuar y manifestar la belleza y estar en completo
acuerdo con el Plan, el cual está arraigado en la conciencia de las siete Vidas
de rayo.
Cuatro: Estas siete
Vidas, cuya naturaleza es conciencia y cuya expresión es sensibilidad y
cualidad específica, producen cíclicamente el mundo manifestado; trabajan
juntos en la más estrecha unión y armonía; son los custodios del Plan y
colaboran inteligentemente con él. Son los siete constructores, Quienes erigen
el radiante Templo del Señor, guiados por la mente del Gran Arquitecto del
Universo.
Cinco: Cada vida de rayo
se expresa predominantemente a Sí misma por medio de los siete planetas
sagrados, pero la vida de los siete rayos fluye a través de cada planeta, incluso
la Tierra, réplica del esquema general, y cada uno está de acuerdo con la
intención y propósito del todo.
Seis: La humanidad, de
la cual se ocupa este tratado, es una expresión de la vida de Dios, y todo ser
humano proviene de una de las siete fuerzas de rayo. La naturaleza del alma es
cualificada o está determinada por la Vida de rayo que la exhaló, y la naturaleza
de la forma es coloreada por la Vida de rayo que establece la cualidad de la
vida racial y de la forma en los reinos de la naturaleza. La naturaleza del
alma o su cualidad, es la misma durante un período mundial; la naturaleza y la
vida de su forma cambian de una vida a otra, según su necesidad cíclica y las
condiciones grupales del medio ambiente. Esto último lo determina el rayo o
rayos, que prevalecen en ese momento.
Siete: La Mónada (Espíritu)
es la Vida vivida al unísono con las siete Vidas de rayo. Una Mónada, siete
rayos e infinidad de formas, estructuran los mundos manifestados.
Ocho: Las Leyes que
rigen el surgimiento de la cualidad o el alma, por intermedio de las formas,
son sencillamente el propósito mental y la orientación de vida de los Señores
de rayo; Su propósito es inmutable, Su visión es perfecta y Su justicia es
suprema.
Nueve: El modo o método
para el desarrollo de la humanidad es la propia expresión o auto comprensión.
Cuando esto se logra, el yo que se expresa es el verdadero Yo o Vida de rayo, y
la comprensión obtenida revela a Dios como la cualidad del mundo manifestado y
la Vida que anima la apariencia y la cualidad. Las siete Vidas de rayo, o los
siete tipos de almas, se observan como expresión de la Vida una, y la
diversidad se pierde en la visión del Uno.
Diez: El método empleado para obtener esta comprensión es la
experiencia, comenzando con la individualización y terminando con la
iniciación, produciendo así la perfecta fusión y expresión de vida, cualidad y
apariencia.
viernes, 6 de septiembre de 2013
jueves, 5 de septiembre de 2013
INMORTALIDAD
INMORTALIDAD
La duda respecto a la realidad de la inmortalidad, la ciencia la eliminará dentro de poco tiempo como resultado de la investigación científica. Algunos hombres de ciencia aceptarán la hipótesis de la inmortalidad como base activa sobre la cual fundamentar su búsqueda y lo harán con la disposición de aprender, aceptar y formular conclusiones basadas en evidencias reiteradas, conclusiones que a su vez formarán la base de otra hipótesis. Dentro de los próximos años la realidad de la persistencia y la eternidad de la existencia habrán ido más allá de la duda y penetrado en el reino de la certidumbre. Dicho problema habrá quedado muy atrás; no quedará duda alguna en la mente de nadie de que al abandonar el cuerpo físico el hombre continúa siendo una entidad viviente y consciente. Se sabrá que perpetuará su existencia en un reino que está más allá del físico. Se conocerá que aún vive, está despierto y consciente. Este hecho se demostrará de diversas maneras. Por el desarrollo de un poder dentro del ojo físico de un ser humano (poder que siempre ha existido y raras veces se utiliza) se revelará el cuerpo etérico, el "doble", como a veces se lo llama, y se verá que los hombres ocupan ese cuerpo en una zona definida del espacio, mientras que el cuerpo físico muerto o desintegrado, ha quedado atrás. Además, a medida que aumenta el número de personas que tienen el poder de emplear el "ojo", llamado a veces el "tercer ojo” redivivo, ayudarán a demostrar la realidad de la inmortalidad, porque verán fácilmente al hombre que ha abandonado sus cuerpos etérico y físico. Debido a su superioridad numérica y a su prestigio, triunfará su punto de vista. En el campo de la fotografía y también mediante un descubrimiento que se está investigando en la actualidad, se comprobará la supervivencia. Con el tiempo se establecerá comunicación, por medio de la radio, con quienes han pasado al más allá, lo cual se convertirá en una verdadera ciencia.
La teoría de la inmortalidad condicional.
Esta teoría es sostenida aún por ciertas escuelas
fundamentalistas de pensamiento, teológicamente estrechas, y también unos
cuantos intelectuales principalmente de tendencia egotista. Afirma que sólo
quienes obtienen una etapa particular de percepción espiritual o aceptan un
conjunto peculiar de pronunciamientos teológicos pueden recibir el don de la
inmortalidad personal. Los altamente intelectuales también arguyen que a
quienes poseen una mente desarrollada y cultivada, don culminante para la
humanidad, análogamente se les otorga la eterna supervivencia. La
interpretación cristiana, dada por las escuelas ortodoxas y fundamentalistas,
prueba ser falsa cuando es sometida a un claro razonamiento; entre los
argumentos que niegan su veracidad reside el hecho de que el cristianismo
proclama un largo futuro pero ningún pasado; siendo así mismo un futuro que
depende totalmente de las acciones del actual episodio de vida y de ninguna
manera explica las distinciones y diferencias que caracterizan a la humanidad.
El primer paso para sustanciar la realidad de la existencia del
alma es establecer el hecho de la supervivencia, aunque esto no comprobará la
realidad de la inmortalidad. Se está comprobando constantemente que algo
sobrevive al proceso de la muerte y que algo persiste después de la desintegración
del cuerpo físico. Si esto no es verdad, entonces somos víctimas de una
alucinación colectiva, están enfermos y pervertidos los cerebros y las mentes
de miles de personas. Es más difícil creer en tal gigantesca locura que en la
alternativa de una expansión de conciencia.
El desarrollo de la visión etérica y el sin número de personas
clariaudientes y clarividentes revelan constantemente la existencia del plano
astral y la contraparte etérica del mundo físico. También aumenta el número de
los que perciben este reino subjetivo, ven a personas que han muerto o que durante
el sueño han abandonado la envoltura física.
En los próximos doscientos años se verán la abolición de la
muerte, así como ahora comprendemos esa gran transición, y el establecimiento
de la realidad de la existencia del alma. El alma será conocida como un ente,
como el impulso motivador y el centro espiritual que se halla detrás de las
formas manifestadas. Nuestra esencial inmortalidad será demostrada y conocida
como un hecho real de la naturaleza.
Con esta interna convicción de la inmortalidad, enfrentamos la
muerte y sabemos que volveremos a vivir, que vamos y venimos y supervivimos
porque somos divinos y regimos nuestro propio destino. Sabemos que nos hemos
propuesto alcanzar una meta y ella es "la vida más abundante", en
alguna parte, aquí o allá y eventualmente en todas partes.
El espíritu del hombre es inmortal; perdura eternamente y
progresa de un punto a otro y de una etapa a otra en el Sendero de la
Evolución, desarrollando en forma constante y secuencial los atributos y
aspectos divinos.
La inmortalidad del alma humana y la innata capacidad del hombre
espiritual interno para obtener su propia salvación, de acuerdo a la Ley del
Renacimiento, en respuesta a la Ley de Causa y Efecto, son los factores
subyacentes que rigen la aspiración y el comportamiento humanos. Ningún hombre
puede evadir ambas leyes, pues lo condicionan en todo momento hasta que ha
logrado la perfección asignada y deseada y ha podido manifestarse en la tierra
como un Hijo de Dios que actúa correctamente.
martes, 3 de septiembre de 2013
QUINTA INICIACIÓN: "LA REVELACIÓN"
La Quinta Iniciación Mayor
“LA REVELACIÓN Y LA RESURRECCIÓN”
F. Redondo
“Una iniciación es una expansión de conciencia, un medio de
abrir la mente y el corazón al reconocimiento de lo que ya existe en la
realidad. Como proceso viviente, la iniciación es experimentada por todas las
formas de vida, grandes y pequeñas, desde lo universal hasta lo particular.”
Después de la cuarta Iniciación, ya no queda mucho por hacer. El
dominio del sexto subplano prosigue rápidamente, y se coordina la materia de
los subplanos superiores del búdico. Se admite al iniciado en más estrecho
trato con la Logia y su contacto con los devas es más completo. Va agotando
rápidamente los recursos de la Sala de la Sabiduría, y dominando los más
intrincados planes y esquemas. Se convierte en adepto en cuanto se refiere al
color y al sonido; puede operar con la ley en los tres mundos, y entrar en
contacto con su mónada con mayor libertad que la de la mayoría de la especie
humana para entrar en contacto con el Ego. Tiene también a su cargo mucho
trabajo; enseña a discípulos, ayuda en muchos planes y reúne bajo su dirección
a quienes han de auxiliarle en tiempos venideros. Esto se refiere tan sólo a
los que se quedan en este mundo para ayudar a la humanidad.
El iniciado pasa entonces por la Quinta Iniciación simbolizada
por la Resurrección del Cristo y llaga a ser el Jivamnukta, la "vida
liberada" del Hindú; el asekha, el que ya nada tiene que aprender, según
el Budismo. Habiendo cumplido el ciclo de humanidad y llenado el ideal del Divino
Humano, es ahora el Hombre Perfecto, Maestro de la vida y de la muerte, libre
de todas las ligaduras que puedan atarle, y con todos los poderes conferidos a
él en los cielos y en la tierra. Ha nacido por la última vez y ha alcanzado la
salvación final. Ha llegado a ser "un pilar en el templo de mi Dios el
cual jamás saldrá de allí", y ha logrado ya “la estatura de la plenitud
del Cristo”.
Habiendo cumplido su peregrinación, el Adepto ve, ahora ante sí,
según ya se dijo, siete caminos, siete senderos de gloria y de poder, que lo
conducirán hacia los grandes reinos de la vida superfísica, todos los cuales,
excepto uno, lo libran para siempre de la carga de la carne humana, y se extienden
muy lejos de nuestra tierra. A medida que él contempla estos siete senderos,
dentro de la exquisita música que lo rodea, surge un sonido de angustia y de
dolor, escucha Él el grito del mundo en su miseria, en su obscuridad, en su
agotamiento espiritual, en su degradación moral, el grito de la humanidad
esclavizada, y mira la incierta búsqueda del ignorante, del desamparado y del
ciego. Entonces, movido a compasión y por su antigua simpatía hacia la
humanidad de la cual Él es ya una flor, se vuelve hacia atrás, hacia el mundo
que ha dejado, y en lugar de desechar el peso de la carne lo toma de nuevo,
para soportarla aún, a fin de poder ayudar a la humanidad. Hollando el Sendero
de Santidad, Él ha alcanzado la perfección, ha vencido a la muerte y
conquistado la inmortalidad. Ha logrado la Libertad y vive ahora en lo Eterno.
Pero, siendo perfecto, permanece Él para ayudar a quienes somos aún
imperfectos; habiendo Él realizado la Eternidad, se queda entre las sombras del
tiempo hasta que nosotros también la realicemos.
Y si él decide, observando y meditando sobre esos siete caminos
que se presentan ante él, recorrer el que transcurre en nuestra vida y evolución
planetaria, se convierte en lo que nosotros llamamos MAESTRO DE SABIDURÍA, un
lazo entre Dios y el Hombre; un Espíritu liberado, deseoso de soportar aún el
fardo de la carne, a fin de no perder el contacto con la humanidad que ama, y
de ponerse a sí mismo al servicio de ella por el acto supremo de renunciación,
permaneciendo en la esclavitud hasta que estén libres, y yendo al Nirvana
cuando todos puedan ir mano a mano con él. Él y otros como él, elevándose en
grado, más allá del grado de sabiduría y poder superhumanos, forman la Oculta
Jerarquía que consta de los Guardianes del mundo, Quienes permanecen con
nosotros para dirigir, enseñar, guiar y definitivamente ayudar a la humanidad a
lo largo del difícil camino de la evolución humana.
Se dice que cuando uno de nuestra Humanidad alcanza la
Perfección. Toda la Naturaleza se estremece de gozosa reverencia y se siente
conquistada. La estrella de plata titila la nueva a las flores nocturnas, el
arroyuelo la murmura a los guijarros, las obscuras olas del Océano la bramarán
a las batidas rocas, las perfumadas brisas la cantan a los valles, los soberbios
pinos susurran misteriosamente: "un Maestro ha surgido, un Maestro del
día". Un Maestro puede trabajar a través de un cuerpo físico o no, como lo juzgue conveniente. Funciona,
ahora en un cuerpo de luz que posee, su propio tipo de sustancia. Sin embargo,
el Maestro puede construir un cuerpo que le permitirá acercarse a Sus
discípulos que entran y también a los que han recibido las iniciaciones superiores;
cuando es necesario construirá normalmente Su cuerpo a semejanza de la forma
humana, haciéndolo instantáneamente y por un acto de la voluntad. La mayoría de
los Maestros que trabajan definidamente con la humanidad, conservan el antiguo
cuerpo en que recibieron la quinta iniciación, o sino construyen, con sustancia
física, el "mayavirupa" o cuerpo de maya. Este cuerpo aparecerá en la
forma que tuvo originalmente al recibir la iniciación.
Cuando hemos alcanzado el estado Crístico, ¿se han regenerado
todas las células de nuestro cuerpo? Durante la última fase del proceso
evolutivo -el Sendero de Iniciación- tiene lugar una transformación en la
estructura celular de los sucesivos cuerpos del iniciado. Se absorbe cada vez
más materia de naturaleza subatómica (es decir de luz) que gradualmente
reemplaza a la materia de sustancia atómica. En la quinta iniciación -la
Resurrección- el proceso se ha completado, y el Maestro realizado en Dios ha
logrado Su meta sobre este planeta: Él y Su cuerpo son perfectos e
“incorruptibles”, como se denomina en la Biblia cristiana.
lunes, 2 de septiembre de 2013
La Cuarta Iniciación Mayor “LA RENUNCIACIÓN y LA CRUCIFIXIÓN”
La Cuarta Iniciación Mayor
“LA RENUNCIACIÓN y LA
CRUCIFIXIÓN”
F. Redondo
“Una iniciación es una expansión de conciencia, un medio de
abrir la mente y el corazón al reconocimiento de lo que ya existe en la
realidad. Como proceso viviente, la iniciación es experimentada por todas las
formas de vida, grandes y pequeñas, desde lo universal hasta lo particular.”
En la terminología budista se llama Arhat al que ha recibido la
cuarta iniciación, y significa el capaz, el benemérito, el venerable, el
perfecto. Los hinduistas le llaman el paramahamsa, el que está más allá del
hamsa. Los libros orientales encomian muchísimo al iniciado de la cuarta porque
conocen que se halla en altísimo nivel. En la simbología cristiana la cuarta
iniciación está representada por las angustias sufridas en el huerto de
Getsemaní, la crucifixión. La cuarta iniciación difiere de las demás en su
extraño doble aspecto de sufrimiento y victoria. La Crucifixión con todos los
sufrimientos que la precedieron sirvió para simbolizar el aspecto aflictivo,
mientras que el aspecto gozoso está representado por la Resurrección y el
triunfo sobre la muerte. En esta etapa siempre hay sufrimiento físico, astral y
mental, ludibrio de las gentes, hostilidad del mundo y aparente fracaso, pero
también hay siempre en los planos superiores, el esplendente triunfo
desconocido para el mundo exterior. La especial índole del sufrimiento que
aflige al candidato en esta cuarta iniciación elimina cuantos residuos kármicos
puedan interponerse todavía en su camino, y la paciencia y alegría con que lo
soporte contribuirán valiosamente a fortalecerle el carácter y ayudarle a
determinar su grado de utilidad en la obra que le aguarda. El antiguo proverbio
que dice “no hay corona sin cruz” puede interpretarse en el sentido de que sin
el descenso del hombre a la materia, sin atarse a ella como a una cruz, sería
imposible para él resucitar y recibir la corona de gloria.
Desde esta cuarta etapa es consciente el arhat en el plano
búdico aunque actúe en el físico, y al dejar este último durante el sueño o el
éxtasis, se transfiere su conciencia a la inefable gloria del plano nirvánico.
Entre la Tercera y Cuarta Iniciaciones, existe El Golfo del
Silencio; durante el cual el iniciado se siente sólo, suspendido en el vacío,
sin nada en la tierra en qué confiar, sin nada en el cielo a qué aclamar, y aún
con la visión de lo supremo enturbiada y apocada, según se simboliza por la
Agonía en el Huerto. Siguiendo adelante, a través de las etapas de la Pasión,
se ve a sí mismo traicionado, negado, rechazado, sostenido sobre la cruz de la
agonía para que todos los hombres se burlen de él y lo desprecien; escucha la
censura de sus enemigos: "Salvó a otros y Él mismo no pudo salvarse",
prorrumpe en aquel grito desgarrador del corazón: "Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?" Sé encuentra a sí mismo en aquella completa
soledad para siempre, y al perder al Dios fuera de Él, lo encuentra finalmente
dentro de sí. Entonces se cumple la
Cuarta Iniciación (la crucifixión y la resurrección del Cristo) Ya es quien ha
llegado a ser el Cristo crucificado y, por consiguiente, el auxiliador del
mundo. Para él, la soledad terminó por completo porque ha encontrado la Vida
Una y la conoce para siempre. Llegó a ser, de acuerdo con la fraseología Hindú,
el "Pararnahansa", "aquel que está más allá del Yo y Él",
donde ya no existe ni aún la distinción entre "'Yo" y "Él",
sino donde únicamente existe el "Uno"; y, de acuerdo con la
nomenclatura Budista, el "Arhat", el Venerable, el Perfecto, el
Digno, sin ninguna otra encarnación obligatoria para él. En lo sucesivo su
conciencia del plano Búdico subsiste mientras permanece aún en el cuerpo físico
y cuando abandona ese cuerpo durante el sueño o trance, pasa instantáneamente a
la inenarrable gloria del plano Nirvánico.
La Iniciación de la Crucifixión tiene un rasgo instructivo
sobresaliente, conservado para nosotros en el nombre dado frecuentemente a la
cuarta iniciación: La Gran Renunciación. Una enorme experiencia es concedida al
iniciado en este momento; comprende (porque ve y sabe) que el antakarana ha
sido exitosamente completado y que allí hay una línea directa de energía desde
la Tríada espiritual hasta su mente y cerebro, vía el antakarana. Esto pone en
el primer plano de su conciencia, el reconocimiento repentino y asombroso de
que el alma misma, el cuerpo egóico en su propio nivel, y lo que durante edades
ha sido la supuesta fuente de su existencia, su guía y mentor, ya no es
necesario; como personalidad fusionada con el alma tiene ahora relación directa
con la Mónada el Espíritu.
La evolución misma es un proceso de abandono, de renunciación.
El símbolo de todo este proceso es la Crucifixión, la Gran Renunciación. Ésta,
la cuarta iniciación, probablemente sea la más culminante de las cinco que
conducen a la Maestría. No necesariamente la más difícil, sino la más
culminante. Se dice que la más difícil es la segunda, como cual-quiera que se
acerque a ella sabrá de sobra, por tenérselas que ver con el cuerpo astral, y
con todos sus poderosos mecanismos de respuesta. Es muy difícil controlar todo
eso, y recibir, por tanto, la segunda iniciación. Pero la culminante, la que
realmente alcanza la divinidad a la que aspiramos, es la cuarta iniciación.
En la cuarta iniciación, el alma misma, el Ángel solar que ha
sido el divino intermediario entre la Mónada, y su reflejo en el plano físico, la personalidad, ya no se necesita
más, y entonces el Ángel Solar emprende el vuela al Sol, a su hogar, dejando al
hombre en perfecta comunicación con Su Verdadero Ser.
domingo, 1 de septiembre de 2013
Tercera Iniciación Mayor “LA TRANSFIGURACIÓN”
La Tercera Iniciación Mayor
“LA TRANSFIGURACIÓN”
F. Redondo
“Una iniciación es una expansión de conciencia, un medio de
abrir la mente y el corazón al reconocimiento de lo que ya existe en la
realidad. Como proceso viviente, la iniciación es experimentada por todas las
formas de vida, grandes y pequeñas, desde lo universal hasta lo particular.”
La Tercera Iniciación está representada en el simbolismo
cristiano por la Transfiguración de Cristo en el monte Tabor ante sus
discípulos. Se transfiguró de modo que «su rostro brillaba como el sol y sus
vestidos eran blancos como la luz, tan sumamente blancos como la nieve, hasta
el punto de que ningún batanero de la tierra fuera capaz de darles mayor
blancura». Esta descripción sugiere el concepto del Augoeides, el hombre
glorioso, y pinta exactamente lo que sucede en la tercera iniciación, porque
así como la segunda concierne principalmente a la desenvoltura del cuerpo
mental, la tercera se relaciona con el del causal. El Ego (Ama) se pone en más
íntimo contacto con la mónada y en verdad así se transfigura. Aún la misma personalidad recibe la influencia de
esta maravillosa efusión.
En la Tercera Iniciación, toda la personalidad se sumerge
completamente en la suprema Luz. Después de esta Iniciación la Mónada, el
Espíritu guía definidamente al Ego, al Alma, infiltrando crecientemente Su vida
divina en el predispuesto y purificado canal. Después de la segunda Iniciación
asciende de nivel la enseñanza. El iniciado aprende a dominar el vehículo
mental; aduce la capacidad de operar con la materia mental y aprende las leyes
de construcción del pensamiento creador. Actúa libremente en los cuatro
subplanos inferiores del plano mental; y antes de la tercera Iniciación debe dominar
consciente o inconscientemente los cuatro subplanos inferiores, de los tres
mundos. Profundiza su conocimiento del microcosmos y domina teórica y
prácticamente en gran medida las leyes de su propia naturaleza.
De nuevo se señala una visión del porvenir. El iniciado está
dispuesto en todo momento a reconocer a los demás miembros de la Gran Logia
Blanca, estimular sus facultades psíquicas y la vitalización de los centros de
la cabeza. Hasta pasada esta iniciación no es necesario, ni aconsejable,
desarrollar las facultades sintéticas de clariaudiencia y clarividencia, ni
trabajar en el ascenso de la energía KUNDALINI. La finalidad de todo desarrollo
es el despertamiento de la intuición espiritual; y una vez lograda, cuando el
cuerpo físico es puro, el cuerpo astral estable y firme, y está dominado el
cuerpo mental, entonces el iniciado puede manejar y usar sabiamente las
facultades psíquicas en auxilio de la raza, y, además, es ya capaz de crear y
vitalizar claras y bien definidas formas de pensamiento, pulsando en ellas el
espíritu de servicio sin sujeción al deseo ni a la mente inferior. Estas formas
de pensamiento no serán (como las creadas por la generalidad de los hombres)
formas sin cohesión, relación ni unión, sino que alcanzarán un alto grado
sintético. Ardua e incesante ha de ser la obra, antes de que esto pueda
hacerse, pero una vez estabilizada y purificada la naturaleza de deseos, es más
fácil el dominio del cuerpo mental.
Pero cuando el iniciado realiza mayor progreso y ha traspuesto
dos iniciaciones ocurre un cambio. El Señor del Mundo, el Anciano de los Días,
el inefable Regente confiere la tercera Iniciación. ¿Por qué es esto posible?
Porque el cuerpo físico, plenamente consagrado, ya puede soportar con seguridad
las vibraciones de los otros dos cuerpos, cuando vuelvan a su refugio a causa
de la presencia del Rey; porque el astral purificado y el mental dominado ya
pueden presentarse con seguridad ante el Rey. Cuando ya purificados y dominados
pueden mantenerse a pie firme, y por vez primera vibran conscientemente ante el
rayo de la mónada, entonces se permite y logra la capacidad de ver y oír; Y la
facultad de leer y de comprender los anales puede emplearse con seguridad,
puesto que al mayor conocimiento acompaña mayor poder. El corazón es ya
suficientemente puro y amoroso y el intelecto lo bastante estable para resistir
la tensión de conocer.
Algunos Apuntes:
Desde un punto de vista JERÁRQUICO la TERCERA INICIACIÓN, es
considerada como la PRIMERA verdaderamente importante. Ya que es la que vincula
estrechamente al hombre, hasta ahora inferior, con su aspecto más elevado o
"YO DIVINO", el ESPÍRITU del hombre.
A nota de introducción CÓSMICA, consideremos que nuestro Esquema
Planetario está unido internamente a otros Esquemas y Sistemas Planetarios,
siendo el SISTEMA DE SIRIO un punto vinculante en el Sendero que eligen algunos
Maestros de nuestra humanidad para seguir evolucionando y sirviendo. Es
precisamente en este ESQUEMA DE SIRIO, donde nuestra Tercera gran Iniciación es
su PRIMERA.
También recordaremos, que es en la TERCERA INICIACIÓN en donde
tiene lugar de una forma natural la ASCENSIÓN DE LA ENERGÍA KUNDALÍNICA o Fuego
Serpentino situada en la base de la espina dorsal. Hasta entonces su prematuro
despertar puede, y de hecho ocasiona a menudo, muchos trastornos en el ser
humano. Cuando los instintos están dominados, las emociones subyugadas y el
vehículo mental integrado con el ALMA, es cuando el CANAL CENTRAL está
preparado, y el FUEGO ÍGNEO puede circular por él, quemando los velos y
potenciando los chakras del hombre de una forma natural y rítmica.
El encargado de conferir las dos primeras iniciaciones es el
Cristo. Él es el Hierofante el cual a través de la aplicación del Cetro de
Poder confiere las dos primeras Iniciaciones. Por esa razón existe en la
simbología cristiana el dogma que “…sólo a través del Cristo se puede llegar al
Padre”. Sin embargo, ya en las sucesivas iniciaciones Mayores, desde la Tercera
en adelante el Iniciador o Hierofante es el propio Señor del Mundo, Sanat
Kumara el que utiliza el Cetro Iniciador.
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