Mi lista de blogs y bibliotecas

jueves, 12 de diciembre de 2013

CARTAS ROSACRUCES (VII) “LOS HERMANOS”



CARTAS ROSACRUCES  (VII)  “LOS HERMANOS”
Lo  que  sigue  a  continuación  son  extractos  de  una  carta  (oculta)  escrita  a  K.  von Eckhartshaussen. La carta es de 1801, y carece de firma. 
Para satisfacer tu deseo de obtener noticias acerca del Circulo Interno de los Hermanos, te comunicamos lo siguiente: no preguntes quiénes son las personas que han escrito estas cartas; luzca el valor de los escritos por sus propios méritos. Considera el espíritu con el que están escritas y no meramente las palabras en ellas contenidas. No nos mueve motivo egoísta alguno; es la luz que dentro de nosotros existe lo que nos instiga a obrar. Es esta luz interna la que nos impulsa a escribirte, y nuestras credenciales son las verdades que poseemos, que serán fácilmente reconocidas por todos aquellos para quienes la verdad es todo. Te las comunicaremos en la medida en que seas capaz de recibirlas, y estás en libertad de aceptar o de no aceptar lo que te digamos; porque la Sabiduría Divina no clama por admisión, es una luz que brilla con tranquilidad eterna, y que espera pacientemente el día en que es reconocida y se la admite. 
Nuestra comunidad ha existido desde el día primero de la creación [1] y continuará existiendo hasta el último; es la Sociedad de los Hijos de la Luz y sus miembros son aquellos que conocen la luz que brilla en el interior y el exterior de las tinieblas; nosotros conocemos la naturaleza del destino del hombre; nosotros tenemos una escuela en la cual la misma sabiduría Divina es el Maestro, y ella enseña a todos aquellos que desean la verdad, por la verdad misma y no meramente en razón de cualquier beneficio mundano que pueda resultar de su posesión. Los misterios explicados en aquella escuela, se refieren a cada una de las cosas que es posible conocer con respecto a Dios, a la Naturaleza y al Hombre; todos los antiguos sabios han aprendido en nuestra escuela, y ninguno ha aprendido jamás la sabiduría en otro lugar. Entre sus miembros, los hay que son habitantes también de otros mundos distintos de éste. Ellos están esparcidos por el universo entero pero un Espíritu Único es quien los une, y las diferencias de opiniones entre ellos no existen. Todos estudian un solo libro, y el método de estudio es para todos el mismo. 
Nuestra sociedad se halla compuesta de Elegidos, o sea de aquellos que buscan la luz y que son capaces de recibirla, y aquel que posee la mayor receptividad para aquella luz, es nuestro Jefe. Nuestro punto de reunión es conocido intuitivamente por cada miembro, y fácilmente alcanzado por todos, importando bien poco el lugar en donde residan. Está muy cerca, y sin embargo se halla oculto a los ojos del mundo, y nadie puede encontrarlo como no sea un iniciado. Aquellos que están maduros, pueden entrar; aquellos que no lo están, tienen que esperar. 
Nuestra orden tiene tres grados. Al primero se llega por el poder de la inspiración divina, al segundo por medio de la iluminación interior y al tercero y más elevado, gracias a la contemplación y la adoración. En nuestra Sociedad no existen ni disputas ni controversias, ni especulaciones, ni sofismas, ni dudas, ni escepticismos, y aquel a quien se le presenta la mejor oportunidad para hacer el bien, es el más feliz entre nosotros. Estamos en posesión de los misterios más grandes, y sin embargo, no somos ninguna Sociedad secreta, porque nuestros secretos son un libro abierto para cada uno que se encuentre en disposición de leer en él. El secreto no es debido a tener nosotros poco deseo de enseñar; débese a la debilidad de aquellos que piden que se les enseñe. Nuestros secretos ni pueden ser comprados por dinero alguno ni pueden ser públicamente demostrados; son comprensibles únicamente por aquellos cuyos corazones son capaces de recibir sabiduría y amor fraternal y en quienes estos poderes han comenzado a despertar. Aquel en quien el fuego sagrado ha comenzado, es  feliz  y  está  contento.  Él  percibe  la  causa  de  las  miserias  humanas  y  la  necesidad inevitable del mal y de los sufrimientos; su visión clara le permite ver el fundamento de todos los sistemas religiosos y reconoce a estos últimos como modificaciones de verdades relativas, que no han entrado todavía en equilibrio gracias a no haber obtenido aún los conocimientos necesarios para ello. 
La  humanidad  vive  en un  mundo  de  símbolos,  cuya  significación  no es  comprendida todavía por muchos; pero se acerca el día en que el espíritu viviente que encierran estos símbolos, será conocido en general y revelados los sagrados misterios. Perfecto conocimiento de Dios, perfecto conocimiento de la naturaleza y perfecto conocimiento del hombre, son las tres luces que sobre el altar de la verdad iluminan el santuario del templo de la sabiduría.  
Existe sólo una religión fundamental y una fraternidad universal tan sólo. Formas externas, sistemas y asociaciones religiosas, todo son cáscaras bajo las cuales una porción de la verdad permanece oculta, y estas cosas externas son únicamente verdaderas en la medida en que  representan  las  verdades  que  en  su  interior  encierran.  Son  necesarias  para  todos aquellos que no han obtenido todavía el poder de reconocer la verdad invisible e informe, a menos que un símbolo la represente, y el hacerles comprender poco a poco que la verdad, aunque para ellos invisible, existe, es dar lugar a que en ellos nazca esta creencia que servirá a manera de base desde la cual su fe, o sea su conocimiento espiritual, podrá comenzar a desenvolverse; pero si las formas externas de un sentimiento religioso representan verdades internas que no existen en aquel sistema, entonces no representan más que mojigangas desvergonzadas. Existen tantos errores como formas y teorías existen, porque  las  teorías  pueden  ser  sólo  relativamente  ciertas,  y  siendo  infinita  la  verdad absoluta, no puede ser circunscrita a una forma limitada. Los hombres han tomado equivocadamente la forma por el espíritu, el símbolo por la verdad, y de esta equivocación han brotado errores infinitos. Estos errores no pueden ser corregidos por medio de denuncias, ni con ardientes controversias, ni asumiendo una actitud hostil contra aquellos que viven en el error; las tinieblas no pueden ser desvanecidas combatiéndolas con armas; es la luz quien acaba con ellas, y allí donde entra el saber, cesa la ignorancia. 
En este siglo presente, que acaba de comenzar, aparecerá la luz.. Cosas ocultas durante siglos serán conocidas, muchos velos serán descorridos, y será revelada la verdad que existe en la forma y más allá de ella; la humanidad como un todo se acercará más a Dios. No podemos decirte ahora por qué tendrá lugar esto en este siglo; nos limitaremos únicamente a decir que para cada una de las cosas existe su tiempo y su lugar correspondiente, y que todas las cosas en el Universo se hallan reguladas por una ley divina de orden y de armonía. Primero vino el símbolo que contenía la verdad, vino después la explicación del símbolo, y después de esto, la verdad misma será recibida y conocida; no de otra manera a un árbol se le ve y se le percibe después que de la semilla ha brotado, siendo la semilla el símbolo en el cual su entero carácter permanecía sintetizado. Nuestro deber es prestar ayuda al nacimiento de la verdad, y abrir las cáscaras en las cuales la verdad se halla contenida, reavivando en todas partes los jeroglíficos muertos. Hacemos nosotros esto, no por nuestro propio poder, sino gracias al poder de la Luz, que obra en nosotros a manera de instrumento. 
Nosotros no pertenecemos a secta alguna, no tenemos otra ambición que satisfacer, no deseamos ser conocidos, ni somos de aquellos a quienes disgusta el presente estado de cosas en el mundo y que desean gobernar para imponer sobre la humanidad sus opiniones. No existe persona ni partido alguno que influya sobre nosotros, ni esperamos premio personal por nuestros trabajos. Poseemos una Luz, que nos permite conocer los misterios más profundos de la Naturaleza, y un Fuego poseemos que es el que nos alimenta, y por medio del cual podemos obrar sobre todas cuantas cosas en la naturaleza existen. Poseemos las claves para todos los secretos, y el conocimiento del lazo que une nuestro planeta con los otros mundos. Nuestra ciencia es una Ciencia Universal, porque abraza el universo entero, y su historia comienza con el día primero de la creación. Estamos en posesión de todos los antiguos libros de sabiduría. Todo en la naturaleza se halla sujeto a nuestra voluntad, porque nuestra voluntad es una con la del Espíritu Universal, que es la potencia motriz del universo entero, y el origen eterno de toda vida. No necesitamos de informe alguno, ya sea de hombres, ya sea de libros, porque tenemos el poder de percibir todo cuanto existe, y el de leer en el libro de la naturaleza, libro en el cual no existen errores. En nuestra escuela se enseña todo, porque la Luz que ha producido todas las cosas es nuestro Maestro. 
Podemos hablarte de lo más maravilloso que conocemos nosotros, lo cual está tan por completo fuera del alcance aun del filósofo más erudito de nuestros tiempos como lo está el Sol de la Tierra; pero que está tan cercano a nosotros como lo está la luz del espíritu del cual emana; pero no es nuestra intención el excitar tu curiosidad. Deseamos crear dentro de ti la sed de sabiduría y el hambre de amor fraternal, a fin de que puedas abrir tus ojos a la luz, y contemplar por ti mismo la verdad divina. No nos corresponde a nosotros el acercarnos a ti y abrir tu entendimiento; es el poder de la verdad misma el que entra en el corazón; es el desposado divino del alma quien llama a la puerta, y muchos son los que no lo quieren admitir porque se encuentran sumidos en las ilusiones de la existencia externa. 
¿Deseas llegar a ser un miembro de nuestra Sociedad? Si es así, penetra en tu corazón. ¿Deseas  conocer  a  los  Hermanos?  Si  es  así,  aprende  a  conocer  a  la  divinidad manifestándose por si misma dentro de tu propia alma. Busca dentro de ti aquello que es perfecto, inmortal y no está sujeto a cambio alguno, y cuando lo hayas encontrado, habrás entrado en nuestra Sociedad y nos conocerás a nosotros. En nuestro círculo no pueden admitirse imperfecciones de ningún género, y antes de que puedas entrar en él tienes que arrojar de ti todas las imperfecciones de tu naturaleza. Los elementos corruptibles de tu interior deben ser consumidos por el fuego del Amor Divino. Debes ser bautizado con el agua de la verdad, y estar revestido de una sustancia incorruptible que es producida por pensamientos puros. El interno sensorium debe ser abierto a la percepción de las verdades espirituales, e iluminada la mente por la sabiduría divina. Entonces se desarrollarán dentro de tu propia alma grandes poderes, ahora para ti desconocidos, y podrás entonces vencer el mal. Tu entero ser será restaurado y transformado en un ser de luz, y tu cuerpo servirá de mansión para el espíritu divino. 
Preguntas tú, ¿cuáles son nuestras doctrinas? No tenemos ninguna para proclamar, porque cualquiera que sea la que presentemos, no puede ser para ti más que una opinión dudosa, durante tanto tiempo como carezcas del conocimiento de ti mismo. Este conocimiento tiene que ser obtenido por medio de la instrucción externa y debe ir desarrollándose dentro de ti mismo.  Interroga  al  espíritu  divino  en  tu  interior,  abre  tus  sentidos  internos  a  la comprensión de lo que dice, y contestará a tus preguntas. Todo cuanto podemos hacer es darte algunas teorías para que las consideres y examines. No para que las creas meramente porque proceden de nosotros, sin examinarlas antes y quedar de ellas satisfecho, sino para que puedan servirte a manera de jalones y señales durante tus excursiones por el laberinto del examen propio. 
Una de las proposiciones que deseamos someter a tu consideración es que la humanidad, como un todo, no será feliz de un modo permanente hasta que haya absorbido el espíritu de la sabiduría divina y del amor fraternal. Cuando esto tenga lugar, las coronas de los que rigen el mundo serán razón pura y no adulterada, sus cetros serán amor; serán ungidos con poder para libertar a los pueblos de la superstición y de las tinieblas, y las condiciones externas de la humanidad mejorarán después de que haya tenido lugar el perfeccionamiento interno. La pobreza, el crimen y la enfermedad desaparecerán entonces. 
Otra proposición es que una de las causas por las que no son los hombres más espirituales e inteligentes, se debe a la grosería y densidad de las partículas materiales que componen sus cuerpos, que impiden la libre acción del elemento espiritual en ellos contenido, y que cuanto más groseramente vivan, y cuanto más se dejen dominar por los placeres sensuales, animales y semianimales, tanto menos serán capaces de lanzarse en pensamiento a las regiones superiores del mundo ideal y de percibir las eternas realidades del espíritu. Mira las formas humanas que por las calles encuentras; repletas de carne llena de impurezas animales y con el sello de la intemperancia y de la sensualidad impresos en sus rostros, y pregúntate a ti mismo, si están o no adaptadas para las manifestaciones internas de la sabiduría divina. 
También decimos nosotros que espíritu es sustancia, realidad. Sus atributos son: indestructibilidad, impenetrabilidad y duración. Materia es una agregación, que produce la ilusión de la forma; es divisible, penetrable, corruptible, y está sujeta a cambios continuos. El reino espiritual es un mundo indestructible actualmente existente, cuyo centro es el Cristo (el Logos) y sus habitantes son poderes conscientes e inteligentes; el mundo físico es un mundo de ilusiones, que no contiene verdad absoluta alguna. Cada una de las cosas existentes dentro del mundo externo son sólo relativas y fenoménicas; es este mundo, por decirlo así, la pintura sombría del mundo interno y real, producida por la luz del espíritu viviente que obra en el interior y en el exterior de la materia animada. 
La inteligencia inferior del hombre toma sus ideas prestadas del reino siempre inestable de lo sensual, y hállase, por lo tanto, sujeta a un cambio continuo; la inteligencia espiritual del hombre, o sea su intuición, es un atributo del espíritu, y por lo tanto inmutable y divina. Cuanto más etéreas, refinadas y movibles sean las partículas que el organismo físico del hombre constituyen, con tanta mayor facilidad penetrará en ellas la luz divina de la inteligencia y la sabiduría espiritual. 
Un sistema racional de educación tiene que fundarse en un conocimiento de la constitución física,  psíquica  y  espiritual  del  hombre,  y  será  únicamente  posible  el  día  en  que  sea conocida por completo la entera constitución del hombre, y no meramente el aspecto material de la misma, sino además su aspecto espiritual. El aspecto externo de la constitución humana puede ser estudiado valiéndose de métodos externos, pero el conocimiento de su organismo invisible puede sólo ser obtenido por medio de la introspección y del estudio de sí mismo. El más importante consejo que tenemos para darte es, por lo tanto;

APRENDE A CONOCER TU PROPIO YO
Las proposiciones anteriores son suficientes para que las medites y examines a la luz del espíritu, hasta que recibas más enseñanzas.



NOTAS:

Se dice que aquellos Hijos de Manu, Nacidos de la Mente que no procrearon, y cuya misión fue instruir a la humanidad, formaron la primera Sociedad Oculta, y que todos los Adeptos, desde entonces, trazan su descendencia a uno y a otro de los Hijos de la Mente del Primer Señor.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

CARTAS ROSACRUCES (V) “LOS ADEPTOS”




CARTAS ROSACRUCES  (V)  “LOS ADEPTOS



En la contestación a mi carta última, has manifestado la opinión de que el exponente de espiritualidad (significando intelectualidad y moralidad combinadas) exigido por nuestro sistema de filosofía es en exceso elevado para que el hombre pueda alcanzarlo, y dudas tú si alguien ha llegado alguna vez a él. Permite que te diga que muchos de aquellos a quienes la Iglesia cristiana llama santos, y otros muchos que no han pertenecido jamás a aquella Iglesia y a quienes se acostumbra llamar "paganos", han obtenido aquel estado, y por lo tanto han alcanzado poderes espirituales que les han permitido llevar a cabo cosas bien extraordinarias, llamadas milagros.

Si examinas la historia de las vidas de los santos, encontrarás en ellas una gran cantidad de cosas grotescas, fabulosas y falsas, puesto que aquellos que escriben las leyendas conocen bien poco o nada acerca de las leyes misteriosas de la naturaleza; ellos han registrado fenómenos que han tenido lugar, o que por lo menos se cree que han sucedido; pero no pueden ellos explicar las causas que les han dado origen, y han inventado las explicaciones que les han parecido más probables o creíbles, según su manera de pensar. Pero entre todos estos escombros, encontrarás una gran parte de verdad, lo cual viene a demostrar que aun la misma inteligencia de personas sin ilustración puede ser iluminada por la sabiduría divina, si aquellas personas viven pura y santamente. Verás cómo en muchas ocasiones, frailes y monjas, pobres e ignorantes, y según el mundo, sin instrucción, alcanzaron una sabiduría tal, siendo consultados por papas y reyes en asuntos importantes, y cómo muchos de ellos lograron el poder de abandonar sus cuerpos físicos para visitar lugares distantes en sus cuerpos espirituales, formados por la sustancia del pensamiento, y llegaron hasta a aparecer en forma material en puntos remotos. Las ocurrencias de esta especie han sido tan numerosas que, si leemos sus relaciones, cesarán de parecer extraordinarias, y será de todo punto innecesario el mencionar estos casos, puesto que todos ellos son ya bien conocidos. En la Vida de Santa Catalina de Sena en la de San Francisco Javier y en muchos otros libros encontrarás la descripción de semejantes incidentes. La historia profana rebosa también de narraciones referentes a hombres y mujeres extraordinarios, y me limitaré a recordarte la historia de Juana de Arco, que poseyó dones espirituales, y la de Jacobo Boheme, el zapatero ignorante, al cual la sabiduría divina iluminaba.

Dudamos de si puede existir nada más absurdo que el intentar argüir y disputar acerca de semejantes cosas con un escéptico o materialista que niega que sean posibles. El intentarlo equivaldría a disputar acerca de la existencia de la luz con un ciego de nacimiento, ni puede ningún tribunal de ciegos fallar acerca de si la luz existe o no existe. Sin embargo, ha existido y todavía existe, y podemos darles a los ciegos una idea de la misma, pero no podemos probársela científicamente, durante tanto tiempo como permanezcan ciegos a la razón y a la lógica.
En muchos puntos del mundo han sido las gentes degradadas hasta un punto tal por la "civilización moderna" que ha llegado a ser para ellos completamente incomprensible el que una persona pueda verificar acto alguno, sea el que fuera, excepto con el objeto de ganar dinero, obtener comodidades o por afición al lujo; el único móvil de su vida es el hacerse ricos, comer, beber, dormir y volver a comer, y gozar de todo el confort de la vida externa. Sin embargo, semejantes personas no son felices; viven en un estado de fiebre y excitación continuas, corriendo siempre tras de sombras que desaparecen en cuanto se acercan, o que crean deseos más violentos hacia otras sombras, si son asimiladas y absorbidas.

Pero afortunadamente, existen todavía otros en quienes la centella divina de espiritualidad no ha sido velada por la humareda del materialismo, y algunos existen en quienes esta centella se ha convertido en una llama, gracias al soplo del Espíritu Santo, emitiendo una luz que ilumina sus inteligencias y que hasta penetra sus cuerpos físicos de un modo tal que aun un observador superficial puede ver que el carácter de estas personas es extraordinario.

Personas semejantes existen en distintas partes del mundo, y constituyen una Fraternidad, cuya existencia es conocida sólo por muy pocos, ni es de desear que cualesquiera detalles acerca de esta Fraternidad sean conocidos públicamente, puesto que semejantes noticias no harían más que excitar la envidia y la cólera del ignorante y del malvado y poner en actividad una fuerza que ningún daño causaría a los Adeptos, pero sí a aquellas voluntades perversas que contra los Adeptos se levantaran.

Sin embargo, como tú deseas conocer la verdad, no por curiosidad frívola, sino por el deseo de seguir el camino de la misma, me es permitido darte las noticias siguientes [1]:

Los Hermanos de quienes hablamos, viven desconocidos para el mundo; la historia nada sabe acerca de los mismos, y sin embargo, son ellos los más grandes de entre toda la humanidad. Los monumentos que en honor de los conquistadores del mundo han sido erigidos se habrán convertido en polvo; reinos y tronos habrán desaparecido, pero estos elegidos vivirán todavía. Llegará un tiempo en el que el mundo quedará convencido de la indignidad de las ilusiones externas, y empezará a estimar sólo aquello que es digno de ser apreciado;  entonces  será  conocida  la  existencia  de  los  Hermanos  y  se  apreciará  su sabiduría. Los nombres de los grandes de la tierra están escritos en el polvo, los nombres de estos Hijos de la Luz inscritos están en el Templo de la Eternidad. Yo te haré conocer a estos Hermanos, y podrás tú convertirte en uno de ellos.

Estos Hermanos están iniciados en los misterios de la religión, pero no vayas a comprenderme mal, ni a suponer que pertenecen ellos a alguna sociedad secreta exterior, como las que acostumbran a profanar lo que es sagrado, por la verificación de ceremonias externas, y cuyos miembros se llaman a si mismos Iniciados. ¡No! Unicamente el espíritu de Dios es quien puede iniciar al hombre en la Sabiduría Divina e iluminar su inteligencia. Unicamente el hombre puede guiar al hombre al altar donde arde el fuego divino, el segundo debe llegar a él por sí mismo; si desea ser iniciado, debe por sí mismo hacerse digno de obtener dones espirituales, él mismo debe beber en la fuente, que para todos existe, y de la cual nadie es excluido más que aquellos que a sí mismos se excluyan.

Mientras los ateos, materialistas y escépticos de nuestra civilización moderna falsean la palabra "filosofía", con objeto de preconizar como sabiduría divina las elucubraciones de sus propios cerebros, estos Hermanos viven tranquilamente bajo la influencia de una luz más elevada, y construyen un templo para el eterno espíritu, un templo que continuará existiendo después de que más de un mundo haya perecido. Su trabajo consiste en cultivar los poderes del alma; ni el torbellino del mundo externo ni sus ilusiones les afectan; leen las letras vivientes de Dios en el libro misterioso de la naturaleza; ellos reconocen y gozan de las armonías divinas del universo. Mientras los sabios del mundo procuran reducir a su propio nivel intelectual y moral todo lo que es sagrado y exaltado, estos Hermanos se elevan al plano de la luz divina y encuentran en él todo cuanto en la naturaleza es bueno, verdadero y bello. Son ellos los que no se limitan a creer meramente, sino que conocen la verdad por contemplación espiritual o Fe, y sus obras hállense en armonía con su Fe, porque ellos obran bien por amor al bien y porque saben qué es el bien.

No creen que pueda un hombre convertirse en un verdadero cristiano por la mera profesión de una cierta creencia, o por unirse a una Iglesia cristiana en el sentido literal de la palabra. Convertirse  en  un  verdadero  cristiano  significa  convertirse  en  un  Cristo,  elevarse  por encima de la esfera de la personalidad e incluir y poseer en el seno del yo propio y divino de uno mismo todo cuanto existe en los cielos o sobre la tierra. Es un estado que se halla fuera de la concepción de aquel que no lo ha alcanzado; significa una condición en la cual uno es actual y conscientemente un templo en donde la Trinidad Divina, con todo su poder, reside. Unicamente en esta luz o principio al cual nosotros llamamos Cristo, y al cual otras naciones conocen con otros nombres, podemos encontrar nosotros la verdad. Entra en aquella luz, y aprenderás a conocer a los Hermanos que en la misma viven. En aquel santuario residen todos los poderes y los llamados medios sobrenaturales, por cuyo medio la humanidad puede recibir la enera necesaria para que quede restablecido el lazo, en la actualidad quebrantado, que en épocas remotas unía al hombre con la fuente divina de la cual procede. Si los hombres conociesen tan sólo la dignidad de sus propias almas y las posibilidades de los poderes que latentes en las mismas permanecen, el deseo tan sólo de encontrar sus propios egos les llenaría de temor respetuoso.

Sólo existe un Dios, una verdad, una ciencia y un camino para llegar a ella; a este camino se le da el nombre de religión, y por lo tanto, sólo existe una religión práctica, aunque existan mil teorías diferentes. Todo cuanto se necesita para obtener un conocimiento de Dios está contenido en la naturaleza. Todas cuantas verdades la religión de verdad puede enseñar han existido desde el principio del mundo y existirán hasta que el mundo concluya. En todas y cada una de las naciones de este planeta ha brillado siempre la luz en las tinieblas, a pesar de que las tinieblas no la han comprendido. En algunos puntos esta luz ha sido muy brillante, en otros menos, en proporción a la facultad receptiva del pueblo y a la pureza de su voluntad. Siempre que ha encontrado una receptividad grande ha aparecido con gran resplandor y ha sido percibida en un estado mayor de concentración según la capacidad de los hombres para percibirla. La verdad es universal y no puede ser monopolizada por hombre alguno, ni por ninguna colectividad de hombres; los misterios más augustos de la religión, tales como la Trinidad, la caída o diferenciación de la mónada humana,  su  Redención  por  amor,  etc.,  se  encuentran  tanto  en  los  antiguos  sistemas religiosos como en los modernos. El conocimiento de los mismos es el conocimiento del universo; en otras palabras, es la Ciencia Universal, una ciencia que es infinitamente superior a todas las ciencias materiales del mundo, cada una de las cuales entra todo lo más en algún detalle ínfimo de la existencia, pero que deja a las grandes verdades universales, en las que toda existencia se funda, fuera de consideración, y hasta trata quizá semejantes conocimientos con desprecio, porque sus ojos están cerrados a la luz del espíritu.

Las cosas externas pueden ser examinadas con la luz externa; las especulaciones intelectuales requieren la luz de la inteligencia, pero la luz del espíritu es indispensable para la percepción de las verdades espirituales, y una luz intelectual sin la iluminación espiritual conducirá a los hombres al error. Aquellos que deseen conocer verdades espirituales, deben buscar la luz en el interior de mismos, y no esperar que la obtendrán por ninguna especie de  formas  o  ceremonias  externas;  únicamente,  cuando  dentro  de   mismos  hayan encontrado a Cristo, serán dignos del nombre de cristiano [2].

Esta era la religión práctica, la ciencia y el saber de los sabios antiguos largo tiempo antes de que la palabra cristianismo fuese conocida; era también la religión práctica de los primitivos cristianos, que eran gentes iluminadas espiritualmente y verdaderos seguidores de  Cristo.  Sólo  a  medida  que  el  cristianismo  se  hizo  popular  y,  por  consiguiente, comprendió erróneamente el sistema de religión, las interpretaciones falsas han suplantado a las verdaderas doctrinas, y los símbolos sagrados han perdido su significación verdadera. Organizaciones eclesiásticas y sociedades secretas se han apropiado las formas y alegorías exteriores; fraudes eclesiásticos y misticismo han usurpado el trono de la religión y de la verdad. Los hombres han destronado a Dios, y se han colocado ellos mismos en el trono. La ciencia  de  semejantes  hombres  no  es  sabiduría;  sus  experiencias  prácticas  hállanse limitadas por sus sensaciones corpóreas; su lógica hállase fundada en argumentos que son fundamentalmente  falsos,  jamás  han  conocido  ellos  las  relaciones  existentes  entre  el Infinito Espíritu y el hombre finito; ellos se arrogan poderes divinos, que no poseen, induciendo así a los hombres a que busquen en ellos la luz, la cual puede únicamente encontrarse en el interior de uno mismo; ellos engañan al hombre con esperanzas falsas, y aletargándolo en una falsa seguridad, lo conducen a la perdición.

Un tal estado de cosas es la consecuencia necesaria del poder exterior que las modernas iglesias han alcanzado. Demuestra la historia que según una iglesia ha aumentado en poder externo, ha disminuido su poder interno. Ya no puede decir por más tiempo: "No poseo ni oro ni plata", y tampoco a los enfermos "Levántate y anda".

A menos que a los antiguos sistemas se les infunda una nueva vida, su decadencia es segura.  Su  disolución  es  sólo  en  exceso  aparente  en  el  desarrollo  universal  de  las perniciosas supersticiones del materialismo, escepticismo y libertinaje. No puede a la religión infundírsele una vida nueva, dando fuerza al poder externo y autoridad material al clero; debe serle infundida en su centro mismo. El poder central que da vida a todas las cosas y que a todas las pone en movimiento, es el Amor, y sólo estando penetrada por el amor su religión puede ser fuerte y duradera; una religión fundada en el amor universal de la humanidad contendría los elementos de una religión universal.

A menos que el principio de amor sea prácticamente reconocido por la Iglesia no se desarrollará en su seno Cristo alguno, ni adeptos ni guías espirituales verdaderos, y los poderes espirituales que los clérigos pretenden poseer existirán tan sólo en su imaginación. Cese el clero de distintas denominaciones de excitar el espíritu de intolerancia, desista de invitar al pueblo a la guerra y a la sangre, a disputas y querellas. Reconozcan que todos los hombres, pertenezcan a la nación que pertenezcan, y profesen la religión que profesen, tienen un solo origen común, y que un solo destino colectivo es el que les espera, y que todos ellos son fundamentalmente uno, diferenciándose meramente en sus condiciones externas. Entonces, cuando se piense más en el interés de la humanidad que en los intereses temporales  de  las  iglesias,  entonces  la  verdadera  iglesia  recobrará  su  poder  interno; entonces se encontrarán de nuevo en la Iglesia adeptos, Cristos y santos, otra vez se obtendrán dones espirituales, y hechos milagrosos se llevarán a cabo, los cuales serán más a propósito para convencer a la humanidad que todas las especulaciones teológicas acerca de que  más  allá  del  reino  sensible  de  la  ilusión  material,  existe  un  poder  más  elevado, universal y divino, y que, a aquellos que están en posesión del mismo, además de darles derecho de llamarse a mismos divinos, les hace realmente divinos y les permite llevar a efecto actos divinos.

La verdadera religión consiste en el reconocimiento de Dios, pero Dios no puede ser reconocido más que por medio de su manifestación, y aunque toda la naturaleza es una manifestación de Dios, sin embargo, el grado más alto de esta manifestación es la divinidad en el hambre. El hacer a todos los hombres divinos es el objetivo final de la religión, y el reconocer a la Divinidad universal (Cristo) en todos es el medio para lograr aquel fin. El reconocimiento de Dios significa el reconocimiento del universal principio de amor divino. Aquel que reconozca plenamente este principio, no meramente en la teoría sino en la práctica, le serán abiertos sus sentidos internos, y su mente será iluminada por la Sabiduría Espiritual y Divina. Cuando todos los hombres hayan llegado a aquel estado, entonces la luz divina del espirito iluminará al mundo y se reconocida del mismo modo que la luz del sol es universalmente vista. Entonces el saber sustituirá a la opinión, la fe a la nueva creencia, y el amor universal dominará en lugar del amor personal. Entonces serán reconocidas en la naturaleza y en el hombre la majestad del Dios universal y la armonía de sus leyes. Y en las joyas que adornan al trono del Eterno, joyas que conocen los Adeptos, se verá resplandecer la Luz del Espíritu.



NOTAS:

La carta original de donde se ha extractado lo que sigue, fue escrita por Karl von Eckhartshaussen, en Munich, el año
1792.

En alemán un Cristo, significa un cristiano, y también uno que es una encarnación del principio Cristo; ambas palabras son idénticas y ninguna diferencia se hace entre un cristiano y un Cristo.


Última entrada

LA INICIACION Y LOS RAYOS

LA INICIACION Y LOS RAYOS   1. Después de la tercera iniciación, [el hombre] localiza (si corresponde esta palabra tan inadecuada) su alma e...