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sábado, 8 de marzo de 2014
viernes, 7 de marzo de 2014
CONOCIMIENTO, SABIDURÍA Y CONCIENCIA (ACV)
CONOCIMIENTO,
SABIDURÍA Y CONCIENCIA (ACV)
Para
llegar a la vida espiritual se requiere de un proceso que nos ayudará a hollar
el Sendero. Si hay algo que defina el esoterismo con bastante claridad,
podríamos decir que es la ciencia que
estudia la raíz más profunda de todas las cosas, el alma de todas las cosas, la
esencia de todas las cosas. Desde mi punto de vista, el esoterismo es pura
lógica, por eso es que una persona que ame por encima de todo la verdad,
llegará a ser esotérica, y una persona verdaderamente esotérica puede tener
múltiples relaciones de todo orden, humanas, sociales, políticas, económicas,
etc., y en aquello en lo que participe será tenida en cuenta su aportación porque
esa profundización en todas las cosas le hará encontrar la verdad, y precisamente
por amar la verdad siempre será respetuosa con la verdad del otro y encontrará
el equilibrio. Estamos hablando de personas verdaderamente esotéricas.
El
horáculo de Delfos dice: “hombre conócete a ti mismo y conocerás el
universo”. En principio podría ser una
frase más, pero si profundizamos en ella podemos ver que tiene un gran
contenido y que dice una gran verdad. En unas simples palabras nos está
diciendo que cada organismo es el
microcosmos del macrocosmos que es el
Universo, que cada parte que compone el universo es una copia exacta del
propio universo con todas sus cualidades y características, de ahí la
importancia de conocernos a nosotros mismos, como vía para conocer LA VIDA en
toda su extensión y profundidad, y poder participar con plena consciencia y
total conocimiento.
¿Qué es
LA VIDA?: LA VIDA es LA VERDAD, y LA VERDAD ES DIOS, y
siguiendo con las analogías podemos decir que todo es energía y todo es
espíritu. Muy sencillo, pero muy complejo.
Otra
pregunta simple que podemos hacernos, ¿qué son los hijos de los perros?, sin
lugar a dudas son perros; y ¿qué son los hijos de los gatos?, igualmente son gatos.
Lo trasladamos a Dios y nos seguimos preguntando: ¿qué son los hijos de
Dios?......
Otra vez
se nos hace patente la gran importancia
de conocernos, de llegar al alma de todas las cosas, y no para enorgullecernos
de lo que somos ni de los conocimientos que podamos tener, sino para poder
actuar en consecuencia de lo que somos, saber a lo que estamos llamados y dar
la respuesta que se nos pide.
El ser
humano está formado por personalidad y alma. La personalidad está constituida
por el cuerpo físico, el cuerpo emocional o astral, y el cuerpo mental.
¿Qué es
el alma?. La intermediaria entre el espíritu y la materia. No podríamos relacionarnos
con el espíritu sin la intermediación del alma, porque la densidad de la
personalidad, su materialidad, es incompatible con el espíritu. El alma es
nuestro Yo superior, nuestra parte divina y nos ayuda en nuestra evolución
actuando de intermediaria y permitiéndonos la relación con el espíritu.
La
personalidad es el vehículo de expresión del alma, lo cual quiere decir que la
personalidad es importantísima y tiene
un gran trabajo que desarrollar para que el alma pueda manifestarse a través de
ella. Esencialmente somos almas, pero esta realidad ¿cuándo se puede manifestar?.
Cuando la personalidad haya realizado el gran trabajo de alineación,
integración, y transmutación de las energías inferiores en superiores, o lo que
es lo mismo, cuando ya nos hayamos desmaterializado, hayamos redimido la materia, nos hayamos sutilizado y ya
sentimos la necesidad de ponernos a disposición de alma. Entonces ya oímos al
alma y nos enteramos de lo que nos pide y a veces hasta se nos tambalean los
cimientos de esa casa que hemos venido construyendo durante años o vidas, a
base de espejismos, y percibimos que la tenemos que derribar porque nos damos
cuenta de que esa construcción no es correcta, no tiene la materia prima
adecuada y por lo tanto no nos sirve.
Podemos decir
que la personalidad no es tener mucho carácter y decir todo lo que se nos
antoja porque “somos muy sinceros”, eso es bastante fácil, y LA VIDA es mucho
más importante que todo eso. Sí que tenemos que construir una personalidad
fuerte, capaz de superar las exigencias del cuerpo físico, aquietar las
emociones y controlar nuestra mente concreta, porque si no nos hacemos de una
personalidad fuerte difícilmente vamos a
poder responder a las necesidades del alma. Cuando nosotros ya estamos
respondiendo al alma es porque previamente nos hemos trabajado la personalidad.
Todo esto
no se hace con simples conocimientos que, por otra parte, son absolutamente
necesarios. Si no adquirimos conocimientos nos van a faltar argumentos para organizar
y dirigir nuestra mente y como
consecuencia dirigir nuestra vida. Esos conocimientos por sí mismos tampoco nos
valen si no los hacemos nuestros y no los experimentamos en nuestra vida
diaria. Aquí es donde está la verdadera escuela y vamos a ver que ese
conocimiento tan bonito que tanto nos ha alegrado entender y comprender, no es
tan fácil de incorporarlo a nuestra vida
porque nos exige renunciar a muchas cosas. Pero ¿quién ha dicho que la vida
espiritual fuera fácil. Nos dice el Nuevo Testamento que “el camino es
angosto”, y Buda, refiriéndose al Sendero habla del “Noble Sendero medio, el
del filo de la navaja”.
Todos
empezamos la vida espiritual con una gran ilusión y es totalmente lógico y
humano, y tenemos toda la razón para sentir alegría porque estamos iniciando
una etapa de nuestra vida muy importante, fundamental. Todos buscamos la
felicidad y en esos comienzos del camino ya estamos vislumbrado algo grande: LA
VERDAD que es lo que realmente queremos. Como otras tantas cosas en la vida, la
ilusión es un espejismo y todos vamos viendo que aquello en lo que teníamos
tanta ilusión no se ha cumplido conforme a nuestras ideas, aquello era de otra
manera y la vida se encarga de demostrárnoslo.
El
proceso es largo y atravesamos etapas en las que estamos felices en la cima de
la montaña, respirando aire puro y pletóricos de energías, porque estamos
seguros de que nuestra elección es la correcta; pero por bien que estemos en la
cima, hay que bajar al valle y seguir trabajando y seguir construyendo con
buenos cimientos y buenas materias primas, y aunque es un poquito duro seguimos
contentos, porque nuestro ser más
profundo nos dice que estamos en lo que “ES”, en la esencia de la vida, en lo
que tanto hemos buscado y que ya hemos descubierto, sin que nos lo cuente nadie,
ni se nos haya impuesto, y lo hemos descubierto nosotros mismos con nuestro
trabajo de investigación, análisis, discernimiento y discriminación, y llegamos
a ese punto en que sabemos distinguir lo irreal de lo real, y nos sentimos
seguros, y sabemos que el esfuerzo merece la pena.
Ya hemos
dado un paso porque hemos adquirido conocimientos, pero no es suficiente. Esos
conocimientos los tenemos que vivir en nuestra cotidianeidad, tenemos que
experimentar en nuestra vida para poder actuar correctamente en todos los órdenes,
conocer los fallos que tenemos que superar y hacer nuestros esos conocimientos,
y llegará un momento en que dejarán de serlo para convertirse en sabiduría. No
es una obra mágica, es una obra de esfuerzo y trabajo, pero totalmente
compensatorio. Cada trabajo que hacemos con olvido de nosotros mismos y para el
bien de la UNIDAD, tiene su premio, y se nos dice en el Nuevo Testamento que “se
os dará el ciento por uno”. Yo estoy absolutamente segura de que es cierto y lo
he visto en mí misma.
¿Qué es
la conciencia? La conciencia podemos definirla como el resultado de la relación
entre el espíritu y la materia. ¿Qué resultado obtenemos de esa relación
espíritu/materia? Sea el que sea ese
resultado, ese será nuestro nivel de conciencia. Por eso es que todos somos
iguales y solamente tenemos una diferencia, nuestro nivel de conciencia que no
se nos regala, nos lo ganamos nosotros. Tampoco estamos aquí para medir el
nivel de conciencia de unos y otros, pero sin lugar a dudas también se puede
ver y apreciar, no por las palabras, sino por nuestro testimonio. Podemos tener
infinitos conocimientos, pero desgraciadamente, a veces no se corresponde con
el nivel de conciencia.
Finalmente, vamos a transcribir aquí
un fragmento de las conferencias de VBA que explica de una forma muy sencilla
la necesidad ineludible de adquirir conocimiento, el cual, mediante el
proceso correspondiente pasará a convertirse en Sabiduría, en VIDA:
“Interlocutor. — Yo no es una pregunta lo que
quiero formular, en este momento le dejo descansar, quería dar una respuesta a
la hermana que hablaba sobre la existencia posible de varios dioses. En este
caso yo le recomiendo que lea el Génesis, en el cual cuando Adán y Eva
han comido del fruto prohibido del árbol del bien y del mal, o sea, que en
realidad han adquirido conocimiento, entonces el propio Dios les hace salir por
medio del ángel del paraíso y entonces en palabras del propio Dios dice: “que
no sea acaso que coman del árbol de la vida y entonces sean uno como nosotros”,
o sea, que se transformen en dioses. En este caso se aclara su finalidad, ya
que si el hombre tiene primero conocimiento del bien y del mal y para ser
un dios tiene que llegar a conseguir la vida, y la vida se consigue a través de
la sabiduría, a través de la fusión con el Logos. Esto quiere decir que la
finalidad de todo hombre es convertirse en un dios, o sea, que esto lo
encontrará en el Génesis. Gracias.
Vicente. — Muy bien, una aclaración muy
buena.”
Seguramente que de estos dos
párrafos nos pueden surgir algunas dudas, o igual todo lo contrario, que nos
podemos reafirmar en lo que ya habíamos descubierto. Una y otra cosas son
buenas, porque si no tenemos dudas no buscamos, no investigamos y tampoco
descubrimos.
Ana Castro
jueves, 6 de marzo de 2014
OCULTISMO CRISTIANO: CRISTO, LUCIFER Y AHRIMAN Por Rudolf Steiner
OCULTISMO CRISTIANO: CRISTO, LUCIFER Y
AHRIMAN
Por Rudolf Steiner
(GA 107) Conferencia dada en Berlín, el
22 de marzo de 1909
Hoy nos ocuparemos de esta cuestión:
¿Qué saca realmente el hombre moderno de la ciencia espiritual? La respuesta a
esta pregunta se basa en muchas cosas que han llegado a nuestro
conocimiento en el curso de conferencias, sobre todo las dadas el invierno
pasado. La ciencia espiritual puede aparecer, en un primer momento, como una
concepción del mundo entre las muchas otras que existen actualmente. Se puede
argumentar que los enigmas de la existencia están ahí, la gente se esfuerza por
todos los medios posibles a su alcance, sean religiosos o científicos, para
responder a estos enigmas de la existencia en un intento por satisfacer, eso
dicen, su entusiasmo y su deseo de conocimiento. La ciencia espiritual bien
puede ser considerada una filosofía de vida más, ya sea que se haga llamar
materialismo, monismo, animismo, idealismo, realismo, o lo que sea. Se puede
entender como algo que se esfuerza por satisfacer el deseo de conocimiento a la
par que otros conceptos del mundo moderno. Pero esto no es correcto. Aquello
que el hombre adquiere a través de la ciencia espiritual supone algo de valor
positivo y continuo en la vida, algo que no sólo satisface a su pensamiento o a
su sed de conocimiento, sino que constituye un
factor real y potente en la vida misma. Para entender esto debemos mirar a lo lejos y
considerar el curso evolutivo de
la humanidad desde un punto de vista particular.
Muchas veces hemos dirigido nuestra
mirada a los tiempos del gran diluvio Atlante, a los tiempos en que nuestros
antepasados, es decir, nuestras propias almas en los cuerpos de los
antepasados, vivieron en el antiguo continente de la Atlántida entre Europa,
África y América. También hemos mirado aún más atrás, a la época de Lemuria,
cuando las almas de los hombres encarnados en la actualidad estaban en una
etapa de existencia muy inferior a la actual. Ahora vamos a hablar de nuevo de
esta época, recordándonos a nosotros mismos, para empezar, lo
siguiente: El hombre ha alcanzado la etapa actual de su vida de
sentimiento, de su vida de voluntad, de
su inteligencia, y aún más incluso de su
forma, porque los seres espirituales
superiores en el cosmos también
han estado trabajando
sobre la existencia de la tierra.
Hemos hablado de estos seres, ya sean los "Tronos", los
"Espíritus de la Sabiduría", los "Espíritus de Movimiento",
los "Espíritus de la Forma", los "Espíritus de la
Personalidad", y así sucesivamente.
Ellos son los grandes constructores y
arquitectos de la existencia que han conducido a la raza humana hacia delante
paso a paso hasta su etapa actual. Pero tenemos que tener claro en nuestras
mentes que hay otros Espíritus y otros Seres aparte de aquellos que ayudan a la
evolución humana que también han intervenido, hay determinados seres
espirituales que se oponen a las potencias progresivas. Y para cada época –sea
Lemuria, Atlántida, o la época Post-Atlante- se puede indicar qué determinados
seres espirituales pusieron los "obstáculos", seres espirituales que
son los adversarios de aquéllos cuyo único objetivo es el progreso de la
humanidad.
En la época de Lemuria -la primera que
nos ocupa hoy- fueron los seres luciféricos los que intervinieron en la
evolución del hombre, en oposición a las potencias que en ese momento se
esforzaron en ayudarle a evolucionar. En la época de la Atlántida, los
espíritus que se opusieron a las potencias progresivas o regulares fueron los
espíritus de "Ahriman" o
poderes mefistofélicos. Los espíritus ahrimánicos o mefistofélicos –para
emplear los nombres exactos- son los conocidos en la época medieval como los
espíritus de "Satán", que no deben de confundirse con
"Lucifer".
En nuestra época, con el paso del
tiempo, otros seres espirituales de los cuales hablaremos más adelante, se
convertirán en obstáculos en el camino de los espíritus progresivos. Nosotros
nos preguntamos ahora: ¿Qué consiguieron realmente los espíritus luciféricos en
la antigua época Lemúrica?
Estas cuestiones serán de nuestra
consideración hoy desde un punto de vista particular. ¿En qué aspectos
consiguieron el control los espíritus luciféricos durante la época de Lemuria?
La mejor manera para entender esto es echar una mirada hacia atrás sobre el
camino recorrido por la evolución humana.
Ustedes saben que en Antiguo Saturno los
Tronos derramaron su propia sustancia para sentar las primeras bases del cuerpo
físico humano. En Antiguo Sol los Espíritus de la Sabiduría imbuyeron en el
hombre el éter o cuerpo vital. Y en la Tierra los Espíritus de la Forma le
dotaron con el "yo", el ego, con el fin de que, al percatarse de sí
mismo, como ser distinto a su entorno, pudiera convertirse en un ser
independiente. Pero incluso si a través de los hechos de los Espíritus de la
Forma se había convertido en
independiente con respecto al
mundo exterior que le rodea en la tierra, nunca habría llegado a ser
independiente de los mismos Espíritus de la Forma, sino que habría permanecido
dependiente de ellos, y habría sido dirigido por ellos como si dirigieran los
hilos. Que esto no ocurriese se debió a algo que tuvo, en cierto sentido, un
efecto beneficioso, esto es, el hecho de que en la época de Lemuria los seres
luciféricos se pusieron en contra de los Espíritus de la Forma. Fueron estos
seres luciféricos quienes dieron al hombre la perspectiva de la libertad, pero
con ello le otorgaron la posibilidad de hacer el mal, de sucumbir a la pasión y
al deseo en el mundo de los sentidos. ¿Y de qué se apoderaron estos seres
luciféricos en realidad? Ellos se apoderaron de lo que había sido inculcado en
el hombre como su miembro más profundo en ese momento: el cuerpo astral.
Establecieron su base en el cuerpo astral humano y tomaron posesión del mismo.
Si no hubiera sido por la llegada de los seres luciféricos este cuerpo astral
se hubiera mantenido bajo la posesión exclusiva de los Espíritus de la Forma.
Estos hubieran inculcado en este cuerpo astral, las fuerzas que le dan al
hombre su contenido humano y le convierten en una imagen de los dioses, es
decir, de los Espíritus de la Forma. El hombre habría llegado a ser ni más ni
menos que eso, pero su vida habría permanecido dependiente de los Espíritus de
la Forma por toda la eternidad.
Los Seres luciféricos se habían
deslizado, por así decirlo, en el cuerpo astral del hombre, de manera que ahora
dos tipos de seres estaban trabajando en ese cuerpo: los seres que llevan al
hombre hacia adelante y los seres que, a la vez que obstruían ese constante
impulso, habían establecido las bases de su independencia. Si los seres
luciféricos no se hubieran introducido en él el hombre habría permanecido en un
estado de inocencia y de pureza en su cuerpo astral. Ninguna pasión de las que
solo se encuentran en la tierra se habría suscitado en su cuerpo astral. Las
pasiones, impulsos y deseos del hombre fueron densificadas, por así decirlo
envilecidas, por los seres luciféricos. Si no se le hubieran aproximado estos
seres, el hombre habría mantenido una nostalgia perpetua de su hogar celestial,
por los reinos del espíritu de donde había descendido. Él no habría tomado
apego por lo que le rodeaba en la tierra, las impresiones terrenales no
hubieran despertado ningún interés en él. Fue a través de los espíritus
luciféricos que llegó a tener este interés, ese anhelo por las impresiones de
la tierra. Estos espíritus le impulsaron a la esfera terrenal al impregnar su
miembro más íntimo, su cuerpo astral. ¿Por qué, entonces, sucedió que el hombre
no se separase del todo en ese momento de los Espíritus de la Forma o de los
reinos espirituales superiores en su conjunto? ¿Por qué razón en lo que eran
sus intereses y deseos no sucumbió por completo al mundo de los sentidos? Y fue
por esa razón por la que los espíritus que conducen a la humanidad hacia
adelante tomaron contramedidas, inculcando en el ser del hombre lo que de otro
modo no habría sido su destino, esto es, la enfermedad, el sufrimiento y el
dolor. Ese fue el contrapeso necesario a las acciones de los espíritus
luciféricos.
Los Espíritus luciféricos inculcaron en
el hombre el deseo materialista, y como contramedida los seres superiores
introdujeron la enfermedad y el sufrimiento como las consecuencias de los
deseos e intereses materialistas, con el fin de que no sucumbiera por completo
a este mundo de los sentidos. Y por eso hay exactamente tanto sufrimiento y el
dolor en el mundo, como hay de interés
sólo en lo físico y lo material. Las escalas se mantienen en perfecto
equilibrio, ya que lo uno compensa lo otro, y es por eso por lo que hay tantas
pasiones y deseos por un lado como enfermedad y dolor por el otro. Este fue el
efecto de las mutuas actividades de los espíritus luciféricos y los espíritus
de la Forma en la época de Lemuria. Si los espíritus luciféricos no se hubieran
aproximado al hombre éste no habría descendido al reino terrenal tan pronto
como en realidad lo hizo. Su pasión y el deseo por el mundo de los sentidos
también trajo consigo que sus ojos se abrieron y pudo contemplar el panorama
del entorno de su existencia material antes de lo que hubiera sido el caso. Si
la evolución se hubiera desarrollado ininterrumpidamente según el curso
previsto por los espíritus progresivos, el hombre sólo habría tenido la vista
del mundo que le rodeaba desde la mitad de la Época Atlante en adelante. Pero
en ese caso lo habría visto espiritualmente, no como él lo ve hoy en día, sino
que lo habría visto como la expresión directa de los seres espirituales. Pues
el hombre vino antes de tiempo a la esfera terrestre, forzado hacia abajo por sus intereses y deseos
terrenales, siendo diferentes las condiciones de lo que de otro modo habrían
sido en la mitad de la época Atlante.
El resultado fue que los espíritus
ahrimánicos –o "Espíritus mefistofélicos", como también es correcto
llamarles- se inmiscuyeron en lo que el hombre era capaz de ver y aprehender,
por lo cual cayó en el error, en lo que, por primera vez, bien puede referirse
como el "pecado consciente". La hueste de los Espíritus ahrimánicos
ha trabajado sobre el hombre desde mediados de la época atlante en adelante. ¿Y
con qué fin le sedujeron espíritus ahrimánicos? Le sedujeron para que mirase
todo su medio ambiente como algo material, con el resultado de que él no vería
a través de este mundo material sus verdaderos fundamentos espirituales. Si el
hombre hubiera percibido lo espiritual en cada piedra, en cada planta, en cada
animal, nunca habría caído en el error y con ello en el mal, y si sólo hubieran
trabajado en él los espíritus progresivos hubiera estado protegido de las
ilusiones en las que siempre caerá preso cuando él mismo se basa únicamente en
las manifestaciones del mundo de los sentidos.
¿Cómo actuaron esos seres espirituales
que desean promover el progreso del hombre para combatir toda esa corrupción,
error e ilusión que surgía del mundo material? Ellos se ocuparon -y el proceso
fue por supuesto lento y
muy gradual- de que el hombre se erigiese de hecho
por encima y
fuera del mundo material como tal, lo cual le permitió
asumir y
trabajar sobre su karma. Por lo tanto así como los seres sobre
los cuales recayó
rectificar la atracción de
los seres luciféricos introdujeron en el mundo el
sufrimiento y el dolor, y lo que está conectado con los mismos, es decir la
muerte, los seres cuya tarea consistía en rectificar el resultado del error
sobre el mundo sensible, hicieron posible que el hombre, a través de su karma,
borrase con el tiempo todos los errores, todo el mal que hubiera forjado en el
mundo. Pero ¿qué hubiera pasado si el hombre se hubiera convertido en presa del
mal y del error?. Pues que poco a poco se habría convertido en uno con el mal,
se hubiera identificado con él, y ningún progreso le hubiera sido ya posible.
Porque con cada error, cada mentira, cada ilusión, ponemos un obstáculo en el
camino del progreso. Tendríamos que retrotraer nuestro progreso a exactamente
el mismo punto en el que habíamos puesto obstáculos en nuestro camino a través
del pecado y el error, si no estuviéramos en condiciones de corregirlos, es
decir, no podríamos llegar a la meta verdadera del hombre. Sería imposible
alcanzar este objetivo si las fuerzas contrapuestas, las fuerzas del karma, no
estuvieran operativas.
Supongamos que en una de sus vidas usted
comete un error. Si este error quedara firmemente fijado en su vida
significaría nada menos que usted perdería el paso adelante que habría dado si
usted no hubiera cometido tal error, y con cada error, se habría perdido un
paso, los pasos suficientes que se correspondan exactamente con los errores
cometidos. Si la posibilidad de superación del error no se hubiera dado, el
hombre en última instancia hubiera quedado sumergido e inundado en él. Pero se
nos otorgó la bendición del karma. ¿Qué significa esta bendición para el
hombre? ¿Hay algo con respecto al karma que estremezca, algo que temer? Desde
luego que no. El karma es un poder al que el hombre debiera estar agradecido.
Pues el karma nos dice: Si usted ha cometido un error, recuerde que "Dios
no puede ser burlado: cualquier cosa que un hombre siembre, eso mismo segará".
Un error suyo exige que usted lo corrija, y entonces, después de haberlo
borrado de su karma usted puede volver a dar un paso adelante.
Sin el karma, ningún progreso sería
posible..El karma es una bendición que nos ha sido concedida, en la medida en
que nos obliga a corregir cada error, para volver a reconducir los pasos que
nos empujan hacia atrás.
Karma es así la consecuencia indirecta
de las obras de Ahriman. Y ahora vamos un poco más allá. En nuestros días nos
estamos moviendo hacia la época en que otros seres se acercarán al hombre,
seres que en el futuro se inmiscuirán ante nosotros cada vez más profundamente
en la evolución humana. Así como los Espíritus luciféricos intervinieron
en la
Lemuria y los Espíritus ahrimánicos en la
época Atlante, nuestra época también verá la intrusión de unos seres.
Seamos claros acerca de la naturaleza de estos seres.
De los seres que intervinieron durante
la época de la Lemuria, debemos decir: se atrincheraron en el cuerpo astral del
hombre, establecieron sus intereses, impulsos y deseos en la esfera terrestre.
¿Dónde -para hablar con mayor precisión- se ubicaron estos seres luciféricos?
Sólo se puede entender esto tomando como
base lo establecido en mi libro Teosofía. Allí se muestra que hay que distinguir
los siguientes miembros del ser del hombre: primero, su cuerpo físico, después
su éter o cuerpo vital y luego su cuerpo astral -o como yo lo he llamado en ese
libro- el cuerpo sensible, o alma corporal.
Estos son los tres miembros con los que
el hombre fue dotado antes de su existencia terrena. La base del cuerpo físico
fue establecida en Antiguo Saturno, el cuerpo etérico en Antiguo Sol, y el alma
o cuerpo sensible en Antigua Luna. En la Tierra se añadió el alma sensible -que
en realidad es una transformación, una elaboración llevada a cabo
inconscientemente del cuerpo sensible-. Lucifer se ancló a sí mismo en el alma
sensible, y allí permanece. A través de la transformación inconsciente del
cuerpo etérico, nació el alma intelectual, una descripción más detallada de la
cual está contenida en el libro titulado La Educación del Niño. Fue en este
segundo miembro del alma, el alma intelectual -la parte transformada del cuerpo
etérico- donde Ahriman estableció su asentamiento. Desde allí atrae al hombre hacia
falsos conceptos y juicios sobre las cosas materiales, llevándole al error, al
pecado, a la mentira -a todo lo que se origina en el alma intelectual o
mental-. En todas las ilusiones en que la materia es la única realidad, debemos
de percibir los susurros tentadores de Ahriman, de Mefistófeles. En tercer
lugar, está el alma de conciencia (el alma espiritual), derivado de una
transformación inconsciente del cuerpo físico. Ustedes recordarán cómo se
produjo esta transformación. Hacia el final de la época de la Atlántida, el
cuerpo etérico correspondiente a la cabeza se encajó en la cabeza física y poco
a poco produjo la auto-conciencia en el cuerpo físico. Hablando en términos
fundamentales, el hombre sigue trabajando en esta transformación inconsciente del
cuerpo físico, en el desarrollo del alma de conciencia. Y en la época que ahora
se está acercando, los seres espirituales conocidos como los Asuras (ver Nota
1) se introducen en el alma de conciencia y con ello en el "yo"
humano o ego, pues el "yo" se enciende en el alma de conciencia. Los
Asuras van a generar el mal con una fuerza mucho más poderosa que la ejercida
por los poderes satánicos en la época Atlante o por los espíritus luciféricos
en la época de Lemuria.
Durante el transcurso del período de la
Tierra el hombre arrojará todo el mal que le inculcaron los espíritus
luciféricos junto con la bendición de la libertad. El mal traído por los
espíritus ahrimánicos puede ser compensado en el curso del karma. Pero el mal
traído por las potencias asúricas no se puede borrar de esta manera. Así como
los espíritus buenos instituyeron el dolor y el sufrimiento, la enfermedad y la
muerte, con el fin de que a pesar de la posibilidad del mal, la evolución del
hombre todavía pudiera avanzar, y mientras los buenos espíritus hicieron
posible el funcionamiento del karma a fin de que los poderes ahrimánicos
pudieran ser resistidos y el mal se convirtiera en bien, no será tan fácil
hacer frente a los poderes asúricos mientras la existencia de la
tierra siga su
curso. Pues estos espíritus
asúricos se quedarán todo aquello de lo que se han apoderado, esto es, la
esencia misma del ser del hombre, el alma la conciencia junto con el
"yo", para unirlo a la materialidad terrenal. Fragmento tras
fragmento serán arrancados del “yo”, y en la misma medida en que los espíritus
asúricos establezcan en el alma la conciencia, el hombre deberá dejar partes de
su existencia detrás en la tierra. Lo que se convierte así en la presa de las
potencias asúricas se perderá para siempre. No es que todo el hombre tenga que
convertirse en su víctima, pero partes de su espíritu serán arrancados por los
poderes asúricos.
Estas potencias asúricas estás siendo
ratificadas en nuestros días por la tendencia predominante de vivir enteramente
para el mundo material y hacer caso omiso de la realidad de los seres
espirituales y de los mundos espirituales. La verdad es que las potencias
asúricas corrompen al hombre actual de
una manera que es más teórica que real. Hoy en día le engañan por diversos medios
dentro de su pensamiento en el sentido de que su 'yo' es un producto del mundo
físico solamente, imbuyéndole en una especie de materialismo teórico. Pero a
medida que pasa el tiempo -y los signos premonitorios de esto son las pasiones
sensuales y depravadas que se están volviendo cada vez más frecuentes en la
tierra- conseguirán cegar la visión del hombre acerca de los seres espirituales
y poderes espirituales. El hombre no sabe nada ni desea saber nada del mundo
espiritual. De forma cada vez más notable no solo se enseñará que los más altos
ideales morales de la humanidad no son más que sublimaciones de impulsos
animales, que el pensamiento humano no es más que una transformación de una
facultad que también poseen
los animales, que el hombre es similar al animal con respecto a
su forma y además que en todo su ser desciende del animal, sino que tomará este
punto de vista con total seriedad y ordenará su vida en función de él.
El hombre aún no basa del todo su vida
en el principio de que su verdadero ser desciende de los animales. Pero este
punto de vista sobre la existencia surgirá inevitablemente, con el resultado de
que los hombres también vivirán como animales, se hundirán en impulsos animales
y pasiones animales. Y en muchas otras cosas que no necesitamos explicitar más
aquí, muchos aspectos que en las grandes ciudades tienen su expresión en orgías
de lujuriosa sensualidad, ya podemos percibir el resplandor espantoso e
infernal de los espíritus que llamamos los Asuras.
Miremos atrás una vez más. Hemos dicho
que el sufrimiento y el dolor, que incluso la muerte, fueron traídos por los
Espíritus que están concentrados en el progreso del hombre. Las palabras de la
Biblia son inequívocas: “con dolor parirás los hijos” La muerte había entrado
en el mundo. Los Poderes que se oponen a los espíritus luciféricos decretaron
la muerte para el hombre. ¿De quién provino el don del karma mismo, quién hizo
posible el karma para el hombre? Para comprender lo que se está diciendo aquí
debéis descartar toda noción terrenal y pedante, del tiempo. Las nociones
terrenales del tiempo dan lugar a la creencia de que lo que ha sucedido aquí o
allí tendrá un efecto sólo sobre lo que viene después. Pero en el mundo
espiritual sucede que lo que llega a pasar se revela en su efecto, de antemano;
en su efecto ya está allí, con anticipación. ¿De dónde proviene la bendición
del karma? ¿De dónde ha surgido en
nuestra evolución terrenal esta bendición del karma? Ha surgido de un Poder que
no es otro que el Cristo.
Aunque Cristo apareció posteriormente,
Él ya se hallaba presente en la esfera espiritual de la Tierra. Ya en los
antiguos Oráculos de la Atlántida, los sacerdotes de aquellos Oráculos hablaban
del “Espíritu del Sol”, de Cristo. En la antigua Época Hindú de la civilización,
los Santos Rishis hablaban de “Vishva Karman”, Zaratustra en la antigua Persia
hablaba de “Ahura Mazdao”, Hermes de “Osiris”, y Moises hablaba del Poder que,
siendo eterno, produce la armonización de lo temporal y lo natural, el Poder
que vive en el “Ehjeh asher Ehjeh” (Yo soy el Yo SOY) como el precursor de
Cristo. Todos ellos hablaban del Cristo; ¿pero dónde se hallaba Él en aquellos
tiempos remotos? En el reino en el que sólo el ojo del espíritu puede penetrar,
en el mundo espiritual. Siempre se le puede encontrar en el mundo espiritual,
trabajando en y desde el mundo espiritual. Él es quien, incluso antes de
que el
hombre apareciera en la
Tierra, hizo posible la
posibilidad del karma. Entonces Él mismo vino a la Tierra, y
sabemos lo que esto ha significado para el hombre. Hemos descrito lo que Él
hizo en la esfera terrenal, hemos hablado de la importancia del Suceso del
Gólgota y de su efecto también sobre aquellos que en ese momento estaban en el
mundo espiritual, no encarnados en cuerpos terrenales. Sabemos que en el
momento en que en el Gólgota fluyó la Sangre de las heridas, el Espíritu de
Cristo apareció en
el inframundo, inundando
el mundo espiritual completo con esplendor y luz;
hemos dicho que la aparición de Cristo sobre la Tierra es el suceso de mayor
importancia también para el mundo a través del cual pasa el hombre entre la
muerte y un nuevo nacimiento (ver Nota 2).
El impulso que surge de Cristo es
realidad en el sentido más pleno. No necesitamos sino preguntarnos qué hubiera
sido de la Tierra si el Cristo no hubiera aparecido. Precisamente desde la
imagen opuesta –una Tierra sin Cristo- pueden comprender la importancia de la
venida de Cristo. Supongamos que Cristo no hubiera venido, que el Misterio del
Gólgota no hubiera tenido lugar.
Antes de la venida del Cristo, la
condición en el mundo espiritual de las almas humanas que habían progresado
más, que habían adquirido el interés más profundo por la vida terrenal, se
expresaba verdaderamente en el adagio de los
Griegos: Mejor ser
un mendigo en el
mundo superior que un rey en el reino de las Sombras. Pues antes del Suceso del
Gólgota, las almas en el mundo espiritual se sentían completamente aisladas,
envueltas en la oscuridad. El mundo espiritual en toda su brillante claridad no
era transparente para aquellos que entraban en él a través del portal de la
muerte. Cada uno se sentía aislado, arrojado sobre sí mismo como si hubiera una
pared entre él y cualquier otra alma. Y este sentimiento de aislamiento se
hubiera ido intensificando cada vez más. El hombre se hubiera endurecido dentro
del yo, hubiera sido arrojado en sí mismo, no hubiera podido haber encontrado
ningún puente hacia los demás. Y
el egoísmo, ya intenso, se hubiera
incrementado más allá de toda medida con cada nueva encarnación.
La existencia terrenal hubiera ido
convirtiendo a los hombres en completos egoístas. No habría habido posibilidad
de hermandad en la tierra o de armonía interior entre las almas; pues con cada
viaje a través del mundo espiritual, hubieran penetrado influencias cada vez
más fuertes en el yo. Eso es lo que le habría sucedido a la Tierra sin el
Cristo. Que se encontrara de nuevo el camino de un alma a otra, que la poderosa
fuerza de la hermandad se pudiera verter sobre toda la humanidad, todo esto se
debe a la venida del Cristo, al Suceso del Gólgota. Por tanto Cristo es el
Poder que ha permitido al hombre convertir la existencia terrenal en último término en algo bueno, en otras
palabras, dar al karma su verdadera configuración, pues el karma debe
trabajarse sobre la Tierra. Que el hombre encuentre en sí mismo la fuerza para
obtener provecho de su karma en la existencia física, que la evolución
progresiva sea posible para él, todo esto se lo debe a la acción del Suceso de
Cristo, a la presencia de Cristo en el reino terrenal.
Y así vemos muchas fuerzas y seres
diversos actuando juntos en la evolución de la humanidad. Si Cristo no hubiera
venido a la Tierra, el hombre se hubiera sumergido en el error, porque al
haberse endurecido dentro de sí, se hubiera convertido en una especie de globo
aislado, no sabiendo nada de los demás seres, enteramente encerrado en sí
mismo, conducido a esa condición por el error y el pecado.
Cristo es ciertamente la Luz que saca
del error y del pecado, la Luz que permite al hombre encontrar el camino hacia
arriba. Y ahora preguntémonos: ¿Qué fue aquello que perdió el hombre al
descender desde el mundo espiritual, al ser atrapado en los deseos y pasiones
bajo la influencia de Lucifer, y después, bajo la influencia de Ahriman, ser
atrapado en el error, la ilusión y las mentiras en el mundo terrenal? Perdió la
visión directa del mundo espiritual, perdió la comprensión del mundo
espiritual.
¿Qué debe recuperar entonces? Debe
recuperar la plena comprensión del mundo espiritual. Como ser auto-consciente,
el hombre puede comprender la importancia del Acto de Cristo sólo dándose
cuenta, con la plena claridad de la comprensión, de la importancia del Cristo.
El Poder de Cristo está allí en verdad, no fue traído por el hombre, pues el
Poder de Cristo fue traído a la Tierra por el mismo Cristo. El karma ha entrado
en la humanidad a través de Cristo. Pero ahora, con la auto-consciencia, el
hombre debe aprender a conocer a Cristo en Su verdadera naturaleza y Su
conexión con el universo completo. Sólo así el hombre puede trabajar como un
“Yo” en su verdadero sentido. Qué consigue entonces realmente cuando, después
de la aparición de Cristo, no se queda satisfecho simplemente con dejar que el
poder de Cristo obre sobre él inconscientemente, diciendo: ¡Me conformo con el
conocimiento de que Cristo vino a la Tierra; Él me redimirá y asegurará mi
progreso!, sino cuando dice: ¡estoy determinado a saber lo que es Cristo en
toda Su realidad, cómo descendió, estoy decidido a participar a través de mi
propio espíritu en el Hecho de Cristo! ¿Qué consigue el hombre de ese modo?
Recordad que como los espíritus
luciféricos entraron en su cuerpo astral, el hombre ha bajado al mundo
sensorial, cayendo de ese modo en poder del mal, pero adquiriendo también la
posibilidad de la libertad auto-consciente. Lucifer está en verdad muy presente
en el ser del hombre, le ha atraído a la tierra, le ha enredado en la
existencia terrenal; como las pasiones y deseos contenidos en el cuerpo astral
habían sido primero conducidos por Lucifer al reino terrenal, Ahriman también
fue capaz de invadir el cuerpo astral, en el alma intelectual. Apareció Cristo,
y con Él la fuerza que puede elevar al hombre de nuevo al mundo espiritual.
Pero ahora, si así lo desea, el hombre puede llegar a conocer a Cristo, puede
adquirir toda la sabiduría para alcanzar este fin. ¿Qué logra de ese modo?
¡Algo de suma importancia! Cuando un hombre conoce a Cristo, cuando absorbe la
sabiduría que engendra conocimiento sobre lo que Cristo es verdaderamente,
entonces se redime a sí mismo y a los Seres luciféricos a través de este
conocimiento de Cristo. Si hombre simplemente dijera: Me conformo con el hecho
de que Cristo apareció y me dejo redimir por Él inconscientemente, entonces no
contribuiría en nada a la redención de los Seres luciféricos. Estos seres
luciféricos, que han traído la libertad al hombre, también hacen posible que
él, si así lo quiere, la aproveche para comprender a Cristo. Entonces los
Espíritus luciféricos son limpiados y purificados en el fuego del Cristianismo
y el mal que han hecho a la Tierra se convierte en una bendición. La libertad
se ha alcanzado, pero también será transportada a la esfera espiritual como una
bendición. Que el hombre sea capaz de esto, que sea capaz de comprender a
Cristo, que Lucifer, resucitado en una nueva forma, pueda unirse a Cristo como
el Espíritu Bueno, todo esto, como una profecía aún, lo dijo Cristo mismo a
aquellos que Le rodeaban cuando dijo: “¡Seréis iluminados por el nuevo
Espíritu, por el Espíritu Santo!” Este “Espíritu Santo” no es otro que aquel
Espíritu a través del cual el hombre puede comprender lo que Cristo ha hecho.
Cristo deseaba no deseaba simplemente obrar, sino también ser aprehendido,
comprendido. Por tanto el envío del Espíritu que inspira a los hombres, el
envío del “Espíritu Santo”, está implícito en el Cristianismo.
En el sentido espiritual, Pentecostés
está inseparablemente unido con la Pascua. Este “Espíritu Santo” no es otro que
el Espíritu- Lucifer, resucitado ahora en una gloria más elevada, más pura: el
Espíritu de la comprensión independiente, de la sabiduría entretejida. Cristo
mismo predijo que este Espíritu vendría a los hombres después de Él, y a la luz
de este Espíritu deben proseguir su trabajo. ¿Qué es lo que continúa obrando a
la luz de este Espíritu? ¡La corriente mundial de la ciencia espiritual, si se
concibe correctamente! ¿Qué es
esta ciencia espiritual? Es la
sabiduría del Espíritu, la sabiduría que eleva a la plena luz de la consciencia
aquello que de otro modo se quedaría
en la inconsciencia
en el Cristianismo. La antorcha
del Lucifer resucitado, del Lucifer transformado ahora en el bueno, blasona el
camino de Cristo. Lucifer es el portador de la Luz, ¡y Cristo es la Luz! Como
la palabra misma denota, Lucifer es el “Portador de la Luz”. Eso es lo que el
movimiento de la ciencia espiritual debería ser, eso está implícito. Aquellos
que saben que el progreso de la humanidad depende de la comprensión viviente
del poderoso Suceso del Gólgota son aquellos que como “Maestros de la Sabiduría
y de la Armonía de los Sentimientos” están unidos en la gran Logia que guía a
la Humanidad. E igual que una vez las “lenguas de fuego” bajaron como símbolo
viviente sobre el grupo de los apóstoles, del mismo modo el “Espíritu Santo”
anunciado por Cristo mismo reina como la Luz sobre la Logia de los doce. El
Decimotercero es el Líder de la Logia de los Doce. El “Espíritu Santo” es el
poderoso Maestro de aquellos que llamamos “Los Maestros de la Sabiduría y de la
Armonía de los Sentimientos”. Es a través de ellos como desciende a la
humanidad su voz y su sabiduría, a través de esta o aquella corriente sobre la
Tierra. Los tesoros de sabiduría reunidos por el movimiento de la ciencia
espiritual para comprender el universo y los Espíritus que hay en él, a través
del “Espíritu Santo” en la Logia de los Doce; y eso es lo que conducirá en
último término a la humanidad paso a paso hasta la comprensión libre y
autoconsciente de Cristo y del Suceso del Gólgota. Así, “cultivar” la ciencia
espiritual significa comprender que Cristo envió al Espíritu al mundo; la
búsqueda de la ciencia espiritual está implícita en el verdadero Cristianismo.
Esto será cada vez más evidente para los hombres, y entonces se darán cuenta de
que en la ciencia espiritual tienen un potente recurso en sus vidas. Los
hombres deben a la ciencia espiritual la consciencia que despierta en ellos gradualmente,
de que Cristo es el Espíritu que llena el mundo de luz. Y la consecuencia será
que aquí en este globo terrenal, en el mundo físico mismo, los hombres harán
progresos en su
vida moral, en
su vida volitiva,
en su vida intelectual. A través de la vida física
misma el mundo se espiritualizará cada vez más. Los hombres ganarán bondad,
fuerza y sabiduría, y contemplarán con una visión cada vez más penetrante en
los fundamentos y orígenes de la existencia. Portarán con ellos a la vida
suprasensible los frutos adquiridos en esta vida física, y una y otra vez
traerán estos frutos de vuelta desde la vida suprasensible a una nueva
encarnación.
Así la tierra se irá convirtiendo cada
vez más en la expresión de su Espíritu, del Espíritu de Cristo. La ciencia
espiritual se comprenderá a la luz de los fundamentos del mundo, aprehendida
como un poder real y activo. En varios aspectos la humanidad actual está cerca
de perder completamente el Espíritu. En una reciente conferencia pública (ver
Nota 3) se dijo que los hombres sufren hoy bajo el miedo a la herencia. El
miedo a la carga hereditaria es el vástago directo de nuestra época
materialista. ¿Pero es suficiente
si un hombre se dice simplemente que
él no necesita tener este miedo? De
ningún modo es suficiente. Un hombre que no se preocupe del mundo espiritual,
que no instile en su alma lo que pueda fluir de la ciencia espiritual, está
sujeto a las fuerzas de la herencia física. Sólo al impregnar todo su ser en lo
que la ciencia espiritual puede comunicarle, obtendrá dominio sobre las fuerzas
de la herencia, la contemplará como un factor de importancia secundaria y
se convertirá en
vencedor sobre todo
aquello que los
poderes opositores ponen en su camino en el mundo externo. No es al
argumentar, o al filosofar, o al afirmar: ¡El Espíritu existe!, que el hombre
pone bajo su control la vida de los sentidos, sino al impregnarse con el
Espíritu, al absorber el Espíritu, al tener la voluntad de adquirir un íntimo
conocimiento del Espíritu. Entonces la ciencia espiritual hará más saludable al
hombre, incluso en el mundo físico; pues la ciencia espiritual es una terapia
que da vigor y salud. Y el poder esencial de la ciencia espiritual será cada
vez más evidente para nosotros cuando consideramos qué pasa con el ser humano
cuando atraviesa el portal de la muerte. La mente moderna encuentra aquí
grandes dificultades.
El hombre piensa: ¿por qué tengo que
preocuparme de lo que sucede en el mundo espiritual? ¡Cuando muero entro en el
mundo espiritual de todos modos y entonces ya veré y oiré lo que sucede allí!
Uno escucha esta despreocupada forma de hablar en innumerables variaciones:
¿por qué debería preocuparme sobre lo espiritual antes de morir? Cuando llegue
el momento ya veré lo que haya que ver. Mi relación con el mundo espiritual no
se verá alterada en lo más mínimo, no importa que me preocupe o no de él. ¡Pero
esto ciertamente no es así! Un hombre que piensa de tal manera entrará en un
mundo de oscuridad y penumbra, incapaz de hacer gran cosa de lo que se dice en
mi libro Teosofía sobre los mundos espirituales. Pues sólo al aliarse en alma y
espíritu con el mundo espiritual durante su vida en el mundo físico, puede el
hombre adquirir la facultad de percepción en el mundo espiritual; la
preparación debe hacerse en su vida aquí sobre la Tierra. El mundo espiritual
está allí ciertamente, la facultad de ser capaz de ver en aquel mundo debe
adquirirse en la Tierra; de otro modo hay ceguera en el mundo espiritual.
La ciencia espiritual por tanto es el
único poder que hace posible al hombre entrar en el mundo espiritual con
consciencia. Si Cristo no hubiera aparecido en el mundo físico, el hombre se
hubiera ido a pique en aquel mundo, no
hubiera podido haber encontrado la
entrada al mundo espiritual. Pero
Cristo le eleva al mundo espiritual de tal forma que pueda ver y ser consciente
allí. Esto depende de su conocimiento de cómo unir su ser con el Espíritu
enviado por Cristo; si carece de ese conocimiento, permanece inconsciente. El
hombre ha de ganar su inmortalidad por sus propios esfuerzos, pues una
inmortalidad inconsciente no
es inmortalidad. Un hermoso adagio de Meister Eckhardt dice: “¿En qué
beneficia a un hombre ser rey, si no sabe que lo es?” Lo que quería decir es:
¿De qué le sirve el mundo espiritual a un hombre si no sabe lo que los mundos
espirituales son en realidad? La capacidad para ver el mundo espiritual no
puede adquirirse sólo en el mundo físico. Aquellos que preguntan: ¿Por qué fue
necesario que el hombre descendiera al mundo físico? harían bien en llevar esto
a su corazón: El hombre descendió para adquirir visión del mundo espiritual.
Hubiera permanecido ciego al mundo espiritual si no hubiera descendido y
alcanzado la humanidad autoconsciente que le permite regresar al mundo
espiritual que ahora se despliega con luz y esplendor ante su alma.
La ciencia espiritual por tanto no es
una mera “concepción del mundo” en el sentido aceptado, sino algo sin lo cual
–incluso en la parte inmortal de su ser- el hombre no puede saber nada acerca
de los mundos de la inmortalidad. La ciencia espiritual es un poder activo, que
impregna el alma como algo real. Y como estás presente aquí en la búsqueda de
la ciencia espiritual, no solo estás obteniendo conocimiento, sino que estás
creciendo para transformarte en algo en lo que de otro modo no te habrías
transformado. Esa es la diferencia entre la ciencia espiritual y otras
concepciones del mundo. Las últimas están enraizadas en el conocimiento,
mientras que la ciencia espiritual está enraizada en el ser.
Correctamente concebidas, estas cosas
nos harán decirnos: Con esta iluminación, se revela una relación interior
fundamental entre Cristo, el Espíritu y la ciencia espiritual. A la vista de
esta relación, todas las afirmaciones superficiales hechas hoy, en el sentido
de que se está estableciendo un camino occidental en oposición a un camino oriental
de ocultismo, se caen por su propio peso. No puede haber tal oposición. No hay
dos ocultismos, hay sólo un ocultismo; y no hay oposición entre la Teosofía
oriental y la occidental. Sólo hay una verdad. Y cuál debería ser nuestra
respuesta cuando se nos pregunta: Si el ocultismo oriental es lo mismo que el
ocultismo occidental, ¿por qué en el ocultismo oriental no se reconoce a
Cristo? La respuesta correcta es que no somos nosotros quienes debemos
responder; esa obligación no recae sobre nosotros, pues nosotros reconocemos
plenamente el ocultismo oriental. Si se nos pregunta si reconocemos lo que el
ocultismo oriental dice sobre Brahma, sobre el Buda, responderemos: ciertamente
lo reconocemos. Comprendemos lo que se quiere decir cuando se nos habla de que
el Buda alcanzó su elevado rango de esta o de aquella manera. No negamos ni una
sola de las verdades orientales; en la medida en que son verdades las
reconocemos todas ellas.
¿Pero evitará esto que reconozcamos,
también, lo que llega aún más lejos? ¡De ninguna manera! Reconocemos lo que se
dice en el ocultismo oriental, pero eso no nos impide reconocer, también, las
verdades occidentales.
Cuando la gente alega que es una forma
inferior de pensamiento por parte de los orientalistas, decir que el Buda murió
por comer demasiado cerdo –como afirman estos doctos caballeros- y se explica
que esto realmente tiene un profundo significado, es decir, que el Buda
impartió a aquellos cercanos a él
demasiada sabiduría esotérica, de tal modo que este exceso causó el comienzo de
una especie de karma, entonces estamos de acuerdo en que esto es así; decimos:
¡ciertamente ahí detrás están las más profundas verdades esotéricas como
afirmáis vosotros, que sois esoteristas orientales! Pero cuando la afirmación
de que el Apocalipsis fue revelado a San Juan en Patmos entre truenos y
relámpagos, se afirma que es algo ininteligible (ver Nota 4), entonces nuestra
respuesta será: ¡cualquiera que sea consciente de lo que realmente se quiere
decir, sabe que eso es verdad! No refutamos lo que se dice sobre el Buda, pero
no podemos estar de acuerdo cuando la validad de la otra afirmación (en
relación al Apocalipsis) se niega. No impugnamos la afirmación de que el cuerpo
astral del Buda se preservó y fue posteriormente incorporado en Shankaracharya.
Pero eso no nos impide enseñar que el cuerpo astral de Jesús de Nazaret se
preservó y se incorporó en múltiples réplicas en diversos individuos entregados
al Cristianismo, como San Francisco de Asís, o Santa Isabel de Turingia. No
negamos ni una sola verdad del esoterismo oriental. Por tanto, cuando se nos
pregunta: ¿Por qué se rechaza algo? ¿Por qué hay oposición? no nos incumbe a
nosotros responder. Nos incumbiría responder si la oposición viniera de nuestra
parte. ¡Pero no es así! El deber de responder recae sobre el que niega, no
sobre el que coincide. Eso es bastante obvio.
En las próximas semanas (ver Nota 5)
podréis escuchar la relación entre la ciencia espiritual y el Suceso del
Gólgota y os daréis cuenta de que la vocación, la misión del movimiento de la
ciencia espiritual en el mundo, se ve elevada a una esfera superior en la
medida en que la ciencia espiritual ponga en práctica la inspiración, el poder
que el mismo Cristo proclamó como el Espíritu.
Así vemos cómo los Poderes actúan unidos
en el mundo, cómo todo lo que parece oponerse al progreso de la humanidad
consecuentemente resulta ser una bendición. Nos damos cuenta, también, de que
en la época post-Atlante –de época en época- el Espíritu que ha traído la
libertad al hombre aparecerá de nuevo en una nueva forma: Luciferus, el
soberano Portador de la Luz, será redimido. Pues todo en el gran Plan del Mundo
es bueno y el mal resiste sólo por una razón. Por tanto aquel que sólo cree en
la eternidad del mal confunde lo temporal con lo eterno; aquel que no se eleva
desde lo temporal a lo eterno nunca podrá comprender el mal.
Rudolf Steiner
Traducido por Equipo Redacción Revista
BIOSOPHIA
Nota 1: Los Asuras son Seres rezagados
de la Jerarquía de los Archai (Espíritus de la Personalidad). Son Seres que en
vez de promover el progreso del hombre hacia la independencia, le seducen hacia
un grosero egoísmo. En el sentido negativo ellos ahora llevan el nombre que
pertenecía en un principio a la Jerarquía completa. C.S.P.
Nota 2: Ver conferencia 13, Ciclo VIII:
El evangelio de San Juan en relación con los otros tres Evangelios,
especialmente con el Evangelio de San Lucas. “En el momento en que la Sangre
fluyó de las heridas en el Gólgota, la tierra, que en el transcurso de la
evolución se había ido oscureciendo cada vez más, comenzó a irradiar luz al
espacio cósmico, comenzó a ser radiante”.
Nota 3: Berlín, 18 de febrero de 1909.
Nota 4: La referencia es a un pasaje de
La Doctrina Secreta, de H.P.Blavatsky. Un volumen posterior, recopilado por
Annie Besant de manuscritos dejados por Blavatsky, incluye una afirmación
indicando que la autora no desconocía el significado del trueno y relámpago
como acompañamiento de las revelaciones espirituales. (C.S.P.)
Nota 5: Ciclo de conferencias sobre las
“Jerarquías Espirituales”.
miércoles, 5 de marzo de 2014
ENUMERACIÓN DE LOS SIETE RAYOS
Enumeración de Los Siete Rayos
Extracto de textos del Tibetano
Extracto de textos del Tibetano
Hay tres rayos primarios, o rayos de aspecto y cuatro rayos secundarios o de atributo. Tienen muchos nombres que describen sus muchas cualidades y acciones, pero son, por lo general, enumerados como sigue:
Rayos de Aspecto:
1º rayo de Poder, Voluntad o Propósito
2º rayo de Amor-Sabiduría
3º rayo de Inteligencia Activa y Creativa.
Rayos de Atributo:
4º rayo de Armonía a través del Conflicto, o Belleza, o Arte.
5º rayo de Ciencia Concreta o Conocimiento.
6º rayo de Idealismo Abstracto o Devoción.
7º rayo de Orden Ceremonial, Magia, Ritual, Organización.
1. El Señor de Poder o Voluntad. Esta Vida resuelve amar, y utiliza el poder como expresión de la divina benevolencia. Para su cuerpo de manifestación utiliza ese planeta del cual el Sol es el sustituto esotérico.
2. El Señor de Amor-Sabiduría personifica el amor puro; los esotéricos consideran que está tan cerca del corazón del Logos solar, como lo estaba el amado discípulo cerca del Corazón del Cristo de Galilea. Esta Vida infunde en todas las formas la cualidad del amor, conjuntamente con la manifestación más materialista del deseo; constituye el principio atractivo de la naturaleza y el custodio de la Ley de Atracción, que es la demostración de la vida del Ser puro. Este Señor de Amor es el más poderoso de los siete rayos, porque pertenece al mismo rayo cósmico de la Deidad solar. Se expresa a Sí mismo principalmente a través del planeta Júpiter, el cual constituye Su cuerpo de manifestación.
3. El Señor de Inteligencia Activa. Su trabajo está íntimamente ligado con la materia y actúa en colaboración con el Señor del segundo rayo. Es el impulso motivador en el trabajo inicial de la creación. El planeta Saturno constituye Su cuerpo de expresión en el sistema solar, y por intermedio de la materia (que en forma benéfica obstruye y obstaculiza) proporciona a la humanidad un amplio campo de experimento y experiencia.
4. El Señor de Armonía, Belleza, y Arte. La principal función de este Ser consiste en crear Belleza (como expresión de la verdad) mediante la libre interacción de la vida y la forma, basando el canon de la belleza en el plan inicial tal Como existe en la mente del Logos solar. No se ha revelado cuál es el cuerpo de manifestación de esta Vida, pero la actividad que de él emana produce una combinación de sonidos y colores y un lenguaje musical que expresan -en forma de ideal- lo que es la idea originadora. Este cuarto Señor de expresión creadora reasumirá Su actividad en la Tierra (de aquí a seiscientos años), aunque ya se sienten las primeras débiles expresiones de Su influencia, y en el próximo siglo se verá el renacimiento del arte creador en todas sus ramificaciones.
5. El Señor de Conocimiento Concreto y Ciencia. Esta gran Vida está en íntimo contacto con la mente de la Deidad creadora, así como el Señor de segundo rayo lo está con el corazón de esa misma Deidad. Su influencia, es grande actualmente, aunque no tan poderosa como lo será más adelante. La ciencia es la desenvoltura psicológica en el hombre, debido a la influencia que ejerce este rayo, y recién ahora comienza a realizar su verdadero trabajo. Su influencia aumenta en poder, de la misma manera que disminuye la influencia del sexto Señor.
6. El Señor de Devoción e Idealismo. Esta Deidad Solar constituye la expresión peculiar y característica de la cualidad del Logos solar. No olviden que en el gran esquema del "universo universal" (no sólo nuestro universo), la cualidad de nuestro Logos solar es tan diferente y distinta como la de cualquiera de los hijos de los hombres. Esta fuerza de rayo, junto con el segundo rayo, constituye una verdadera y vital expresión de la naturaleza divina. Las cualidades de dicho Señor son: la centrada militancia sobre un ideal, la centrada devoción al impulso de la vida y la sinceridad divina, las cuales plasman sus impresiones sobre todo lo que existe dentro de Su cuerpo de manifestación. Los esotéricos avanzados discuten sobre si Marte es o no, el planeta a través del cual él se manifiesta. Debe recordarse que sólo unos pocos planetas constituyen los cuerpos de expresión de los Señores de los rayos. Hay diez "planetas de expresión" (usando el término empleado por los antiguos Rishis), y sólo siete Vidas de rayo se consideran que son los Constructores del sistema. El gran misterio que finalmente será revelado en las iniciaciones superiores, es la relación que existe entre un rayo y un planeta. Por lo tanto, no esperen una información más completa por ahora. La influencia de este sexto Señor ya está pasando.
7. El Señor de Orden Ceremonial o Magia. Está ahora entrando en el poder, y en forma lenta y segura hace sentir Su presencia. Su influencia es muy poderosa en el plano físico, porque existe una íntima interrelación numérica entre el Señor del séptimo rayo, por ejemplo, y el séptimo plano, el físico, así como la séptima raza raíz estará en completo acuerdo y expresará perfectamente la ley y el orden. Este rayo de orden y su advenimiento es parcialmente responsable de la actual tendencia en los asuntos mundiales de implantar gobiernos dictatoriales e imponer el control de un grupo central de gobierno.
martes, 4 de marzo de 2014
ESCUELAS ESOTÉRICAS, Por Ana Castro Valle
Los verdaderos buscadores de LA VERDAD, antes o después (hablamos de vidas) llegan al esoterismo y consecuentemente a las fuentes de la Sabiduría Eterna. Simplemente es un proceso del que forman parte todas las leyes por las que se rige el universo y por lo tanto la propia humanidad.
El significado de las palabras "esotérico" y "oculto" definen aquello que está escondido, indican lo que se halla detrás de las apariencias externas y señalan las causas que producen esas apariencias y efectos; se refieren al sutil mundo de energías y fuerzas, que todas las formas externas velan y ocultan.
Llegados al terreno esotérico podemos caminar como autodidactas o bien acogernos a las enseñanzas de una escuela esotérica. Uno y otro camino son válidos, lo que sí es cierto es que se pueden observar diferencias entre un estudiante autodidacta y el que pertenece a una escuela. Por supuesto nos estamos refiriendo a escuelas de la más absoluta seriedad que de otra clase parece ser que también las hay. En todos los casos de estudiantes y de escuelas hay excepciones de todo tipo que tendremos que aprender a distinguir y esto no se consigue nada más que con verdadero amor a la verdad y el consecuente trabajo.
Las Escuelas esotéricas se ocupan de desarrollar la comprensión. Han difundido últimamente ciertas reglas elementales destinadas, en primer lugar, a purificar la naturaleza emocional o de deseos; han tratado extensamente temas como la diversidad de planos, los fuegos creadores y la diferenciación de la sustancia, así como los diversos septenarios que condicionan la vida, la conciencia y la forma. Nada de esto es necesariamente enseñanza esotérica, sí que son conocimientos que nos ayudan a conocer la vida, el universo, de una forma más amplia. Han enseñado la devoción a los Maestros, pero presentándolos inadecuadamente, expresando que tales Maestros se interesan especialmente por el instructor del grupo, y por los amigos personales del instructor. Dentro de estos grupos se erige, casi sin excepción, un círculo íntimo de adherentes y devotos del instructor, quienes lo obedecen ciegamente así como a los supuestos mandatos del Maestro, transmitidos por su intermedio, violando así la ley oculta de que un Maestro no debe dar órdenes, ni esperar obediencia.
Por lo tanto, no existe hasta ahora una auténtica escuela esotérica. Su formación es todavía una esperanza - esperanza que ha llegado a la etapa en que puede hacerse la debida preparación para su establecimiento -. Todo esto no significa una condenación al servicio lealmente prestado, pero sin inspiración. Los estudiantes deben saber que las Escuelas con las cuales están familiarizados son de carácter preparatorio únicamente, teniendo muchos fallos, basados en la debilidad o fortaleza de los instructores que las fundaron; en consecuencia, prepondera el énfasis en la personalidad, la exigencia de lealtad y la errónea interpretación y aplicación de la enseñanza. No obstante, han sido jalones útiles para el futuro.
La verdadera escuela esotérica incidirá en vivir la vida de acuerdo con los ideales más elevados y en la exposición de una enseñanza que evocará en el discípulo el respeto y la intuición de la verdad. El verdadero instructor no impondrá nada, simplemente señalará el camino y tanto el discípulo como él tendrán que recorrer el suyo en total libertad.
Hasta hace muy poco tiempo el modelo que teníamos de la escuela esotérica era el típico del sexto rayo de devoción e idealismo, lo cual nos viene dado por la preponderancia del cuerpo de emociones. Sería de gran interés que el estudiante que desea inscribirse en una escuela ya haya superado la etapa de estar plenamente focalizado en la personalidad y comenzar el proceso de que sea el alma la que rija, pasando a ser un alma encarnada. Estaríamos hablando de una era en la que el aspirante busca la escuela consciente de su papel de servidor, según le demande su grado de evolución.
En ninguna escuela esotérica debe haber ningún residuo de fanatismo ni de dogmatismo, propio de la era de Piscis. Afortunadamente seguimos avanzando y el ser humano es capaz de pensar por sí mismo y ejercer su libertad responsable. Una escuela que se precie trabajará para que sea el estudiante el que tome sus decisiones y para ello impartirá la orientación necesaria, lo cual requiere estudio, análisis, discernimiento, discriminación, meditación y servicio.
Cuando hablamos de la libertad, de encontrarnos a nosotros mismos, de actuar por nosotros mismos y de no seguir con fe ciega a nadie, no se quiere decir que los Maestros no sean una guía importantísima, lo cual tampoco significa que no tengamos presente que no todos los que se llaman maestros lo son y hay algo muy eficaz y es que “por sus obras los conoceréis”. Todo aquél supuesto maestro que nos dice que nos va a iniciar y que vamos a recibir no sé cuántas iniciaciones y para ello pagamos dinero, tendríamos que dudar mucho de su maestría, pues para recibir una iniciación no hay que pagar nada, pues se la gana cada uno hollando el Sendero, trabajando y sobre todo sirviendo. El maestro Tibetano nos dice que no acojamos sus enseñanzas hasta que las hayamos investigado y sean corroboradas por nosotros mismos.
Con el mismo proceso aprenderemos a distinguir la verdadera escuela de la que no lo es, haciendo camino. Así también descubriremos que el Alma es nuestro primer Maestro que nos está hablando a diario y dependiendo de nuestra respuesta nuestro nivel de conciencia será uno u otro. Todo esto implica crisis que iremos reconociendo y aceptando porque forman parte del camino y para subir escalones y prestar un mejor servicio hay que superarlas y extraer sus enseñanzas. Nada se nos regala y todo hay que ganarlo. “como es arriba es abajo”.
Desde la más remota antigüedad y posteriormente en tiempos de Pitágoras, 500 años antes de C. se viene arrastrando la disquisición sobre la necesidad o no de las escuelas esotéricas. Cada uno verá sus necesidades y su nivel evolutivo que son los que finalmente determinan, pero sí hay que tener en cuenta que a veces se ha usado el criterio de “no a las escuelas esotéricas” por aquellos estudiantes que no han podido ingresar en las mismas o que habiendo ingresado no han podido mantenerse. También se da el caso de quien no quiere ingresar por temor a ser dirigidos en su búsqueda interna. Por otra parte también hay quien habiendo formado parte de una escuela como destacado estudiante y como miembro activo, y habiendo llegado a un nivel evolutivo que le permitía seguir su propio camino, parece ser que ha habido manifestaciones que daban a entender que las escuelas esotéricas no tenían razón de ser; sin embargo ellos habían usado esas enseñanzas.
¿Cuánto puede haber de verdad en todas estas cosas?, pues no lo sé, pero sí es bueno que las conozcamos para que nos hagamos nuestra propia composición de lugar.
Al término de esta era pisciana ya se estaba haciendo patente la necesidad de escuelas esotéricas que propiciaran una mayor expansión de conciencia, eliminando los miedos y los apegos a las enseñanzas a las que habíamos estado sometidos.
Las escuelas esotéricas de la presente era de Acuario tienen por delante una grandísima labor, pues antes de implantar los nuevos métodos hay que eliminar todos los residuos de Piscis. En Acuario toca trabajar la mente con lo cual nuestra libertad se va a potenciar porque para ser nosotros mismos y no copias de otros, tenemos que encontrar nuestro SER y eso es un trabajo individual en el que tenemos que emplear toda nuestra voluntad. Las escuelas esotéricas de esta época tienen que seguir insistiendo para conseguir estudiantes focalizados en la mente y generar un movimiento que propicie desarrollar la conciencia.
De todas las escuelas esotéricas a nivel mundial, la más conocida es la Escuela Arcana, sustentada por las enseñanzas del Maestro D.K., más conocido como el Maestro Tibetano y que transmitió su obra a través de una gran discípula, Alice Bailey. Sin embargo la Escuela insiste en que no deben seguirse sus postulados sin que antes hayan pasado por el análisis y discernimiento del propio estudiante. Cada uno de nosotros tiene que explotar sus propios talentos, con lo cual será el propio estudiante el que haga grande a la escuela.
La Escuela Arcana no contempla dentro de sus enseñanzas los poderes psíquicos inferiores y tampoco ha incidido nunca en el desarrollo de los “poderes del Alma”. La Escuela es absolutamente rigurosa y prudente para que sea el propio estudiante el que descubra la verdad y de acuerdo con ella dirija su actividad y servicio, adecuándose a las cualidades de cada estudiante.
En términos generales la enseñanza de una escuela está dividida en varios grados, con el fin de elevar el nivel de conciencia del estudiante hasta que pueda formar parte de un Ashram de la Jerarquía. La Escuela imparte su trabajo, si bien el verdadero esfuerzo corresponde al estudiante que es el que tiene que hollar su propio Sendero y convertir a su personalidad en el perfecto vehículo de expresión del Alma. Si los conocimientos no los entendemos, ni los comprendemos y aun entendiéndolos no los experimentamos en nuestra vida, lejos de ayudarnos a hollar el Sendero serán grandes trabas en nuestro caminar.
Hace falta mucha dedicación y mucha disciplina para obtener respuestas claras, por eso es que aun haciendo los mismos estudios los resultados pueden ser muy distintos los de un estudiante y otro, pues van a depender de la actitud de cada uno. El propio estudiante irá captando las capacidades ocultas que posee.
Cuando el hombre común encuentra en su camino el esoterismo y con más concreción la escuela esotérica, es que ya tiene el interés necesario que le permita realizar ese cambio que de verdad desea. Se dice que el Maestro se manifiesta cuando el discípulo está preparado. Las circunstancias que den lugar a tal acontecimiento pueden ser múltiples, pero nunca serán casualidad.
A medida que el estudiante realiza correctamente todo su trabajo y va superando pruebas y crisis, va adquiriendo capacidad y responsabilidad, cada vez se hace más dueño de su vida y decide qué debe hacer y qué no debe hacer, sin miedos y con valentía, y el Maestro que ya lo conoce le hará ver el servicio que tiene que prestar.
Normalmente los estudiantes espirituales nos unimos en grupos externos e internos. Para mí cada vez me resulta de más importancia el grupo interno, representado por todos esos hilos que se mueven y van determinando con quien y donde debemos estar en cada momento. Tener consciencia de esto nos aporta serenidad y fuerza para hacer lo correcto.
Como resumen diré que en un verdadero esotérico, el mejor resultado vendrá determinado por su amor a LA VERDAD.
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