DISCIPULADO: EL PUNTO MEDIO
Textos del Maestro D.K. “El Tibetano”
Quisiera
llamarles la atención sobre el hecho de que es en un "punto medio"
donde tiene lugar el gran sometimiento de lo inferior a lo superior. Esto no ocurre cuando el discípulo vacila incierto en la periferia de la tierra
ardiente o cuando se encuentra ante el portal, después de haber pasado por la
experiencia de la tierra ardiente. El punto esencial de crisis que produce el punto
de tensión necesario es el resultado de la "decisión invocadora" de
la personalidad que, a su debido tiempo, produce una "respuesta
evocadora" del Ángel. Los dos factores implicados (y no olviden que todo
esto tiene lugar dentro del campo de la conciencia del discípulo) van juntos y
uno hacia el otro. En el centro de la tierra ardiente se encuentran y,
entonces, la luz menor (una verdadera luz por propio derecho) de la
personalidad es absorbida en la luz mayor del Ángel o Alma. El Ángel
"extingue esotéricamente" al Morador que se pierde de vista en la
radiante aura del Ángel. Esto ha sido simbólica y pictóricamente representado
en las imágenes de los cielos, cuando, de acuerdo a los Festivales Católicos,
tiene lugar la Asunción de la Virgen y la constelación de Virgo se pierde de
vista en la radiación del sol. Allí se hallan los tres factores:
1. La Virgen
..... forma material .............. personalidad ...... Morador
2. El Sol
............naturaleza espiritual ..... alma ................... Ángel
3. La Tierra
...... el hombre que aspira .... el discípulo
La personalidad permanece; sigue existiendo, pero ya
no es la de antes. La luz del Ángel la envuelve; la tierra ardiente ha hecho su
trabajo, y la personalidad no es ni más ni menos que el cascarón o forma
purificada, por medio de la cual puede brillar la luz y la irradiación, la
cualidad y las características del Ángel. Es una fusión de luces, la más fuerte
y poderosa extingue a la menor.
¿Cómo se ha
realizado esto? No me refiero aquí a la preparación del Morador en el Umbral
para este gran acontecimiento ni a los eones de disciplina, preparación,
experimento y experiencia, vida tras vida, que han hecho que esta consumación
sea posible y exitosa. Los dos aspectos del hombre sólo pueden enfrentarse con pleno
poder, intención y finalidad, cuando la ilusión ya no controla a la mente, el
espejismo ha perdido todo poder de confundir y las fuerzas de maya no pueden
obstaculizar. La discriminación, el desapasionamiento y la indiferencia, han
producido la dispersión por medio de la luz enfocada, la potencia disipadora de
la luz distribuida y el poder rector de la energía de la luz. Sólo cinco reconocimientos
controlan ahora al discípulo:
1.
La realidad de su discipulado.
2.
La percepción del Ángel, expectante y dinámico.
3. El llamado invocador del Morador en el Umbral.
3.
La necesidad de emplear la voluntad en forma nueva y
diferente.
5. La necesidad de cruzar la tierra ardiente.
Los resultados son completamente claros. Es cuestión
del momento propicio y la decisión. Quisiera recordarles que en todos estos
procesos, el que actúa es el discípulo en plena conciencia, iniciando él mismo
todos los procesos. No es el Ángel o el Morador, sino el mismo hombre
espiritual que ha de emplear la voluntad e iniciar la acción definida y
progresiva. Cuando el discípulo ha dado los pasos necesarios y ha avanzado
irrevocablemente, la respuesta del Ángel es segura, automática y omniabarcante.
La total extinción del yo personal, en tres etapas sucesivas, constituye el
resultado inmediato y normal. A esto se refería Juan el Bautista cuando dijo,
"Él debe acrecentarse pero yo debo disminuir". Pronunció estas
palabras como discípulo, antes de recibir la segunda iniciación en el umbral.
Estos aspectos esotéricos, creciente y menguante, los tenemos en las fases de
la luna, y el planeta lo tiene representado en el signo de Géminis, donde la
luz de uno de los mellizos disminuye lentamente y la luz del otro adquiere
intensidad.
Cuando ha tenido lugar esta "extinción
esotérica", ¿cuál es el destino del discípulo? Ser controlado totalmente
por el alma y ello, en la práctica, implica realización, trabajo y servicio
grupales y, oportunamente, iniciación grupal. No tengo la intención de ocuparme
de tales desarrollos, pues me he referido a ellos en otros libros. En esta
breve elucidación he considerado los efectos que las sustancias y las fuerzas
sustanciales, que se encuentran en los tres mundos, producen en el discípulo a
medida que afectan al aspirante. No he considerado el problema del espejismo,
de la ilusión y de maya desde el punto de vista del hombre común. Éste,
lógicamente, está sumergido en ellos y vive bajo su constante impacto. Por su
intermedio, aprende. No ha llegado todavía a ese punto en que trata de
liberarse de ellos como lo hace el hombre que se halla en el Sendero. Por lo
tanto, he tratado el problema desde el prisma de los discípulos y aspirantes.
Para ellos se
abre el CAMINO, y para ellos llega el reconocimiento consciente de la luz. La
necesidad de que presten servicio hombres y mujeres que se han liberado de la
ilusión y del espejismo, nunca ha sido tan dramática como hoy, y escribo esto
para los servidores en potencia, que pueden llenar una necesidad imperiosa.
Que el Ángel
de la PRESENCIA pueda hacer sentir su proximidad y los inspire para que
atraviesen valientemente los fuegos de la tierra ardiente, es mi más ferviente
plegaria; que la realidad de la PRESENCIA pueda ser sentida por ustedes
y los conduzca a una mayor actividad ‑una vez que hayan cruzado la tierra ardiente‑,
es mi más profundo deseo; y que la luz ilumine su camino y traiga una segura y
verdadera consumación de todos los afanes y luchas que han caracterizado la manera
de vivir, es mi cordial deseo. Los insto a una empresa más activa y constante.
EL TIBETANO