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sábado, 14 de marzo de 2015

LA APLICACIÓN DE LA CIENCIA DE LA RESPIRACIÓN Textos del Maestro D.K. “El Tibetano”

LA APLICACIÓN DE LA CIENCIA DE LA RESPIRACIÓN
Textos del Maestro D.K. “El Tibetano”


Se han dicho y enseñado muchas cosas sin sentido acerca de la ciencia de la respiración. Muchos grupos imparten instruccio­nes peligrosas sobre la respiración ‑peligrosas porque están ba­sadas en el conocimiento teórico y sus exponentes nunca las han practicado mayormente, y también peligrosas porque algunos gru­pos simplemente explotan, con fines lucrativos, a aquéllos que no están preparados para ello. Afortunadamente para la mayoría de los aspirantes, la información e instrucción es inconsistente, inexac­ta y con frecuencia inocua, aunque en muchos casos produce reac­ciones significativamente malas. El propósito del aspirante común es tan débil que no puede cumplir oportunamente con los innume­rables requisitos diariamente y en forma persistente, ni dedicar la atención que sería la garantía para un éxito dudoso, no exis­tiendo peligro en tales casos. Muchos grupos ocultistas explotan el tema a fin de erigir un misterio y presentar una atracción al in­cauto, de modo que sus adherentes tengan algo en qué ocuparse y así adquirir fama como ocultistas eruditos y bien entrenados. Cualquiera puede enseñar ejercicios de respiración. Más bien con­sisten en inhalaciones y exhalaciones periódicas, medidas y espa­ciadas, de acuerdo al deseo del instructor. Donde se realice un esfuerzo persistente se obtendrán resultados, y serán general­mente indeseables, pues el instructor común pone el énfasis sobre la técnica de la respiración y no sobre las ideas que ‑ por la ener­gía que esta respiración engendra ‑ deberían tomar forma en la vida del discípulo.


Toda la ciencia de la respiración está erigida alrededor del em­pleo de la Palabra Sagrada OM. El uso de dicha Palabra debiera estar limitado únicamente a los aspirantes que se han comprome­tido seriamente a hollar el Camino, pero su empleo ha sido difun­dido y prescrito por muchos instructores inescrupulosos, especial­mente los swamis llegados de la India, que se hacen pasar por san­tos, obteniendo que las incautas mujeres de Occidente caigan en sus redes. La Palabra es empleada sin ninguna intención espiri­tual sino simplemente como un sonido que, llevado sobre el alien­to, produce resultados síquicos que indican a los crédulos su pro­funda espiritualidad. La dificultad reside en que la respiración está inevitablemente relacionada con el OM, pero los efectos dependen del motivo y de la intención interna establecida. El oriental, a menos que haya alcanzado la cuarta o quinta inicia­ción, no tiene una verdadera comprensión del occidental, de su mecanismo ni de su equipo que, como resultado de una civilización y de un modo de vida particular, difieren ampliamente de los del oriental. En Oriente, el problema del instructor o Gurú consiste en tomar personas negativamente polarizadas y hacerlas positivas. En Occidente, las razas son por lo general de actitud positiva y no necesitan un entrenamiento como el que se le da al oriental. ¿Qué quiero significar exactamente al hacer esta afirmación? Quiero decir que en Oriente, el factor voluntad (la cualidad del primer aspecto) se halla ausente. El oriental, particularmente el habitante de la India, no posee voluntad, el incentivo dinámico ni la capacidad para ejercer esa presión interna sobre sí mismo que traerá resultados definidos. Por esta razón, esa civilización parti­cular es tan inadaptable a la civilización moderna; el pueblo de la India hace pocos progresos en lo que respecta a la ordenada vida municipal y nacional, estando muy atrasado en lo que res­pecta a la vida civilizada moderna. Generalizando, el occidental es positivo, y necesita la fuerza rectora del alma, pudiendo obtenerla con muy poca enseñanza. La raza Aria está obteniendo hoy una fusión entre el aspecto voluntad, la mente y el cerebro. No pasa lo mismo en Oriente. Allí sucederá más adelante.

No tengo la intención de dar algún ejercicio de respiración que los discípulos o aspirantes pudieran emplear, o probablemente abusar de ellos. La primera responsabilidad consiste en ser cons­cientes de los impulsos dentro de sí mismos, los cuales podrían im­peler a los centros a la actividad y producir así condiciones y acontecimientos en el plano físico. Cuando estos impulsos están clara y firmemente establecidos en la conciencia mental del discípulo, nada evitará que emerjan, a su debido tiempo, a la luz del día. Pero han de seguir un proceso ordenado de gestación y aparecer cuando corresponde.

Cuando hay verdadero idealismo, recto pensar, más una com­prensión del vehículo de expresión y del mundo de las fuerzas en que la idea ha de ser lanzada, entonces el estudiante puede seguir sin peligro ciertos ejercicios de respiración programados, y la segunda fase o el resultado de una respiración rítmica establecida aparecerá. Esto es inspiración.


Los ejercicios de respiración tienen un efecto puramente fisio­lógico cuando no están impulsados o motivados por el pensa­miento dirigido y no son el resultado del aferramiento y logro de un punto de tensión por parte del aspirante. Mientras se lleva a cabo el proceso de aspiración y exhalación, debe mantenerse una clara línea de pensamiento activo, para que el aliento (al ser expelido) sea cualificado y condicionado por alguna idea. Es aquí donde fracasa tan a menudo el aspirante común. Por lo general se halla tan intensamente ocupado con el proceso de dirigir la respi­ración y la expectativa de algunos resultados fenoménicos, que ol­vida el propósito vital de la respiración: energetizar y agregar cua­lidad a la vida de los centros por medio de algún pensamiento proyectado y presentado, expresando cierta y determinada idea emitida. Allí donde falta esta estructura de pensamiento idealista, los resultados de la respiración serán prácticamente nulos o –- don­de hay resultados de cualquier tipo en estas circunstancias— no estarán relacionados de ninguna manera con el pensamiento, sino que serán de naturaleza síquica. Entonces, pueden producir un desarreglo síquico duradero, porque la fuente emanante de la actividad es astral y la energía proyectada va a centros que se hallan situados debajo del diafragma, nutriendo así la naturaleza inferior, enriqueciendo y fortaleciendo su contenido astral y, por ello, aumentando y profundizando el espejismo. Les resultados pueden ser también fisiológicos, estimulando al cuerpo etérico, lo que conduce al fortalecimiento de la naturaleza física, produciendo a menudo serios resultados, pues el aliento es llevado a centros que deberían estar en "proceso de elevación", tal como se lo denomina esotéricamente; esto aumenta su potencia física, nutre los apetitos físicos y hace la tarea del aspirante muy difícil cuando trata de su­blimar la naturaleza inferior y arraigar o enfocar arriba del diafragma o en la cabeza, la vida de los centros.
Entonces, se acrecienta el espejismo y maya y, durante la vida en que estos ejercicios son mal aplicados, el aspirante permanece en una condición estática y sin beneficio. Cuando aspira o inhala, extrae el aliento de su propia aura, su "círculo infranqueable" áuri­co nutre a la naturaleza inferior y establece un círculo vicioso den­tro de sí mismo, que se fortalece diariamente, hasta que está com­pletamente envuelto por el espejismo y maya, que constantemente establece y restablece. Los centros inferiores se vitalizan continua­mente, llegando a ser extremadamente activos, y el punto de tensión desde el cual el aspirante trabaja se encuentra enfocado en la perso­nalidad y no en el alma; el estar consciente de lo excepcional de la respiración especial y la expectativa por los resultados fenoménicos, impiden la entrada a todo pensamiento, excepto las reacciones infe­riores de naturaleza kama‑manásica, la cual fomenta la emoción y aumenta enormemente el poder del cuerpo astral, y con frecuen­cia los resultados fisiológicos son también poderosos y notables, como ser un gran desarrollo del tórax y la fortificación de los músculos del diafragma. Algo de esto puede verse en el caso de los cantantes de ópera. El canto tal como ahora se enseña es  la manifestación de algún aspecto inferior de la respiración y en el caso de los citados cantantes produce un gran desarrollo del tórax, intensifica la emotividad, trae inestabilidad en la manifes­tación de la vida, que a menudo denominan temperamento, y el canto queda totalmente sometido a la naturaleza astral.

Existe un método superior y más eficaz de canto, por el cual se obtiene un punto de tensión diferente e involucra un proceso de respiración que extrae la energía necesaria de fuentes superio­res y más amplias que las comúnmente empleadas, lo cual traerá la inspiración que implicará completamente al hombre y no despertará simplemente su reacción emocional hacia el tema de su canción y su auditorio. Esto dará lugar a un nuevo método de canto y de respiración basado en una forma de respiración mental, que llevará la energía y la inspiración consiguiente, pro­veniente de fuentes que se hallan fuera del aura de la personalidad. Aún no ha llegado el momento para esto. Mis palabras serán poco comprendidas hoy, pero en el próximo siglo los can­tantes sabrán extraer las reservas de la inspiración por medio de una nueva técnica y un nuevo método de respiración. Tales técnicas y ejercicios se enseñarán prudentemente en las nuevas y futuras escuelas esotéricas.

La inspiración es el proceso de cualificar, vitalizar y estimu­lar la reacción de la personalidad ‑vía los centros‑ hacia ese punto de tensión donde el control del alma se hace presente y evidente. Es el modo por el cual la energía del alma puede inun­dar la vida de la personalidad, irrumpir a través de los centros, expulsando todo lo que obstaculiza, liberando al aspirante de todos los espejismos y maya que aún quedan, perfeccionando un instrumento mediante el cual pueda escucharse la música del alma, y más adelante la cualidad musical de la Jerarquía. No ol­viden que el sonido compenetra todas las formas; el planeta mis­mo tiene su propia nota o sonido; cada diminuto átomo tiene su sonido; cada forma puede ser evocada en la música y cada ser humano tiene su cuerda particular, y todas las cuerdas contribu­yen a la gran sinfonía que la Jerarquía y la Humanidad están ejecutando y ejecutan ahora. Cada grupo espiritual tiene su pro­pio tono, si puedo emplear una palabra tan inadecuada, y los gru­pos que colaboran con la Jerarquía producen incesantemente música. Este ritmo de sonidos y esta miríada de acordes y notas se fusionan con la música de la Jerarquía, y tal sinfonía se enri­quece continuamente; en el transcurso de los siglos, estos sonidos se unirán lentamente y fusionarán entre sí hasta que algún día la sinfonía planetaria que Sanat Kumara está componiendo, habrá terminado y nuestra Tierra hará una notable contribución a los grandes acordes del sistema solar, lo cual constituye una parte intrínseca y real de la música de las esferas. Entonces, como dice La Biblia, los Hijos de Dios, los Logos planetarios, cantarán al unísono. Tal será el resultado de la correcta respiración, del ritmo controlado y organizado, del verdadero y puro pensar y de la ar­moniosa relación de todas las partes del coro.



Reflexionen sobre este tema, considerándolo como ejercicio de meditación, y así adquirirán inspiración.

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