Por José Mejía R.
El sexo como tal, en las esferas de las Jerarquías Celestiales
(desde la concepción antropomórfica) no existe, sino Radiaciones Energéticas,
Aspectos y Polaridades. En la aurora de la Manifestación, el Espíritu Universal
o Ser Supremo, procede del Absoluto que es simplemente la Raíz de toda
Existencia, cuya conceptualización es imposible, pues significaría limitarlo.
De este ser Supremo emanó la Palabra o Fiat Creador " sin el cual no se
hace nada" y éste es el Hijo Bien Amado (que no es Cristo), nacido del
Padre, la “Palabra” del Evangelio de San Juan, que "se hizo carne",
lo cual indica que generó la Vida en ésta Tierra y en otros billones de
planetas y satélites del Universo. Ese es el Principio Creador Universal. El
Primer Aspecto de este Triple Ser se caracteriza como Poder, del cual emana el
Verbo (Palabra o Fíat) y de éste el Tercer Aspecto o Movimiento.
Nuestro Dios, la fuente y motivo de nuestra existencia
que es la Santísima Trinidad, el Dios de nuestro Sistema Solar, al que nos
referimos aquí, es igualmente triple en su Manifestación y sus tres Aspectos
son Voluntad, Sabiduría y Actividad, correspondientes a sus Personas respectivamente;
El Padre, el Hijo y El Espíritu Santo ó Jehová. Como las otras Jerarquías
luminosas, verbigracia los Espíritus Planetarios y de otros Planos superiores,
son entidades creadoras completas en Sí mismas.
Nuestro Ego, conceptuado el término como el Triple
Espíritu compuesto del Espíritu Divino, Espíritu de Vida y Espíritu Humano y
que es una de las doce Jerarquías, la última en efecto de esta oleada de vida
y, contrariamente a lo que se cree, es bisexual y en los mundos internos se
manifiesta de dos maneras: Voluntad e Imaginación, siendo la primera la fuerza
masculina aliada a las fuerzas solares, mientras que la otra, la Imaginación,
está correlacionada con las fuerzas lunares y es el poder femenino que
predomina en la mujer. Fue necesaria la división de los sexos en muy temprana
época de la evolución de la humanidad, cuando el ser humano carecía de cerebro
y laringe.
Cito casi textualmente: El cuerpo vital o etérico, que
eventualmente se transforma, trasmuta y convierte en alma, es del sexo opuesto,
por tanto se puede decir que el alma de la mujer es masculina y la del hombre
es femenina. El cuerpo vital es una réplica o contraparte exacta, órgano por
órgano, del cuerpo físico con esa sola excepción, y esto explica muchos hechos
que, de otra forma, serían inexplicables. Las facultades relacionadas con el
cuerpo vital son crecimiento, propagación, asimilación y memoria. La mujer, que
tiene un cuerpo vital positivo, madura antes que el varón, y las partes
análogas a la vida vegetal, como el cabello, por ejemplo, crecen más, y,
naturalmente, un cuerpo vital positivo generará más sangre que el cuerpo vital
negativo que posee el varón; de ahí que en la mujer haya una presión sanguínea
más grande, de la que tiene que librarse mediante el flujo periódico, y cuando
éste cesa en la edad crítica hay un segundo crecimiento, pues la mujer se pone
más gruesa y adquiere las características propia de las matronas.
Los impulsos del cuerpo de deseos o astral empujan la
sangre a través del sistema con diversa velocidad, de acuerdo con la fuerza de
las emociones. La mujer, teniendo un exceso de sangre, trabaja bajo una presión
mayor que el hombre, y si bien esta presión se amortigua con el flujo
periódico, a veces es necesaria otra válvula de escape: las lágrimas, que no
son más que una sangría blanca, y operan como una válvula de seguridad para
sacar el exceso de fluido. Los hombres, aunque pueden tener emociones tan
fuertes como las mujeres, no son dados a las lágrimas porque no tienen más
sangre que la que pueden soportar cómodamente.
Siendo positivamente polarizada en la Región Etérica
del Mundo Físico, la esfera de la mujer ha sido el hogar y la iglesia, donde se
encuentra idealmente rodeada por el amor y la paz, mientras que el hombre lucha
la batalla por la supervivencia de los más aptos, sin tener cuartel en el Mundo
Físico, el denso, donde él es allí positivo...
El preceptor de la filosofía de la que principalmente
alimento varios de mis comentarios se aventuraba a decir que solo hay un
pecado: la Ignorancia, y solo una salvación: el Conocimiento aplicado. Hasta el
más sabio de nosotros sabe muy poco de todo cuanto se puede aprender, no
obstante, y menos aún ninguno ha alcanzado la perfección, pues tampoco ésta
puede conseguirse en una sola y corta vida; pero, sin embargo, podemos observar
que todo en la Naturaleza tiende, lenta y persistentemente, a su
desenvolvimiento persiguiendo y alcanzando estados cada vez más elevados.
Nosotros llamamos a este proceso EVOLUCIÓN.
Es una tarea de enorme dificultad tratar de, en pocas
líneas, explicar los procesos involutivos, evolutivos y epigenésicos de la
humanidad completamente ligados a la influencia y trabajo de Grandes y
Luminosas Jerarquías Espirituales que han colaborado en esta cósmica labor y
explicar el por qué la separación de los sexos, sus causas y consecuencias,
pero intentaremos esbozar algo coherente. Basados en esta premisa y en
investigaciones directas de grandes esoteristas en la Memoria de la Naturaleza
o Archivo Akáshico según el decir de los hindúes, sabemos que el ser humano, en
un principio, en sus albores evolutivos, estaba dotado de los dos sexos, como
una gran cantidad de plantas de la actualidad. Era la época hiperbórea, en la
que el ser humano evolucionante era bisexual y su reproducción era similar a la
que se ocasiona actualmente en las plantas hermafroditas, es decir, para hacer
un símil rudimentario, la reproducción ocurría mediante una sexualidad floral
similar a la de las patatas (Solanum tuberosum), con presencia de gineceos y
androceos en la misma flor, es decir era una unidad reproductora en sí misma.
Es significativo apreciar que en la actualidad está vigente la opinión entre
los botánicos que las flores y plantas hermafroditas son menos evolucionadas
que las unisexuales. Esto es así porque en casi todos los grupos de
angiospermas que poseen flores unisexuales, entre las flores femeninas y
masculinas hay la presencia de rudimentos o verdaderos estambres o carpelos (el
androceo u orgánulo sexual masculino o el carpelo o gineceo). Véase la concomitancia
de aquello con lo que estamos afirmando aquí sobre las etapas de la evolución
del hombre y lo que ocurre en las fases embrionarias del ser humano en el
vientre materno y la reminiscencia fisiológica del órgano opuesto en el aparato
reproductor del ser humano. Bien, hasta aquí el preámbulo y trataremos de
resumir el proceso posterior.
En la subsiguiente Época, la Lemúrica, actuaron
categorías divinas creadoras como los Señores de la Forma, ciertos Arcángeles y
los Señores de la Mente. El Padre, primera persona de la Santísima Trinidad, es
el más alto Iniciado de esta última Jerarquía Divina y estas entidades ayudaron
al hombre a marcar la génesis de su individualidad. Es la obra del Día Quinto
de la Biblia. Y sobre todo, el hombre obtuvo entonces su cuerpo de deseos o
astral y era una mezcla de hombre-animal muy plástico como las otras formas que
existían. Su esqueleto se había formado también y el hombre era capaz de
modelar sus carnes y la de otros seres animales circundantes, en un medio
ambiente hostil, neblinoso ardiente, volcánico e ígneo. A mediados de la Época
Lemúrica se realizó la separación de los sexos y el hombre era apenas
consciente de sí mismo. El Ego por medio de la mitad de su fuerza sexual
construyó el cerebro y la laringe para la expresión del pensamiento y dejó de
ser una unidad creadora completa. Cada ser humano poseía la mitad de la fuerza
creadora y desde entonces tenían que buscar su complemento su “media naranja”
fuera de sí mismos. Su vida real estaba todavía en el mundo espiritual antes
que en el denso y apenas era consciente del acto de la propagación, el parto
era si dolor y la muerte y el nuevo nacimiento eran apenas percibidas por él,
“sus ojos no se habían abierto aún” y bajo la dirección de las huestes
Jehovísticas, los Ángeles, expertos en la propagación, se les juntaba en
determinadas y propicias épocas del año en grandes templos para efectos de que
ejerzan el acto creador de manera sacrificial religiosa. Fueron la huestes
luciféricas, seres de una evolución lunar irregular o rezagados de la oleada de
vida angelical, con la entidad angelical Luciferus, llamado también el portador
de luz o el que ilumina, a la cabeza de ellos, los que “abrieron los ojos” al
hombre creado por Jehová y por ende se convirtieron en Su adversario y
coartaron los planes divinos, otorgando al hombre, prematuramente, la actividad
libre conciencial respecto a la propagación y la posibilidad de la
inmortalidad, a un alto precio, incorporando el error y las pasiones que
conducen hacia el mal interior y al conocimiento del bien y del mal.
Estos semidioses o Espíritus Luciferes, abrieron al
linaje humano caminos vedados en ese entonces al hombre y utilizaron su cerebro
para expresarse y evolucionar. Siendo ellos la oleada de vida atrasada de los
ángeles, que era la humanidad adelantada del Periodo Lunar, no podían tomar un
cuerpo denso como el hombre de la Lemuria y necesitaban del cerebro del hombre,
de este novel órgano interno, para obtener conocimiento y poder seguir
evolucionando, al contrario de los Ángeles que no requieren de nada para
conocer. A través de la conciencia pictórica que el hombre poseía en la última
parte de la Época Lemúrica, Lucifer le enseñó a la generación adámica cómo
liberarse de la sujeción a los ángeles o poderes externos y que por ellos mismo
podían, sin la mediación de estos últimos, formar nuevos cuerpos; así el ser
humano redirigiría más y más su conciencia hacia afuera para adquirir
conocimiento. Por tanto ellos también se aprovecharían de esas conquistas y
evolucionarían. Y hasta ahora en la actualidad así ocurre incuestionablemente.
Lucifer, cuya raíz griega es Phosphoros, a quien HPB
le definió en La Doctrina Secreta como “The pale morning-star, the precursor of
the full blaze of the noon-day sun" o “el pálido lucero del alba, el
precursor de la plena luz del Sol del mediodía”, o sea éste último, el Cristo
Solar, el que es conocido como la Luz Verdadera, ha tenido un importantísimo
papel en la evolución humana, como podemos deducir de lo que hemos expuesto.
Por otro lado, es fundamental para entender el drama evolutivo humano, distinguir muy claramente la evolución de la Forma Física de la evolución de la Vida. En la Vida que evoluciona en forma cada vez más perfectiblemente, las formas lo hacen por igual como su expresión y entonces, cuando no lo hacen, o lo hacen muy defectuosamente, tienden éstas a degenerar y a aplazarse y a ser utilizada por espíritus rezagados en tanto y en cuanto éstos existan. Cuando ya no hay más rezagados, la especie muere indefectiblemente. Un caso reciente ocurrido y que ejemplifica esto es el del Viejo George, la tortuga centenaria de las Islas Galápagos, archipiélago perteneciente al Ecuador, ejemplar único que murió recientemente hace meses sin dejar descendencia, extinguiéndose su especie, a pesar de todos los esfuerzos de sus cuidadores y científicos que lucharon porque esto no ocurra. Max Heindel, fundador de la Fraternidad Rosacruz, nos dice que en situaciones así, la forma se cristaliza, fosiliza y regresa al reino mineral y se incorpora a los diferentes estratos de la corteza terrestre. En el caso de nuestra especie, la vida nuestra es una secuencia continua de aprendizaje y cada vida es un fugaz instante entre dos alboradas. Los seres humanos, no nos cansaremos de repetir, estamos constituidos de un Ego el que, contrariamente a lo que se cree, es bisexual y para expresarse en el mundo experiencial de la materia, de las formas, nace indistintamente como macho o como hembra (siendo las variantes a estos géneros estados evolutivos irregulares no permanentes empero necesarios para ciertos ajustes y pruebas causales) y utiliza diferentes cuerpos de perfección creciente, en razón de las experiencias kármicas que necesita tener, equilibrar y conocimiento que adquirir. El ser humano era macho-hembra en épocas lejanas y esta característica se destaca en el proceso embrionario por un determinado tiempo y hay reminiscencias de esto en su constitución fisiológica posterior. En el futuro, el ser andrógino, el divino hermafrodita, será el habitante de estas esferas evolutivas.
Por otro lado, es fundamental para entender el drama evolutivo humano, distinguir muy claramente la evolución de la Forma Física de la evolución de la Vida. En la Vida que evoluciona en forma cada vez más perfectiblemente, las formas lo hacen por igual como su expresión y entonces, cuando no lo hacen, o lo hacen muy defectuosamente, tienden éstas a degenerar y a aplazarse y a ser utilizada por espíritus rezagados en tanto y en cuanto éstos existan. Cuando ya no hay más rezagados, la especie muere indefectiblemente. Un caso reciente ocurrido y que ejemplifica esto es el del Viejo George, la tortuga centenaria de las Islas Galápagos, archipiélago perteneciente al Ecuador, ejemplar único que murió recientemente hace meses sin dejar descendencia, extinguiéndose su especie, a pesar de todos los esfuerzos de sus cuidadores y científicos que lucharon porque esto no ocurra. Max Heindel, fundador de la Fraternidad Rosacruz, nos dice que en situaciones así, la forma se cristaliza, fosiliza y regresa al reino mineral y se incorpora a los diferentes estratos de la corteza terrestre. En el caso de nuestra especie, la vida nuestra es una secuencia continua de aprendizaje y cada vida es un fugaz instante entre dos alboradas. Los seres humanos, no nos cansaremos de repetir, estamos constituidos de un Ego el que, contrariamente a lo que se cree, es bisexual y para expresarse en el mundo experiencial de la materia, de las formas, nace indistintamente como macho o como hembra (siendo las variantes a estos géneros estados evolutivos irregulares no permanentes empero necesarios para ciertos ajustes y pruebas causales) y utiliza diferentes cuerpos de perfección creciente, en razón de las experiencias kármicas que necesita tener, equilibrar y conocimiento que adquirir. El ser humano era macho-hembra en épocas lejanas y esta característica se destaca en el proceso embrionario por un determinado tiempo y hay reminiscencias de esto en su constitución fisiológica posterior. En el futuro, el ser andrógino, el divino hermafrodita, será el habitante de estas esferas evolutivas.
Está muy claro, entonces, que la separación de los
sexos ocurrió en la Época Lemúrica con el concurso de Jehová y los Ángeles. Los
Espíritu Luciferes, que eran una parte de la humanidad del Periodo Lunar y
rezagados de la oleada de vida de los Ángeles, entraron en la columna espinal y
en el cerebro y le susurraron a la mujer, cuya imaginación se había sido
despertada por los Arcángeles en las prácticas de la Raza Lemúrica. Ya que su
conciencia era entonces pictórica, percibieron a dichos espíritus rezagados en
forma de serpientes al haber entrado en su cerebro por medio de la médula
espinal serpentina. De allí la similitud mórfica entre este reptil y la entidad
de las sombras.
En el Concepto Rosacruz del Cosmos, la obra magna de
Max Heindel, se nos dice que: “El entretenimiento de la mujer incluía la
asistencia y observación de las peligrosas peleas y hechos de los hombres que
se ejercitaban en desarrollar la Voluntad, en cuyas luchas, muy a menudo,
morían los cuerpos. La obscura conciencia de algo extraño hacía que la mujer se
admirara al ver esas cosas tan anómalas. Estaba consciente de los espíritus que
habían perdido sus cuerpos, pero su percepción imperfecta del Mundo Físico no
le permitía revelar a los amigos que sus cuerpos físicos habían sido
destruidos.
Los Espíritus Luciferes resolvieron el problema para
ella (la mujer), "abriéndole los ojos". Le revelaron a ella su propio
cuerpo y el del hombre, y le enseñaron cómo podía conquistar la muerte creando
nuevos cuerpos. De suerte que la muerte no podía con ellos porque, como Jehová,
tenían el poder de crear a voluntad. Lucifer abrió los ojos de la mujer. Ella
vio y ayudó entonces al hombre a abrir los suyos. De esta manera, en una forma
real, si bien confusa, empezaron a "conocer" o a percibirse unos a
otros y también al Mundo Físico. Se hicieron conscientes de la muerte y del
dolor, y mediante este conocimiento aprendieron a diferenciar entre el hombre
interno y el ropaje externo que lleva y que renueva cada vez que es necesario
dar un nuevo paso en la evolución. Entonces la pareja cesó de ser autómata, y
se convirtió en seres que podían pensar libremente a costa de su inmunidad de
dolores, enfermedades y muerte.”
El que la interpretación de comer el fruto como
símbolo del acto generativo no es una idea absurda queda demostrado por la
declaración de Jehová (que no es un capricho, sino la simple declaración de las
consecuencias que produciría el acto) de que morirían y de que la mujer pariría
con dolor y sufrimiento. Él sabía que como la atención del hombre se había
fijado ahora en su ropaje físico, percibiría la muerte. Y también sabía que el
hombre no tenía aún sabiduría para refrenar sus pasiones y para regular el
comercio sexual en base a las posiciones de los planetas y, en consecuencia, el
parto debía producirse con dolor, debido a ese abuso ignorante de la función.”
Lo cual nos da una valiosísima pista para saber, desde el punto de vista
espiritual, si la unión homosexual es o no santificada y vista con agrado por
las divinidad. Nótese, entonces, que todo desperdicio y abuso de la energía
creadora, en razón de la satisfacción sensorial sea u ocurra en matrimonio o
libre unión de cualquier naturaleza, es un error espiritual sancionado con su
respectiva consecuencia.
Me veo obligado a copiar los párrafos siguientes de
dicho capítulo, que explican clarísimamente las inquietudes alrededor de este
tema y lo completan. El autor continúa:
“Ha sido siempre un jeroglífico para los comentadores
de la Biblia cómo podía relacionarse el comer una fruta con el nacimiento de un
niño, pero si comprendemos que el comer la fruta es símbolo del acto generativo
por el cual el hombre se convierte en algo semejante a Dios, en tanto que
conoce su clase y se capacita así para generar nuevos seres, la solución es
bien fácil.
En la última parte de la Época Lemúrica, cuando el
hombre se arrogó la prerrogativa de realizar el acto generador cuando quisiera,
su entonces poderosa voluntad fue la que le permitió realizarlo. "Comiendo
del árbol del conocimiento" en todo tiempo, fue como se capacitó para
crear un nuevo cuerpo cada vez que había perdido su antiguo vehículo.
Consideramos generalmente la muerte como algo temible.
Si el hombre hubiera también "comido del árbol de la vida" habría
aprendido el secreto de vitalizar perpetuamente su cuerpo, lo que hubiera sido
peor aún. Sabemos que nuestros cuerpos no son perfectos hoy en día, y en esos
tiempos antiquísimos esos cuerpos eran extremadamente imperfectos. Por lo
tanto, el que las Jerarquías creadoras impidieron al hombre "comer del
árbol de la vida" también impidiéndole así renovar su cuerpo vital, estaba
bien fundado. De hacerlo se habría hecho inmortal, ciertamente, pero no hubiera
nunca podido progresar. La evolución del Ego depende de la de sus vehículos, y
si no hubiera podido obtener nuevos y más perfectos vehículos por medio de las
sucesivas muertes y renacimientos, se hubiera estancado. Es una máxima oculta,
que cuanto más a menudo morimos mejor podemos vivir, porque cada nacimiento nos
proporciona una oportunidad nueva.”
Hemos visto que el conocimiento cerebral, con su
egoísmo concomitante, lo obtuvo el hombre a costa de su poder de crear él solo.
Adquirió su voluntad libre a costa del dolor y de la muerte; pero cuando el
hombre aprenda a emplear su inteligencia para el bien de la humanidad,
adquirirá poder sobre la vida y, además, será guiado por un conocimiento innato
muy superior a la actual conciencia cerebral, tan superior a ésta como la
conciencia actual es a la conciencia animal.
La caída en la generación fue necesaria para construir
el cerebro, pero ésa es, a lo sumo, únicamente una forma indirecta de adquirir
conocimiento, y será sucedida por el contacto directo con la Sabiduría de la
Naturaleza, la que el hombre, sin cooperación alguna, podrá utilizar para la
generación de nuevos cuerpos. La laringe hablará nuevamente "la Palabra
perdida" el "Fiat creador", la que, bajo la dirección de los
grandes Instructores, fue empleada por los antiguos lemures para la creación de
los vegetales y animales.
El hombre será entonces un creador en verdad. No en la
forma relativa y convencional del presente, sino que por el empleo de la
palabra apropiada o fórmula mágica es cómo podrá crear un nuevo cuerpo.
Seguimos, entonces... y leamos lo que viene y que aclara el nuevo esquema
general trazado, por motivo de la Caída:
“Todo cuanto se manifestó durante el período
descendente de la involución subsiste hasta que se alcanza el punto
correspondiente del arco descendente. Los actuales órganos de generación
degenerarán y se atrofiarán. Los órganos femeninos fueron los primeros en
existir como unidad separada y, de acuerdo con la ley de que "los últimos
serán los primeros" y de que los "primeros serán los últimos",
serán los últimos en atrofiarse. Los órganos masculinos comenzaron a
diferenciarse después, y aún ahora ya comienzan a dividirse del cuerpo...”
Por supuesto que la ignorancia y el miedo han
producido periodos de injusticia y de dolor para la mujer en grandes épocas de
la historia, acentuándose la perversidad de los estamentos sociedades
regentadas fundamentalmente por hombres en muchas de ellas, como la época de la
nefasta inquisición. No olvidemos, sin embargo, que, en virtud de la Ley del
Renacimiento y de la Causación, esos errores e inequidades se han compensado y
lo harán a lo largo de los tiempos, pues es una regla casi generalizada que el
Ego nace alternadamente en cuerpo contrario al de su vida pasada en la Tierra,
una vez mujer y otra hombre y poco a poco se va logrando más equilibrio e
igualdad de los sexos, a medida que inconscientemente se asume e incorpora esta
gran verdad. El desconocimiento ha generado pesar e injusticias que se repiten
y revierten en cada periodo histórico, pero esto es el producto del abuso del
libre albedrío del hombre y de su lento aprendizaje por el camino del
sufrimiento y de las equivocaciones, como ya he puntualizado.
Pronto alborearán mejores días y es evidente que
caminamos hacia un futuro más equitativo y donde el respeto a la dignidad
ajena, la igualdad de oportunidades, deberes y derechos independientemente del
género sexual, ahora tan reconocido por las legislaciones humanas y casi
elevado a la condición de normalidad, será el comportamiento usual en la aldea
humana. La evolución de la materia hacia el espíritu, el regreso potenciado de
los hombres al Padre mediante el amor, la fraternidad, la filantropía, la
tolerancia y el servicio desinteresado, es el anhelo de todos los que
entendemos nuestro destino estelar y no deberá extrañarnos que estos
acontecimientos y panoramas nóveles en las relaciones sicosociales sigan
ocurriendo, hasta que, en futuro no muy cercano, si consideramos la escala de
tiempo humana, una gran mayoría de los hermanos planetarios entienda su
verdadera grandeza y potencialidad, como dioses en formación que somos y se
resguarde de despilfarrar su fuerza creadora.
José Mejía R.