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sábado, 6 de febrero de 2016
miércoles, 3 de febrero de 2016
INICIACION. Enseñanzas del Maestro D.K. “El Tibetano”
INICIACION.
Enseñanzas del Maestro D.K. “El
Tibetano”
El
hombre da literalmente el primer paso en el reino espiritual, saliendo del
reino puramente humano, para entrar en el superhumano. Entra en la vida del
espíritu y, por primera vez, tiene el derecho de llamarse “hombre espiritual”,
en el significado técnico de la palabra. Entra en la quinta etapa, la última,
de nuestra actual quíntuple evolución.
Cada
iniciación indica el paso del estudiante por el Aula de la sabiduría hacia un
grado superior y además el claro resplandor del fuego interno y la transición
de un punto de polarización a otro; implica
la comprensión de la creciente unidad con todo lo que vive y la esencial
unicidad del yo con todos los yoes; da por resultado un horizonte que se
ensancha continuamente hasta incluir la esfera de la creación, o la creciente
capacidad de ver y oír en todos los planos. Es poseer una acrecentada conciencia
de los planes de Dios para el mundo y la capacidad de desarrollar dichos
planes. Es el esfuerzo de la mente abstracta para aprobar un examen. Es figurar
en el cuadro de honor de la escuela del Maestro, dentro de la realización de
esas almas cuyo karma lo permite y su esfuerzo es suficiente para alcanzar la
meta. La iniciación conduce al monte en que se puede obtener la visión; la
visión del Eterno Ahora, donde el pasado, el presente y el futuro existen como
uno.
La
iniciación conduce a esa corriente que, cuando se ha penetrado en ella,
arrastra al hombre hasta llevarlo a los pies del Señor del Mundo, a los pies de
su Padre en los Cielos, a los pies del triple Logos. Lleva a través del Aula de
la Sabiduría y pone en las manos del hombre, en forma gradual, la clave de toda
información cósmica y del sistema. Revela el misterio oculto subyacente en el
corazón del sistema solar. Conduce de un estado de conciencia a otro. A medida
que entra en cada estado, el horizonte se ensancha, la vista se extiende y la comprensión
es más incluyente, hasta que la expansión alcanza el punto en que el yo abarca
todos los yoes, incluso todo lo móvil e inmóvil, según una antigua escritura.
La
ceremonia de la iniciación señala un punto de realización, pero no la
realización que a menudo se cree sino simplemente la que los Instructores que
vigilan a la raza, reconocen como una etapa definida en la evolución alcanzada
por el discípulo, la cual proporciona dos cosas:
Una
expansión de conciencia, que permite a la personalidad penetrar en la sabiduría
lograda por el Ego, y en las
iniciaciones superiores, en la conciencia de la Mónada.
Un breve
período de iluminación, donde el iniciado ve la parte del sendero que debe
hollar y también participa conscientemente en el gran plan evolutivo.
La iniciación es algo estrictamente personal, pero de aplicación universal.
Depende de su realización interna. El iniciado sabrá por sí mismo, sin que
nadie se lo diga, cuándo tiene lugar el acontecimiento.
Es muy
posible que el hombre actúe también en el plano físico, y se dedique
activamente a servir al mundo sin guardar recuerdo alguno de haber pasado por
el proceso iniciático; no obstante, puede haber recibido en una vida anterior
la primera o la segunda iniciación.
Un
hombre puede agotar cierto karma y llevar a cabo algún trabajo par la Logia si
está libre de preocupaciones esotéricas e introspecciones místicas durante una
vida terrena.
Además
debe equipar su cuerpo mental, para ser un expositor y trasmisor y no un factor
obstaculizante como hasta ahora. Análogamente, debe desarrollar una actividad
grupal y aprender a trabajar coordinadamente con otras unidades. Esto es lo
principal que el hombre debe lograr en el sendero de la iniciación, y cuando ha
trabajado sobre ello, encontrará el Camino, lo verá con claridad y entonces
ingresará en las filas de los Conocedores.
La
iniciación constituye un gran experimento que nuestro Logos planetario lleva a
cabo durante esta ronda. En las rondas anteriores y quizás en las posteriores,
el proceso seguirá la ley natural.... Este proceso es optativo y el hombre
puede -si así lo elige- seguir el proceso normal y emplear eones para efectuar
lo que algunos han preferido realizar en un período más breve, por medio de un
proceso forzado y autoelegido.
Vencer
parcialmente el espejismo y evadir la total esclavitud, impuesta por la ilusión,
indican a la atenta Jerarquía que un hombre está preparado para los procesos de
la iniciación.
La
característica del iniciado es: la falta de interés en sí mismo, en su propio
desarrollo y en su destino personal, y todo aspirante que llega a ser discípulo
aceptado tiene que dominar los tecnicismos del desinterés.
La
iniciación puede ser definida de dos maneras. Es ante todo entrar en un mundo
dimensional nuevo y más amplio, mediante la expansión de la conciencia del
hombre, para que pueda incluir y abarcar lo que ahora excluye, y de lo cual se
separa normalmente cuando piensa y actúa y después introducir en el hombre esas
energías características del alma y únicamente del alma - las fuerzas del amor
inteligente y de la voluntad espiritual. Estas energías dinámicas actúan en
toda alma que ha logrado la liberación.
El
concepto de la iniciación grupal debe reemplazar hoy al de la iniciación
individual de un aspirante. En el pasado, a fin de introducir la idea de la
iniciación en la mente del pueblo, la Jerarquía eligió el método (ahora en
desuso) de presentar la perspectiva de la iniciación ante el ansioso discípulo;
acentúo inmediatamente desde el comienzo su peculiaridad, su naturaleza
compensadora, su ritual y ceremonial y su lugar en la escala de la evolución.
Debido a que la realidad de la iniciación ha sido captada por una mayoría y
realizada por algunos, es posible revelar ahora lo que estuvo siempre
implicado, que la iniciación es un acontecimiento grupal. Si el claro pensar
hubiera reemplazado a la egoísta aspiración individual, el hecho de la
iniciación grupal habría sido evidente, por las siguientes razones, inherentes
o implicadas en toda la situación:
El alma
-en su propia naturaleza-es consciente del grupo y no tiene ambiciones o intereses
individuales ni está en forma alguna interesada en las metas de la
personalidad. El alma es el iniciado. La iniciación es un proceso por el cual
el hombre espiritual que mora en la personalidad, llega a ser consciente de sí
mismo como alma, con los poderes, relaciones y propósitos del alma. Cuando un
hombre comprende esto, aún en pequeña medida, llega a ser consciente del grupo.
Únicamente
el hombre, cuyo sentido de identificación comienza a expandirse y a ser
incluyente, puede "recibir la iniciación" (como se dice
erróneamente). Si la iniciación fuera una realización puramente personal,
arrojaría al hombre nuevamente a la conciencia separatista, que está tratando
de evadir. Ello no constituiría un progreso espiritual. Cada paso en el sendero
de iniciación acrecienta el reconocimiento grupal. La iniciación es
esencialmente una serie de reconocimientos incluyentes en expansión.
La
iniciación admite al aspirante como miembro de la Jerarquía. Esto involucra,
hablando esotéricamente, el abandono de todas las reacciones separatistas de la
personalidad, enuna serie de renunciamientos progresivos, que culminan en la
cuarta iniciación.
Cuando
el iniciado pasa de una iniciación a otra, avanza en el sendero o penetra en el
corazón de los Misterios, juntamente con quienes son igual a él, hallándose en
la misma etapa de evolución y trabajando para alcanzar la misma meta; entonces
se da cuenta que no está solo y que se realiza un esfuerzo mancomunado. En
efecto, es la nota clave de un ashrama que condiciona su formación, compuesto
de discípulos e iniciados, en diferentes etapas de desarrollo iniciático, que
han llegado juntos a su etapa de conciencia ashrámica y seguirán juntos
hasta llegar a esa total liberación que se alcanza cuando el plano físico
cósmico desciende bajo el umbral de la conciencia o de la percepción sensible,
y ya no tiene ningún interés para el iniciado.
Nadie es
admitido (por medio de los procesos de la iniciación) en el Ashrama de Cristo
(la Jerarquía), hasta el momento en que comienza a pensar y a vivir en términos
de relaciones y actividades grupales. Algunos aspirantes bien intencionados
interpretan la idea grupal como un mandato para esforzarse en formar grupos -su
propio grupo o grupos. Esta no es la idea presentada en la era acuariana, tan
cercana hoy; fue el método de acercamiento durante la era pisciana, ya
pasada. Ahora el acercamiento es totalmente diferente, no se espera que alguien
permanezca en el centro de su pequeño mundo y trabaje para convertirse en el
punto focal de un grupo. La tarea consiste en descubrir al grupo de aspirantes
al cual debe afiliarse y con el cual debe recorrer el sendero de iniciación,
cosa muy diferente y mucho más difícil.
Un
ashrama contiene discípulos e iniciados en todas las etapas de desarrollo
evolutivo y en todos los rangos y grados; trabajan juntos al unísono, y sin
embargo -dentro de sus rangos diferenciados, pues cada grado permanece aislado,
aunque unido con los demás- han establecido una armonía propia, codificado su
intercambio telepático y comparten un secreto y silencio ocultista que protege
los secretos y conocimientos para que no pase de un grado a otro ni lleguen a
los que no están preparados. Similarmente, cuando un aspirante procura
descubrir en el plano físico a quienes compartirán con él el misterio de su
siguiente paso inmediato o expansión demostrada, descubrirá a su propio grupo,
hallando que está formado por los que lo han alcanzado su etapa particular de
sabiduría y también los que lo dejaron muy atrás. Simultáneamente será atraído
a un vórtice de fuerza y a un campo de servicio.
Por lo
tanto, aprenderá las lecciones requeridas, de quien debe trabajar en un
ashrama, y sabrá comportarse con quienes no pueden compartir con él los
secretos que ya conoce, y con aquellos que han penetrado más profundamente que
él en los misterios.
La
iniciación ha sido frecuentemente presentada como una ceremonia, y he creído
necesario contrarrestar fervientemente ese significado erróneo. Sin embargo, si
quieren captar lo que tengo que decir, tendrán que recurrir a la comprensión
iluminada que posean.
La
iniciación es considerada una ceremonia cuando llega a un punto culminante en
el proceso iniciático donde la conciencia del discípulo es dramáticamente
consciente de los miembros de la Jerarquía y de su propia posición, en relación
con la misma. El discípulo hace de esta comprensión un símbolo -sucesivamente y
en creciente gran escala- como si fuera una gran ceremonia rítmica de
revelación progresiva, en la cual él, como candidato, es el centro del
escenario jerárquico.
No
quiero significar que las enseñanzas dadas en el pasado por los distintos
grupos ocultistas, o en mi libro Iniciación Humana y Solar, son
incorrectas, y no relatan con exactitud lo que el candidato cree que tuvo
lugar. Trato de explicar que el aspecto ceremonial se debe a la capacidad del
discípulo, para construir formas mentales.
El
proceso iniciático es en realidad el resultado de la actividad de tres
energías:
1. La
energía generada por el discípulo, cuando trata de servir a la humanidad.
2. La
energía puesta a disposición del discípulo, cuando logra construir el
antakarana.
3. La
energía del Ashrama jerárquico en el cual está siendo "absorbido" o
integrado.
Estas
tres energías, cada una con su propio modo de expresión y produciendo sus
propios resultados específicos, que complementan o dirigen el proceso
iniciático, son evocadas por el mismo discípulo, y su creciente fortaleza y capacidad
reveladora dependen ampliamente de su determinación, de su propósito y de su
voluntad; de su persistencia y de su integridad espiritual. Por la comprensión
de la palabra “proceso” el discípulo descubre el verdadero significado del
enunciado oculto: (antes de que el hombre pueda hollar el sendero, debe
convertirse en el Sendero mismo". El discípulo descubre cada vez más lo
que significa llegar a ser un agente creador, empleando la facultad creadora de
la mente y adaptándose acrecentadamente (a medida que crea) al Plan del
Creador, el Señor del Mundo.
Períodos
de investigación, de sufrimiento, de desapego, de revelación, que producen
puntos de fusión, de tensión y de proyección de energía, tal es la historia del
sendero de la iniciación.
La iniciación
es en verdad el nombre dado a la revelación o nueva visión que impele siempre
al discípulo adelante, hacia una luz mayor; no es algo que se le confiere o se
le da. Es un proceso de reconocimiento de la luz y la utilización de esa luz a
fin de entrar en una luz siempre más clara. El progreso efectuado desde una
zona débilmente iluminada, en la manifestación divina, a otra de gloria
suprema, es la historia del sendero de evolución.
El
reconocimiento de las diversas "luces" en el Camino Iluminado significa
estar preparado para la iniciación. El iniciado entre una luz en un sentido
peculiar, y ésta compenetra su naturaleza, de acuerdo a su desarrollo, en
cualquier etapa en tiempo y espacio, permitiéndole hacer contacto y ver lo que
hasta entonces era invisible y, basado en el conocimiento recién adquirido,
dirigir sus pasos adelante.
Aquí no
estoy hablando en símbolos. Cada iniciación oscurece la luz ya adquirida y
empleada, y sumerge entonces al iniciado en una luz más elevada. Cada
iniciación capacita al discípulo para percibir una zona de la conciencia divina
hasta entonces desconocida, pero cuando el discípulo se ha familiarizado con
ella y sus fenómenos, su cualidad vibratoria e interrelaciones excepcionales,
se convierten para él en un campo normal de experiencia y actividad. De esta
manera (si puedo expresarlo así) "los mundos de las formas vivientes y de
las vidas amorfas le pertenecen". Nuevamente la dualidad penetra en su
percepción mental, porque ya es consciente de la zona iluminada, por la cual
llega a un punto de tensión o de iniciación; mediante el proceso iniciático
descubre una zona nueva y más brillantemente iluminada en la cual puede ahora
penetrar. Esto no significa que debe abandonar el campo de actividad anterior
en el que ha trabajado y vivido, sino que simplemente enfrenta nuevos campos de
responsabilidad y oportunidad, pues -por su propio esfuerzo- puede ver más luz,
caminar en una luz mayor y aplicar sus facultades más adecuadamente que hasta
ahora, dentro de la zona., grandemente ampliada, de las posibilidades.
La
iniciación es, por lo tanto, una constante fusión de las luces, a las cuales se
penetra progresivamente, permitiendo al iniciado ver más lejos, con mayor
profundidad y más incluyentemente.
La
iniciación es un progreso en la experiencia y, por su intermedio, el logro de
un punto de tensión. Manteniendo ese punto de tensión el iniciado ve lo que
está por delante. La iniciación permite entrar progresivamente en la
mente del Logos creador. Esta última definición es quizás una de las más
importantes que he dado hasta ahora. Reflexionen sobre mis palabras. Por ser la
energía la base de todo nuestro mundo manifestado, una iniciación es una
condición de la conciencia donde el discípulo plenamente preparado emplea las
energías disponibles (en el momento de la iniciación) para producir cambios de
naturaleza trascendental y reveladora en la conciencia. Cada iniciación coloca
al iniciado en posición de controlar ciertas energías relacionadas,
permitiéndole convertirse acrecentadamente en manipulador entrenado de esas
energías; cada iniciación le da la comprensión de la energía relacionada y de
su campo de actividad; cada iniciación revela la cualidad y el tipo de estímulo
que va a ser evocado, cuando es puesto en contacto con determinada energía de
rayo; cada iniciación establece relación entre el iniciado y la energía de rayo
involucrada, de manera que gradualmente (sin tener en cuenta cuales pudieran
ser los rayos a que pertenecen su alma o su personalidad) podrá trabajar con la
cualidad o el aspecto creador de todos los rayos, aunque adquiriendo siempre
una mayor facilidad para trabajar en su propio rayo del alma y, posteriormente,
en el rayo de la mónada, uno de los tres rayos mayores de Aspecto.
Gran
parte de quienes leen estas instrucciones y estudian mis libros están en
proceso de preparación para recibir una de las iniciaciones, y todo el tema
debería serles, por lo tanto, de sumo interés. Deben cerciorarse (por lo menos
como tentativa) qué iniciación tienen por delante y luego descubrir todo lo
posible sobre la misma y sus requisitos previos, esforzándose por aplicar en
forma práctica la información impartida, la cual puede ser verdad o no, y si lo
es, tiene vital importancia para el progreso futuro, debiendo procurar cierta
medida de comprensión.
La
Iniciación no es en realidad esa curiosa mezcolanza de autosatisfacción,
ceremonial y reconocimiento jerárquico, como lo presentan los principales
grupos ocultistas. Es más bien un proceso de trabajo excesivamente arduo,
durante el cual el iniciado se convierte en lo que es. Esto puede encerrar un
reconocimiento jerárquico, pero no en la forma generalmente imaginada. El
iniciado está acompañado por quienes lo precedieron, y no es rechazado por
ellos, sino visto, considerado y estimulado a trabajar.
Esta
serie graduada de liberaciones que dan por resultado el logro de una
acrecentada liberación de lo que ha quedado atrás en su experiencia, lleva
consigo el permiso (dado o endosado por el alma) para proseguir adelante en el
CAMINO. Dichas liberaciones son resultado del Desapego, Desapasionamiento y
Discriminación. Al mismo tiempo la disciplina fortifica y hace posible el arduo
trabajo, requerido para pasar la prueba. Estas cuatro técnicas (pues eso son)
van precedidas de una serie de desilusiones que, cuando son comprendidas y
captadas, no le dejan al aspirante otra alternativa que seguir adelante hacia
la luz mayor.
Quisiera
que estudien la iniciación desde el ángulo de la liberación, considerándola
como un proceso de libertades alcanzadas con gran esfuerzo. Este aspecto básico
de la iniciación, cuando es comprendido por el iniciado, vincula su experiencia
en una firme relación con la de toda la humanidad, cuya lucha fundamental es la
obtención de esa libertad "por la cual el alma y sus poderes pueden
desarrollarse y los hombres liberarse, debido a la libertad alcanzada
individualmente".
El
iniciado, en su pequeña escala, debe análogamente, aprender a trabajar detrás
de la escena, desconocido, ignorado y sin ser aclamado; debe sacrificar su
identidad en la identidad del ashrama y sus trabajadores y, más tarde, en la
identidad de los condiscípulos que están activos en el mundo de la vida diaria.
Inicia las actividades necesarias y produce los cambios requeridos, sin recibir
recompensa alguna, excepto la recompensa de las almas salvadas, de las vidas
reconstruidas y de la humanidad que ha sido llevada adelante en el Sendero de
Retorno.
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