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miércoles, 3 de febrero de 2016

DIOS Y EVOLUCIÓN.- D.K. (A.C.V.)

INICIACION. Enseñanzas del Maestro D.K. “El Tibetano”

INICIACION.
Enseñanzas del Maestro D.K. “El Tibetano”



El hombre da literalmente el primer paso en el reino espiritual, saliendo del reino puramente humano, para entrar en el superhumano. Entra en la vida del espíritu y, por primera vez, tiene el derecho de llamarse “hombre espiritual”, en el significado técnico de la palabra. Entra en la quinta etapa, la última, de nuestra actual quíntuple evolución.

Cada iniciación indica el paso del estudiante por el Aula de la sabiduría hacia un grado superior y además el claro resplandor del fuego interno y la transición de un punto de polarización a otro;  implica la comprensión de la creciente unidad con todo lo que vive y la esencial unicidad del yo con todos los yoes; da por resultado un horizonte que se ensancha continuamente hasta incluir la esfera de la creación, o la creciente capacidad de ver y oír en todos los planos. Es poseer una acrecentada conciencia de los planes de Dios para el mundo y la capacidad de desarrollar dichos planes. Es el esfuerzo de la mente abstracta para aprobar un examen. Es figurar en el cuadro de honor de la escuela del Maestro, dentro de la realización de esas almas cuyo karma lo permite y su esfuerzo es suficiente para alcanzar la meta. La iniciación conduce al monte en que se puede obtener la visión; la visión del Eterno Ahora, donde el pasado, el presente y el futuro existen como uno.

La iniciación conduce a esa corriente que, cuando se ha penetrado en ella, arrastra al hombre hasta llevarlo a los pies del Señor del Mundo, a los pies de su Padre en los Cielos, a los pies del triple Logos. Lleva a través del Aula de la Sabiduría y pone en las manos del hombre, en forma gradual, la clave de toda información cósmica y del sistema. Revela el misterio oculto subyacente en el corazón del sistema solar. Conduce de un estado de conciencia a otro. A medida que entra en cada estado, el horizonte se ensancha, la vista se extiende y la comprensión es más incluyente, hasta que la expansión alcanza el punto en que el yo abarca todos los yoes, incluso todo lo móvil e inmóvil, según una antigua escritura.

La ceremonia de la iniciación señala un punto de realización, pero no la realización que a menudo se cree sino simplemente la que los Instructores que vigilan a la raza, reconocen como una etapa definida en la evolución alcanzada por el discípulo, la cual proporciona dos cosas:

Una expansión de conciencia, que permite a la personalidad penetrar en la sabiduría lograda  por el Ego, y en las iniciaciones superiores, en la conciencia de la Mónada.

Un breve período de iluminación, donde el iniciado ve la parte del sendero que debe hollar y también participa conscientemente en el gran plan evolutivo.
La iniciación es algo estrictamente personal, pero de aplicación universal. Depende de su realización interna. El iniciado sabrá por sí mismo, sin que nadie se lo diga, cuándo tiene lugar el acontecimiento.
Es muy posible que el hombre actúe también en el plano físico, y se dedique activamente a servir al mundo sin guardar recuerdo alguno de haber pasado por el proceso iniciático; no obstante, puede haber recibido en una vida anterior la primera o la segunda iniciación.
Un hombre puede agotar cierto karma y llevar a cabo algún trabajo par la Logia si está libre de preocupaciones esotéricas e introspecciones místicas durante una vida terrena.
Además debe equipar su cuerpo mental, para ser un expositor y trasmisor y no un factor obstaculizante como hasta ahora. Análogamente, debe desarrollar una actividad grupal y aprender a trabajar coordinadamente con otras unidades. Esto es lo principal que el hombre debe lograr en el sendero de la iniciación, y cuando ha trabajado sobre ello, encontrará el Camino, lo verá con claridad y entonces ingresará en las filas de los Conocedores.
La iniciación constituye un gran experimento que nuestro Logos planetario lleva a cabo durante esta ronda. En las rondas anteriores y quizás en las posteriores, el proceso seguirá la ley natural.... Este proceso es optativo y el hombre puede -si así lo elige- seguir el proceso normal y emplear eones para efectuar lo que algunos han preferido realizar en un período más breve, por medio de un proceso forzado y autoelegido.
Vencer parcialmente el espejismo y evadir la total esclavitud, impuesta por la ilusión, indican a la atenta Jerarquía que un hombre está preparado para los procesos de la iniciación.
La característica del iniciado es: la falta de interés en sí mismo, en su propio desarrollo y en su destino personal, y todo aspirante que llega a ser discípulo aceptado tiene que dominar los tecnicismos del desinterés.
La iniciación puede ser definida de dos maneras. Es ante todo entrar en un mundo dimensional nuevo y más amplio, mediante la expansión de la conciencia del hombre, para que pueda incluir y abarcar lo que ahora excluye, y de lo cual se separa normalmente cuando piensa y actúa y después introducir en el hombre esas energías características del alma y únicamente del alma - las fuerzas del amor inteligente y de la voluntad espiritual. Estas energías dinámicas actúan en toda alma que ha logrado la liberación.

El concepto de la iniciación grupal debe reemplazar hoy al de la iniciación individual de un aspirante. En el pasado, a fin de introducir la idea de la iniciación en la mente del pueblo, la Jerarquía eligió el método (ahora en desuso) de presentar la perspectiva de la iniciación ante el ansioso discípulo; acentúo inmediatamente desde el comienzo su peculiaridad, su naturaleza compensadora, su ritual y ceremonial y su lugar en la escala de la evolución. Debido a que la realidad de la iniciación ha sido captada por una mayoría y realizada por algunos, es posible revelar ahora lo que estuvo siempre implicado, que la iniciación es un acontecimiento grupal. Si el claro pensar hubiera reemplazado a la egoísta aspiración individual, el hecho de la iniciación grupal habría sido evidente, por las siguientes razones, inherentes o implicadas en toda la situación:

El alma -en su propia naturaleza-es consciente del grupo y no tiene ambiciones o intereses individuales ni está en forma alguna interesada en las metas de la personalidad. El alma es el iniciado. La iniciación es un proceso por el cual el hombre espiritual que mora en la personalidad, llega a ser consciente de sí mismo como alma, con los poderes, relaciones y propósitos del alma. Cuando un hombre comprende esto, aún en pequeña medida, llega a ser consciente del grupo.

Únicamente el hombre, cuyo sentido de identificación comienza a expandirse y a ser incluyente, puede "recibir la iniciación" (como se dice erróneamente). Si la iniciación fuera una realización puramente personal, arrojaría al hombre nuevamente a la conciencia separatista, que está tratando de evadir. Ello no constituiría un progreso espiritual. Cada paso en el sendero de iniciación acrecienta el reconocimiento grupal. La iniciación es esencialmente una serie de reconocimientos incluyentes en expansión.

La iniciación admite al aspirante como miembro de la Jerarquía. Esto involucra, hablando esotéricamente, el abandono de todas las reacciones separatistas de la personalidad, enuna serie de renunciamientos progresivos, que culminan en la cuarta iniciación.
Cuando el iniciado pasa de una iniciación a otra, avanza en el sendero o penetra en el corazón de los Misterios, juntamente con quienes son igual a él, hallándose en la misma etapa de evolución y trabajando para alcanzar la misma meta; entonces se da cuenta que no está solo y que se realiza un esfuerzo mancomunado. En efecto, es la nota clave de un ashrama que condiciona su formación, compuesto de discípulos e iniciados, en diferentes etapas de desarrollo iniciático, que han llegado juntos a su etapa de conciencia ashrámica y seguirán juntos hasta llegar a esa total liberación que se alcanza cuando el plano físico cósmico desciende bajo el umbral de la conciencia o de la percepción sensible, y ya no tiene ningún interés para el iniciado.

Nadie es admitido (por medio de los procesos de la iniciación) en el Ashrama de Cristo (la Jerarquía), hasta el momento en que comienza a pensar y a vivir en términos de relaciones y actividades grupales. Algunos aspirantes bien intencionados interpretan la idea grupal como un mandato para esforzarse en formar grupos -su propio grupo o grupos. Esta no es la idea presentada en la era acuariana, tan cercana hoy; fue el método de acercamiento durante la era pisciana, ya pasada. Ahora el acercamiento es totalmente diferente, no se espera que alguien permanezca en el centro de su pequeño mundo y trabaje para convertirse en el punto focal de un grupo. La tarea consiste en descubrir al grupo de aspirantes al cual debe afiliarse y con el cual debe recorrer el sendero de iniciación, cosa muy diferente y mucho más difícil.

Un ashrama contiene discípulos e iniciados en todas las etapas de desarrollo evolutivo y en todos los rangos y grados; trabajan juntos al unísono, y sin embargo -dentro de sus rangos diferenciados, pues cada grado permanece aislado, aunque unido con los demás- han establecido una armonía propia, codificado su intercambio telepático y comparten un secreto y silencio ocultista que protege los secretos y conocimientos para que no pase de un grado a otro ni lleguen a los que no están preparados. Similarmente, cuando un aspirante procura descubrir en el plano físico a quienes compartirán con él el misterio de su siguiente paso inmediato o expansión demostrada, descubrirá a su propio grupo, hallando que está formado por los que lo han alcanzado su etapa particular de sabiduría y también los que lo dejaron muy atrás. Simultáneamente será atraído a un vórtice de fuerza y a un campo de servicio.

Por lo tanto, aprenderá las lecciones requeridas, de quien debe trabajar en un ashrama, y sabrá comportarse con quienes no pueden compartir con él los secretos que ya conoce, y con aquellos que han penetrado más profundamente que él en los misterios.

La iniciación ha sido frecuentemente presentada como una ceremonia, y he creído necesario contrarrestar fervientemente ese significado erróneo. Sin embargo, si quieren captar lo que tengo que decir, tendrán que recurrir a la comprensión iluminada que posean.
La iniciación es considerada una ceremonia cuando llega a un punto culminante en el proceso iniciático donde la conciencia del discípulo es dramáticamente consciente de los miembros de la Jerarquía y de su propia posición, en relación con la misma. El discípulo hace de esta comprensión un símbolo -sucesivamente y en creciente gran escala- como si fuera una gran ceremonia rítmica de revelación progresiva, en la cual él, como candidato, es el centro del escenario jerárquico.

No quiero significar que las enseñanzas dadas en el pasado por los distintos grupos ocultistas, o en mi libro Iniciación Humana y Solar, son incorrectas, y no relatan con exactitud lo que el candidato cree que tuvo lugar. Trato de explicar que el aspecto ceremonial se debe a la capacidad del discípulo, para construir formas mentales.

El proceso iniciático es en realidad el resultado de la actividad de tres energías:

1. La energía generada por el discípulo, cuando trata de servir a la humanidad.
2. La energía puesta a disposición del discípulo, cuando logra construir el antakarana.
3. La energía del Ashrama jerárquico en el cual está siendo "absorbido" o integrado.

Estas tres energías, cada una con su propio modo de expresión y produciendo sus propios resultados específicos, que complementan o dirigen el proceso iniciático, son evocadas por el mismo discípulo, y su creciente fortaleza y capacidad reveladora dependen ampliamente de su determinación, de su propósito y de su voluntad; de su persistencia y de su integridad espiritual. Por la comprensión de la palabra “proceso” el discípulo descubre el verdadero significado del enunciado oculto: (antes de que el hombre pueda hollar el sendero, debe convertirse en el Sendero mismo". El discípulo descubre cada vez más lo que significa llegar a ser un agente creador, empleando la facultad creadora de la mente y adaptándose acrecentadamente (a medida que crea) al Plan del Creador, el Señor del Mundo.

Períodos de investigación, de sufrimiento, de desapego, de revelación, que producen puntos de fusión, de tensión y de proyección de energía, tal es la historia del sendero de la iniciación.

La iniciación es en verdad el nombre dado a la revelación o nueva visión que impele siempre al discípulo adelante, hacia una luz mayor; no es algo que se le confiere o se le da. Es un proceso de reconocimiento de la luz y la utilización de esa luz a fin de entrar en una luz siempre más clara. El progreso efectuado desde una zona débilmente iluminada, en la manifestación divina, a otra de gloria suprema, es la historia del sendero de evolución.

El reconocimiento de las diversas "luces" en el Camino Iluminado significa estar preparado para la iniciación. El iniciado entre una luz en un sentido peculiar, y ésta compenetra su naturaleza, de acuerdo a su desarrollo, en cualquier etapa en tiempo y espacio, permitiéndole hacer contacto y ver lo que hasta entonces era invisible y, basado en el conocimiento recién adquirido, dirigir sus pasos adelante.

Aquí no estoy hablando en símbolos. Cada iniciación oscurece la luz ya adquirida y empleada, y sumerge entonces al iniciado en una luz más elevada. Cada iniciación capacita al discípulo para percibir una zona de la conciencia divina hasta entonces desconocida, pero cuando el discípulo se ha familiarizado con ella y sus fenómenos, su cualidad vibratoria e interrelaciones excepcionales, se convierten para él en un campo normal de experiencia y actividad. De esta manera (si puedo expresarlo así) "los mundos de las formas vivientes y de las vidas amorfas le pertenecen". Nuevamente la dualidad penetra en su percepción mental, porque ya es consciente de la zona iluminada, por la cual llega a un punto de tensión o de iniciación; mediante el proceso iniciático descubre una zona nueva y más brillantemente iluminada en la cual puede ahora penetrar. Esto no significa que debe abandonar el campo de actividad anterior en el que ha trabajado y vivido, sino que simplemente enfrenta nuevos campos de responsabilidad y oportunidad, pues -por su propio esfuerzo- puede ver más luz, caminar en una luz mayor y aplicar sus facultades más adecuadamente que hasta ahora, dentro de la zona., grandemente ampliada, de las posibilidades.

La iniciación es, por lo tanto, una constante fusión de las luces, a las cuales se penetra progresivamente, permitiendo al iniciado ver más lejos, con mayor profundidad y más incluyentemente.

La iniciación es un progreso en la experiencia y, por su intermedio, el logro de un punto de tensión. Manteniendo ese punto de tensión el iniciado ve lo que está por delante. La iniciación permite entrar progresivamente en la mente del Logos creador. Esta última definición es quizás una de las más importantes que he dado hasta ahora. Reflexionen sobre mis palabras. Por ser la energía la base de todo nuestro mundo manifestado, una iniciación es una condición de la conciencia donde el discípulo plenamente preparado emplea las energías disponibles (en el momento de la iniciación) para producir cambios de naturaleza trascendental y reveladora en la conciencia. Cada iniciación coloca al iniciado en posición de controlar ciertas energías relacionadas, permitiéndole convertirse acrecentadamente en manipulador entrenado de esas energías; cada iniciación le da la comprensión de la energía relacionada y de su campo de actividad; cada iniciación revela la cualidad y el tipo de estímulo que va a ser evocado, cuando es puesto en contacto con determinada energía de rayo; cada iniciación establece relación entre el iniciado y la energía de rayo involucrada, de manera que gradualmente (sin tener en cuenta cuales pudieran ser los rayos a que pertenecen su alma o su personalidad) podrá trabajar con la cualidad o el aspecto creador de todos los rayos, aunque adquiriendo siempre una mayor facilidad para trabajar en su propio rayo del alma y, posteriormente, en el rayo de la mónada, uno de los tres rayos mayores de Aspecto.

Gran parte de quienes leen estas instrucciones y estudian mis libros están en proceso de preparación para recibir una de las iniciaciones, y todo el tema debería serles, por lo tanto, de sumo interés. Deben cerciorarse (por lo menos como tentativa) qué iniciación tienen por delante y luego descubrir todo lo posible sobre la misma y sus requisitos previos, esforzándose por aplicar en forma práctica la información impartida, la cual puede ser verdad o no, y si lo es, tiene vital importancia para el progreso futuro, debiendo procurar cierta medida de comprensión.

La Iniciación no es en realidad esa curiosa mezcolanza de autosatisfacción, ceremonial y reconocimiento jerárquico, como lo presentan los principales grupos ocultistas. Es más bien un proceso de trabajo excesivamente arduo, durante el cual el iniciado se convierte en lo que es. Esto puede encerrar un reconocimiento jerárquico, pero no en la forma generalmente imaginada. El iniciado está acompañado por quienes lo precedieron, y no es rechazado por ellos, sino visto, considerado y estimulado a trabajar.

Esta serie graduada de liberaciones que dan por resultado el logro de una acrecentada liberación de lo que ha quedado atrás en su experiencia, lleva consigo el permiso (dado o endosado por el alma) para proseguir adelante en el CAMINO. Dichas liberaciones son resultado del Desapego, Desapasionamiento y Discriminación. Al mismo tiempo la disciplina fortifica y hace posible el arduo trabajo, requerido para pasar la prueba. Estas cuatro técnicas (pues eso son) van precedidas de una serie de desilusiones que, cuando son comprendidas y captadas, no le dejan al aspirante otra alternativa que seguir adelante hacia la luz mayor.

Quisiera que estudien la iniciación desde el ángulo de la liberación, considerándola como un proceso de libertades alcanzadas con gran esfuerzo. Este aspecto básico de la iniciación, cuando es comprendido por el iniciado, vincula su experiencia en una firme relación con la de toda la humanidad, cuya lucha fundamental es la obtención de esa libertad "por la cual el alma y sus poderes pueden desarrollarse y los hombres liberarse, debido a la libertad alcanzada individualmente".

El iniciado, en su pequeña escala, debe análogamente, aprender a trabajar detrás de la escena, desconocido, ignorado y sin ser aclamado; debe sacrificar su identidad en la identidad del ashrama y sus trabajadores y, más tarde, en la identidad de los condiscípulos que están activos en el mundo de la vida diaria. Inicia las actividades necesarias y produce los cambios requeridos, sin recibir recompensa alguna, excepto la recompensa de las almas salvadas, de las vidas reconstruidas y de la humanidad que ha sido llevada adelante en el Sendero de Retorno.

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