PISCIS Y EL OFICIO DE SALVAR
Publicado por el grupo Logos
Por Martín Dieser
Una palabra que define muy bien la cualidad expresada por
Piscis es “salvación”. La misma se encuentra íntimamente vinculada a la frase
esotérica que describe el camino ascendente del signo: “Retorno a la Casa del
Padre, y retornando, salvo”. Vemos allí dos pensamientos entrelazados, como los
dos peces que simbolizan la energía pisciana: por un lado el camino hacia lo
superior, y por otro el apego a lo inferior, este último transmutándose
oportunamente en magnetismo espiritual y atrayendo hacia la meta común a
quienes se hallen kármicamente ligados al Salvador, sea éste un discípulo, un
iniciado o la humanidad toda que se reorienta hacia la luz.
Piscis tiene un vínculo muy particular con el 1º rayo de
Voluntad o Poder, también llamado el rayo de síntesis. En cierto sentido, la
salvación puede ser entendida como un proceso de síntesis, siempre considerada
en función de un interés omniabarcante, y de allí que el rayo superior
expresado a través de Piscis sea el 2º de Amor-Sabiduría. En este caso el 2º
rayo sería la totalidad y el 1º el medio a través del cual esa totalidad se
transforma en una verdad consciente.
Para llevar a cabo esa tarea de salvación, lo primero es
fomentar la aspiración hacia lo superior, y de allí que Neptuno rija a Piscis a
nivel exotérico. Sin embargo, podríamos decir que al menos para sus últimas
etapas el 1º rayo es imprescindible, dado que provee a la energía del signo de
un mecanismo liberador. Esa función instrumental se halla simbolizada en la
presencia de Plutón, un planeta de 1º rayo que es regente jerárquico y esotérico
del signo, es decir que opera como forma de expresión en los planos más
elevados.
Tengamos en mente entonces este lazo entre la salvación
espiritualmente comprendida y el signo de Piscis, en especial cuando el
mismo ocupa un lugar prominente en el horóscopo que se considere. De
alguna y otra manera Piscis rescata, eleva y salva, si bien naturalmente el
desarrollo espiritual del ser involucrado tendrá mucho que ver con la calidad
de ese servicio.
Aquí vale recordar la interrelación con los demás signos,
ya que cíclicamente la persona experimenta bajo uno u otro, de manera que el
Plan se va desarrollando en etapas graduales y de acuerdo a la Ley de Causa y
Efecto. En el caso de Piscis tenemos un eslabón más en esa cadena: todo
Salvador posee un campo de acción, y tanto su amplitud como su pureza y
efectividad estarán dados por la sabiduría adquirida a través de los restantes
signos; Piscis aportará lo suyo y sobre todo cerrará un ciclo, con efectos que
van desde lo estrictamente personal hasta la influencia planetaria causada por
el retorno a la casa del Padre por parte de los Grandes Seres que ha dado la
humanidad. Por ello el Tibetano lo denomina un signo de culminación.
De todos modos el proceso, más allá de su profundidad,
podría verse como similar, ya que siempre la gran llave que abre las puertas de
la liberación está en el corazón. Es la comprensión de la meta a la cual se
aspira, la profunda conciencia del sentido subyacente en nuestros vínculos con
el entorno que nos rodea y nuevamente la renovada visión del lugar en dónde se
origina todo, a dónde sabemos que nos llevará todo el esfuerzo realizado. Eso
explica algo más por qué el 2º rayo se expresa mediante este signo.
En ese sentido, todo acto de amor, de comprensión, es una
pequeña salvación, que culmina cuando entendemos acabadamente su sentido, y
para llegar a tal realización es necesario llevar a cabo una síntesis y extraer
la cualidad, rescatar la materia iluminada para tenerla en serena expectación
junto a nosotros.
A tal fin Plutón juega su parte, porque provee del
mecanismo a través del cual es posible “comprimir un significado en una espiral
decreciente, hacerla un punto y liberar la esencia por su ápice”. Este acto de
síntesis final acarrea la muerte, que como se trasluce aquí y según sostiene el
esoterismo no es sino la revelación en la vida y el nacimiento a vivencias
superiores.
Es por eso que se dice que Piscis es uno de los signos de
la muerte, precisamente porque conduce a través del amor a la fusión plena y
por ende al agotamiento de la misión que tenía la forma. Para conferir esa
muerte tenemos al regente de 1º rayo, Plutón. Asimismo es probable que allí
tengamos revelada una dimensión del estrecho vínculo existente entre los
Chohanes del 1º y 2º rayo, al menos simbólicamente expresado en la afirmación
de que uno tiene su casa cerca de la del otro.
Esa fuerte presencia de la energía o fuerza de atracción
nos da también una pauta de los efectos producidos por Piscis en la vida de la
personalidad. En efecto, recordemos el aporte y el proceso de adquisición de
cualidades que se va dando en los restantes signos de Zodíaco, y sobre todo
tengamos en cuenta que así como la gran función de Piscis es unir, abstraer y
salvar, esto podrá manifestarse con diferente éxito según la polarización sea
astral, mental o búdica. Siempre el efecto será disolvente y esencialmente
magnético, aunque la atracción tendrá lugar en el plano astral, el mental o el
búdico, según el caso, sugiriendo que el oficio de Salvador tiene muchas
aristas y puede entenderse siempre a la vista de una escalera de perfección, en
un sentido misterioso con el Salvador “por encima” englobando a sus hermanos de
abajo. La mente es fundamental en este proceso, en lo que concierne a la
humanidad, pero su desarrollo vendría más bien de la influencia de otros
signos. Sí en cambio podríamos entender a Piscis como un promotor del paulatino
pasaje de la mente intelectual a la intuitiva.
Digamos finalmente que esa noción de atracción,
comprensión, síntesis y muerte nos habla de la compasión y la fraternidad, de
la paciencia y a la vez la aceptación del Propósito, ya que podemos entender
cómo en distintas escalas se aguarda a que “el último cansado peregrino llegue
al Hogar”; esa espera no es ciega o emocional, sino que nace de una profunda
sabiduría y del acabado conocimiento del Plan por parte de Quienes inspiran a
la humanidad a ser más inclusiva y a salvar a los reinos de la naturaleza por
los cuales es responsable, salvándose así a sí misma.